5.7 Reconocimiento del lenguaje no literal: Aglomeración de imaginería y metáforas

 


Las imágenes frecuentemente están en compañía de otras (Sal. 139:13-15), pero hay casos en que también están aisladas. Una imagen suelta puede ser entendida por el oyente como una afirmación literal, sin embargo una composición de éstas esclarece el propósito figurado.[1] Un buen ejemplo de esto son las tres imágenes consecutivas de Is. 33:11: “Concebisteis hojarascas, rastrojo daréis a luz; el soplo de vuestro fuego os consumirá” o las dos imágenes seguidas en Os. 8:7: “Porque sembraron viento, y torbellino segarán…”, donde esta conjunción de figuras introduce satisfactoriamente al oyente el sentido figurado que busca transmitir.

Una metáfora o hipocatástasis solitaria, sobre todo cuando tiene un bajo desarrollo o alta correspondencia, sufre el mismo problema. Al igual que con las imágenes, la composición de estas figuras para —en este caso— formar una alegoría, nos permite identificar el lenguaje trópico de mejor manera, como sucede por ejemplo en las analogías que usa Pablo en 1 Co. 9:7-12, 23-27.

Esto es similar a otras reglas anteriores, como la referente al alto desarrollo de una figura de comparación o la composición de metáforas junto a símiles.

[1] Ibíd. pág. 190.

Entradas populares de este blog

11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico

Presentación del blog e introducción al libro