12.5 Evangelios III: en el monte de los olivos: Pestes, hambres y terremotos
…y habrá pestes, y hambres, y
terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. (Mt.
24:7b-8).
A los ultrajes y males que
procedían del príncipe, añadió el hado otros desastres; por esos días se
declaró, en efecto, una peste, que en un solo otoño hizo inscribir treinta mil
funerales en los registros de Libitina.[1]
…la ciudad [Jerusalén] sufría por
el hambre y muchos morían a causa de la indigencia… En su tiempo fue cuando
sobrevino en Judea la época de gran hambre.[2]
Por aquel año sucedieron muchos
prodigios... Muchas casas fueron destruidas por los continuos terremotos; la
gente vivía dominada por el miedo; la tierra no producía, y había gran escasez
de alimentos; el hambre aumentaba y las masas enloquecían a causa del hambre.
El registro paralelo de Lucas añade a estas calamidades otro presagio de
grandes proporciones: “y habrá… grandes señales del cielo” (Lc. 21:11). Josefo
documenta también el cumplimiento histórico de esto:
Una vez apareció sobre la ciudad,
una estrella como una espada ardiente y duró el cometa todo un año entero.
También cuando antes de la guerra y de la primera rebelión, el día de la pascua
el pueblo se había juntado, según tenían por costumbre, a los ocho días del mes
de xánticos, cuando a las nueve de la noche, se mostró una brillante luz
alrededor del altar del Templo, parecía ciertamente ser un día muy claro, y
duró esto media hora larga. Aunque los ignorantes y la gente que no entendía lo
tuviesen por muy buena señal, los escribas que entendían lo juzgaron como un
presagio de lo que había de acontecer [la destrucción de Jerusalén y el
Templo].[3]
Todo este periodo entre la ascensión de Cristo y su segunda venida fue
sumamente agitado por todas las calamidades que se vivieron tanto en el Imperio
Romano como en Judea. Como bien resume esto el Profesor de exégesis Manuel de
Tuya:
Antes de la destrucción de
Jerusalén se les describe un panorama de angustias de todo tipo. Aparecerán
falsos mesías; habrá toda clase de cataclismos —guerras, hambres, pestes,
señales en el cielo— Aparte de los elementos que tuvieron cumplimiento histórico,
el anuncio está hecho con clisés de tipo apocalíptico, y la prueba está basada
principalmente en el valor de acumulación que dan todos estos elementos, y con
los que se pinta un gran sufrimiento previo.[5]
…aquellas señales manifestaban ser
el principio de grandes acontecimientos.[6]
El sufrimiento previo a una gran calamidad es muchas veces indicado en el
Antiguo Testamento mediante figuras de comparación —símiles, metáforas e
hipocatástasis— con la imagen de una mujer en sus dolores de parto (Is. 13:8,
26:17-18, Jer. 6:24, 22:23, Miq. 4: 9-10), de la misma forma que Jesús lo hace
en el v. 8. Nótese que esto corresponde al Juicio Natural de Dios que en
ocasiones acompaña al Juicio Bélico típico de los ‘día de Jehová’. Nótese también
la reiteración y paralelismo profético que se aprecian tanto en los registros de
Mateo y Marcos: en Mt. 24:6 (Mr. 13:7) mediante una afirmación directa Jesús
dice “porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”,
mientras que el Señor en Mt. 24:8 (Mr. 13:8c) usa una figura de significado que
reitera la misma idea “Y todo esto será principio de dolores [de parto]”. Se ve
una alternancia entre afirmaciones expresadas en lenguaje directo y sentencias
que constituyen tropos.
[1]
Gayo Suetonio Tranquilo, Vidas de los doce césares, 6.39 (Nerón, 39).
[2]
Josefo, Antigüedades 20.2.5, 20.5.2.
[3]
Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 322, Guerras 6.5.3.
[4]
Varios documentos romanos afirman que Nerón, el César de ese momento, fue muy
afectado por este evento —interpretándolo como un mal presagio— lo cual gatilló
en él un frenesí de paranoia.
[5]
Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, Tomo V Evangelios, pág. 902.
[6]
Josefo, op. cit., pág. 225, Guerras 4.4.5.