1 Sola Scriptura (Introducción)
En los albores de la reforma protestante el término Sola Scriptura
acabó siendo el pilar fundamental de todos los cargos que los reformadores
presentaban ante la Iglesia católica romana. Si bien es cierto que la
controversia comenzó por la cuestión sobre doctrina de la justificación solo
por la fe, Sola Fide, finalmente el sustento de esta doctrina se
encontraba en otra idea aún más básica: ¿en qué creemos?, o mejor dicho ¿Cuál
es la autoridad sobre la que debemos basar las doctrinas cristianas?
El catolicismo romano sostenía que tanto la Biblia como la tradición de
la iglesia eran las dos fuentes de autoridad infalibles de revelación especial
de Dios. La Iglesia católica romana se atribuía la composición del canon
bíblico[1] en el concilio de
Roma del año 382, y por extensión se atribuía en cierto modo el origen mismo de
las Escrituras en términos de jerarquía y autoridad. Con este acto la Iglesia
católica romana se otorgaba a sí misma la autoridad de establecer cuáles eran
los libros considerables como escritura sagrada y por tanto la autoridad de la Iglesia
católica se consideraba a la par con la autoridad de las Escrituras; dado que
la iglesia fue actor determinante en el proceso, se llega a la conclusión que
la Biblia recibe su autoridad de la iglesia y por lo tanto está subordinada o
como mucho a la par con la autoridad iglesia. La autoridad de la Iglesia
católica también provenía de la doctrina de la sucesión apostólica, donde
fundamentalmente en base al texto de Mateo 16:13-20 y el testimonio escrito de
los padres de la iglesia se formuló el dogma que establece obispos como
sucesores de los apóstoles, los cuales a su vez habían sido elegidos y conformados
por el mismo Cristo. Esta sucesión apostólica se podía reconstruir desde el
Papa vigente hasta Pedro, a quien la Iglesia católica romana identifica como el
primer Papa de la iglesia, y por lo tanto la Iglesia católica romana goza de
forma exclusiva de la misma autoridad y jerarquía que los apóstoles discípulos de
Cristo. Así, para los católicos romanos la Biblia tenía que ser vista a la luz
de la tradición católica. Es por esto que cuestionar las doctrinas establecidas
por la Iglesia católica romana era ir en contra de la fuente de revelación y
autoridad.
Hasta la reforma, la Biblia solo puede ser interpretada fielmente por
medio de la tradición apostólica; estando ésta representada para la tradición
católica por el Magisterio, que es la autoridad de enseñanza que tienen los
obispos en unión con el Papa. La cuestión sobre la justificación y el debate
doctrinal que inició, terminó por volver la discusión a un tema de orden mayor,
el de la fuente de autoridad.
A menos que no esté convencido
mediante el testimonio de las Escrituras o por razones evidentes, ya que no
confío en el Papa ni en su Concilio, debido a que ellos han errado
continuamente y se han contradicho, me mantengo firme en las Escrituras a las
que he adoptado como mi guía. Mi conciencia es prisionera de la Palabra de
Dios, y no puedo ni quiero revocar nada reconociendo que no es seguro o
correcto actuar contra la conciencia.[2]
En abril de 1521, Martín Lutero fue convocado a la Dieta de Worms para que
se retractara de sus 95 tesis, sin embargo, Lutero rechazó retractarse. Más
bien insistió en su postura con los dichos de la cita anterior. Al ser
amenazado a retractarse de su doctrina de la justificación por la fe, insistió
que su doctrina se basaba en la Biblia. Lutero tuvo que admitir que era posible
que el Papa y los concilios de la Iglesia católica se pudieran equivocar. [3] El creía que podía
estar equivocado, pero insistía en que el Papa y los concilios también podían
errar, ya que los hombres son falibles. Para él solamente una fuente de verdad
estaba libre de error. Dijo: “Las Escrituras jamás se equivocan”.[4]
[1]
La palabra canon deriva del griego κανών “kanon”, que significa “caña” o
“vara”, o también “norma” o “medida”, que se utiliza a menudo como un estándar
de medición. Por extensión, el canon bíblico se refiere a la colección de
libros que componen la Biblia.
[2]
George W. Forell ed., Luther’s Works, tomo 32 (Filadelfia: Fortress,
1958), pág. 113, tomado de R. C. Sproul, Todos Somos Teólogos, Cuarta Edición
(El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2018), pág. 35.
[3] R.
C. Sproul, ¿Qué es la teología reformada?, Primera Edición (Medellín:
Poiema Publicaciones, 2016), pág. 43.
[4]
R. C. Sproul, Cómo estudiar e interpretar la Biblia, Segunda Edición
(Miami: Editorial Unilit, 2004), pág. 32.