2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico
En la historia del cristianismo se pueden encontrar muchos otros métodos
de interpretación, como se mencionó al principio de este capítulo, pero se han
descrito solo los métodos alegórico y literalista rígido ya que de estos se
originan otros —sobre todo del alegórico. También se describieron estos dos
porque dentro de la interpretación de la profecía, los errores más recurrentes
son alegorizar muchos pasajes de manera arbitraria, infundamentadamente, y otro
error es no reconocer el lenguaje figurado, que son precisamente los errores
que cometen respectivamente los métodos ya descritos.
Destacándose de los métodos de interpretación mencionados y los demás que
no se han descrito, se puede destacar el método Gramático-Histórico como el más
recomendable para lograr una sana interpretación de las Escrituras.[1] Uno de los
principios básicos del método gramático-histórico es hallar el significado llano
y directo de las expresiones que encontramos en la Biblia, aplicando los
principios de interpretación que se pudiesen aplicar a cualquier otro texto
antiguo. La interpretación en este método se rige por las normas de la
gramática y otras ciencias relacionadas con la lingüística, pero a diferencia
del método anterior, el literalismo rígido, se toma en consideración la
presencia de figuras de dicción y significado, junto con la identificación de
distintos estilos de escritura y otros fenómenos relacionados. Todo este
estudio gramatical se hace a la luz del contexto histórico del autor y los
receptores del mensaje. La necesidad de identificar fenómenos lingüísticos como
las figuras de significado, radica en que la mala comprensión de estas particularidades
del lenguaje frecuentemente conduce a conclusiones diferentes e incluso opuestas
en lo que respecta al significado de un texto.
También es cierto que desatender otros aspectos gramaticales o ignorar
los aspectos históricos de la Biblia lleva de igual manera a interpretaciones
erradas, produciéndose divergencias interpretativas.
El espíritu de este método de interpretación tiene como propósito
descubrir el significado y la intención originales del texto mediante el
análisis gramatical e histórico. Su meta es la exégesis[2] —término
procedente del griego que se refiere a extraer el significado del texto—
y no la eiségesis —otro término procedente del griego que
significa introducir un significado a un texto.
Este método se puede hallar en la historia del cristianismo en la
escuela de Antioquía, hacia el fin del siglo III. Fue un periodo de avance
hacia la exégesis con un enfoque científico, reconociendo la necesidad de
determinar el sentido original de la Biblia.[3]
En lo concerniente a interpretación bíblica y exégesis, esta escuela marcó un
hito que no tendría comparación hasta los tiempos de la reforma.[4]
No solo atribuyeron gran valor al sentido literal de la Biblia, sino que sus
exponentes repudiaron el método alegórico de interpretación. Tendrían que pasar
más de mil años para ver otra vez este método resurgir, esto es hasta el
periodo de la reforma. Aquí se le llamó método literal en contraste con el
método alegórico predominante. En la reforma, este método tuvo su influencia
del periodo del Renacimiento, donde hubo un gran interés por la cultura y
filosofía griega y por la tradición europea. Este interés estuvo acompañado por
el descubrimiento de manuscritos griegos antiguos sobre filosofía y Escrituras
cristianas, lo que condujo a un interés en aprender ese idioma. Un principio
surgido en este tiempo a raíz de esto era el llamado ad fontes,
expresión en latín para “a las fuentes”, idea que influyó en la reforma, dando
relevancia al estudio de la gramática original de las Escrituras e interpretarlas
desde esos escritos.[5]
Otro pilar fundamental de esta metodología —heredado de la reforma,
aunque con un origen bastante anterior— es la llamada “Analogía de la Fe” y
tiene sus fundamentos en el entendimiento que la Biblia es inspirada por Dios y
por lo tanto forma un cuerpo consistente y es coherente consigo misma. Este
principio conocido por su nombre en latín, Sacra Scriptura sui interpres, y
quiere decir que la Sagrada Escritura es su propia intérprete o que la
escritura se interpreta a sí misma; por una parte nos dice que no puede
interpretarse un pasaje de forma tal que entre en conflicto con aquello que se
interpreta de forma más clara en otra parte de la Biblia,[6]
y por otra parte este principio nos dicta que debemos interpretar las Escrituras
a la luz de otros pasajes que se refieran a cuestiones similares con mayor
claridad.[7]
Del método gramático-histórico también es destacable el principio
que las Escrituras tienen un solo significado intencionado; cada pasaje tiene
una sola correcta interpretación y es la concerniente al propósito original con
el cual cada texto fue redactado, sin embargo, puede tener muchas aplicaciones
válidas para las personas en cualquier momento de la historia. A menudo, este
único significado puede ser bastante complejo, tanto así, que muchas veces a
pesar del esfuerzo humano por entender a cabalidad estos textos, difícilmente
se podrá agotar toda la profundidad de su mensaje y de las interconexiones con
otros pasajes en las Escrituras; pero nunca múltiples significados.
Ya que el usus loquendi de los profetas era altamente figurativo, su discurso estaba impregnado de exageraciones poéticas y metáforas; escribieron en signos y símbolos, se encuentra abundancia de figuras literarias de significado. Sin una familiaridad funcional con su estilo, los profetas son difíciles de comprender. Mediante la aplicación de principios hermenéuticos sólidos, el mensaje de los profetas se puede determinar de una forma más objetiva. Por este motivo, en lo restante de esta primera parte del libro se hará especial énfasis en el ala gramatical del método gramático-histórico. Luego, aplicando estos principios gramaticales, en la tercera parte de este estudio se interpretarán varios textos acerca de la doctrina de la segunda venida de Jesucristo, rama de la teología conocida como escatología, analizando mayormente textos proféticos. En aquel apartado el ala histórica del método recobrará relevancia. El principio de la Analogía de la Fe será la base de cómo se van a desarrollar los métodos para interpretar ciertas figuras de significado en lo restante de esta parte del libro y en la tercera; en el análisis de los símbolos, expresiones figurativas e imaginería en general se tomará principalmente de este principio muy valorado en la reforma. En este sentido, se buscarán expresiones proféticas usadas en el Nuevo Testamento y se procederá a revisar el cumplimiento que tuvieron expresiones similares en el Antiguo.
[1]
Terry, Hermenéutica, pág. 20. Existe además amplio consenso entre
autores reconocidos en esta materia en que este método se destaca por sobre los
otros en cuanto a conducir hacia una correcta hermenéutica, porque utiliza los
métodos y procedimientos característicos de una buena erudición.
[2]
Los términos “hermenéutica” y “exégesis” están estrechamente relacionados y hay
autores que los usan indistintamente. Una diferencia se halla en que la
hermenéutica es una ciencia que se ocupa de la interpretación de un mensaje en
general, cualquiera sea su forma, mientras que la exégesis es exclusiva de los
textos y es la acción de extraer el auténtico mensaje de este, generalmente
aplicado sobre porciones de texto o palabras específicas, es decir, el
ejercicio práctico.
[3]
Berkhof, Principios de interpretación Bíblica, pág. 7.
[4] Farrar, History of
Interpretation, pág. 210.
[5]
Haskell, Hermenéutica, Interpretación eficaz hoy, pág. 131.
[6]
Sproul, Cómo estudiar e interpretar la Biblia, pág. 44.
[7]
Sproul, ¿Qué es la teología reformada?, pág. 58.