11.14 Evangelios II: parábolas y anuncios: La segunda venida en la vida de los religiosos
Entonces el sumo sacerdote le dijo:
Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de
Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis
al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las
nubes del cielo. (Mt. 26:63-64).
Sobre todo lo anterior; sobre la condena de muerte que implícitamente hay
en el acto de traer falsos testigos para condenar de muerte a un justo, Jesús
en aquel momento crítico anuncia a los presentes que “VERÁN USTEDES al Hijo del
hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del
cielo” (v. 64, NVI, énfasis añadido); que ellos mismos que le condenaban, en
aquel tiempo, presenciarían este evento y no gente en el futuro lejano. No solo
Jesús estaba diciendo que él es el Hijo de Dios, haciéndose con esto igual a
Dios (Jn. 5:18), sino que también se sentaría a la diestra de su poder y
viniendo en las nubes del cielo. De la misma forma que los profetas en el Antiguo
Testamento expresaban el juicio de Dios (Is. 19:1,[2] Sal. 18:9-12, Nah.
1:3-8), Jesús recurrió a una conocida imagen para reafirmar su deidad en su
capacidad de juzgar en el poder de Dios, en las nubes del cielo. Esto también
les evocaría a estos maestros de la ley la gloria del poder de Dios manifestada
en nubes de gloria ante Moisés en el desierto, en el tabernáculo, para juicio o
en el Templo,[3]
reafirmando la identidad divina de Jesús como el Hijo de Dios.
Hasta acá, —en conjunto con los pasajes analizados anteriormente— la
evidencia de que la segunda venida de Jesús tenía que suceder en aquel tiempo
es bastante sólida.
[1]
Ver capítulo diez: Evangelios I: antecedentes clave, sección sobre La
generación mala y adúltera.
[2]
Ver capítulo siete: El día de Jehová, comentario sobre Is. 19 donde se expande
este tema.
[3]
Ex. 16:10, 24:16, 40:34-35, Núm. 16:42, 1 Re. 8:11, 2 Cr. 5:14, Sal. 97:2,
104:3, Jer. 4:13, Ez. 10:4.