11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

 


Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. (Mt. 8:11-12).

 Este anuncio se encuentra —en este evangelio[1]— en el contexto de la gran fe del centurión romano que demostró al creer que Jesús le había sanado a su criado con la sola palabra del Señor. El relato dice que: “Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” (v.10), por lo que se deduce que estos muchos que vendrán de oriente y occidente para ser parte del reino de los cielos son gentiles.[2] En este sentido, la NTV ofrece la siguiente traducción: “Y les digo que muchos gentiles vendrán de todas partes del mundo —del oriente y del occidente —…” (v. 11a).

Era lo esperable que Israel, quienes tienen toda una historia de siglos con el Dios todopoderoso: que los sacó de Egipto con mano poderosa, que los sustentó 40 años en el desierto, que les bendecía continuamente y les revelaba su buena voluntad y gran poder mediante el pacto, fuesen quienes demostraran fe; no así los gentiles que no conocían a Dios de esta forma.

El sentarse a la mesa se refiere a un banquete. Esto es una imagen de gozo, fiesta, baile, comida abundante de pan, vino y carne (todo esto ritualmente ofrecido a Dios) que bíblicamente conmemoran la bondad de Dios con su pueblo. En el pacto del Moisés se ordena celebrar seis banquetes y un ayuno para conmemoración del pacto de Dios con el pueblo (Ex. 23:14-17, Lev. 23, Núm. 9:1-14, Dt. 16:1-17). Por ejemplo, se recuerda la bondad de Dios al sacarlos de Egipto en la Pascua, se recuerda la bendición de poseer la tierra de Canaán con los banquetes de las primicias y se recuerda la bondad de Dios que sustentó al pueblo en el desierto con el Sucot.[3] Este banquete tiene lugar en el reino de los cielos; se trata del banquete final de la gran bendición del año agradable del Señor, el reino del Mesías, el siglo venidero y el nuevo pacto (Is. 25:6, 65:13). Esto incluye a los patriarcas, reflejando la esperanza celestial de la reunión con los padres en el cielo de Dios. Los judíos llamaban a esto “vida de la edad futura”.[4]

En cuanto a ‘los hijos del reino’ se refiere a los que se llamaban ‘hijos de Abraham’ (Mt. 3:9); los hijos del reino de Israel. A diferencia del relato de Mateo que identifica más claramente a los participantes del banquete, venidos de oriente y occidente, el pasaje paralelo de Lc. 13:22-30 enfatiza en estos ‘hijos del reino’, asociándolos como aquellos que en ‘aquel día’, el ‘día del Señor’, dirían: “Señor, Señor… Delante de ti [Jesús] hemos comido y bebido, y en nuestras plazas [en Jerusalén e Israel] enseñaste” (Lc. 13:25-26) y Jesús los desconoce diciéndoles “apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad” (Lc. 13:27), destinándolos al “llanto y crujir de dientes”. En un relato homólogo al analizado en la sección anterior, Mt. 7:21-23, se nota más claramente a la luz del paralelo de Lucas y del análisis de la sección anterior que los echados a las tinieblas son los judíos que no formaron parte del nuevo pacto y que fueron sometidos al castigo de los pecados de su generación y las generaciones anteriores (Mt. 23:35) en el ‘día del Señor’, cumplido en el año 70.

Este pasaje refuerza el concepto que el día del juicio a los judíos es también un día de gozo para los hijos del nuevo pacto; se acaba la degradada usanza de relacionarse con Dios para dar paso a lo perfecto y pleno, al reino que se extendería más allá de Israel y del cual participarían todas las naciones. Se termina para siempre la era del judaísmo sacerdotal para iniciar de lleno la era del cristianismo. En este sentido, es posible ahora aclarar el pasaje que finaliza el paralelo de Lucas:

 

Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros. (Lc. 13:30).

 Los ‘postreros que serán primeros’ son aquellos no participantes del primer pacto —el de Moisés— que serían parte del nuevo pacto en el Mesías. Estos son los gentiles que se unen a la iglesia junto con publicanos y otros pecadores judíos arrepentidos. Los ‘primeros que serán postreros’ son los judíos participantes del viejo pacto que no se integraron el nuevo pacto en el Mesías. Aclarar que no se usa el adjetivo ‘todos’, es decir, no es que todos los judíos no tendrían parte del nuevo pacto —muchos sí creyeron— ni se dice que todos los gentiles formarán parte del nuevo pacto —muchos no creyeron. Por otro lado, no solo los gentiles serían quienes serán parte del nuevo pacto, también aquellos que, siendo judíos, se humillaron ante el Señor y reconocieron su pecado, entrando así también en el reino de los cielos (véase Mt. 21:28-32). De estos se hará análisis en secciones siguientes de este capítulo.



[1] La perícopa donde Jesús sana al siervo de un centurión se halla también en Lc. 7:1-10, sin embargo, en Mateo se registra en esta sección el anuncio del banquete con los padres, anuncio que se encuentra en un contexto diferente en Lucas (Lc. 13:22-30). Para una discusión crítica sobre esto, ver Dodd, Las parábolas del Reino, en especial los cap. I y II. En el presente estudio se revisará cada perícopa a la luz de sus diferentes contextos.

[2] Ver Mt. 15:21-28 y Jn. 4:1-45 (cf. 10:16) donde Jesús aprecia la fe de otros extranjeros, también Mt. 21:28-32 y otros, donde se valora la fe y el ‘hacer la voluntad del Padre’ de rameras y publicanos que atendieron al evangelio (que no estaban en el antiguo pacto), más que aquellos que de labios solamente dicen obedecer, pero en verdad no lo hacen (religiosos y judíos de aquel tiempo). Estas rameras y publicanos que obedecieron y atendieron el llamado son los que iban delante de los judíos en el reino de Dios.

[3] Longman et al. ed., Gran Diccionario Enciclopédico de Imágenes y Símbolos de la Biblia, págs. 156-157.

[4] Dodd, Las Parábolas del Reino, pág. 59.

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