6.4 El lenguaje en la profecía: Integridad de la profecía
Existe una práctica que se usa al interpretar la profecía llamada ‘el
doble cumplimiento’ lo cual es una forzosa y mala aplicación de la ‘perspectiva
profética’.[1]
El doble cumplimiento consiste en hallar arbitrariamente más de un cumplimiento
histórico a una profecía habiendo casos en que no se atribuyen simplemente dos
cumplimientos, sino múltiples.
Así como las profecías tienen un profeta que las pronuncia y un receptor
particular —que puede ser un individuo, una nación u otro colectivo, pero
siempre definido— también estas deben tener un único cumplimiento. Darle a una
profecía más de un cumplimiento, la diluye al punto que puede significar
cualquier cosa, atentando contra su integridad y propósito. Milton Terry dice
respecto a esto:
Pero en el instante que admitimos
el principio de que ciertas partes de la Biblia contengan un sentido oculto o
doble, introducimos en el santo libro un elemento de incertidumbre y
trastornamos toda posibilidad de interpretación científica. Dice el doctor
Owen: ‘Si la Biblia tiene más de un significado, no tiene significado alguno’.
Ryle dice: ‘Sostengo que las palabras de la Biblia se han dado con la intención
de que tengan un sentido definido y que nuestro objeto principal debe ser el
descubrir ese sentido y luego, adherirnos rígidamente a él... Decir que las
palabras tienen cierto significado meramente porque son susceptibles de ser
estrujadas para hacérselo tener, es una manera deshonesta y peligrosa de
manejar las Escrituras’. Stuart se expresa así: ‘Este plan de interpretación
abandona y hace a un lado las leyes comunes que rigen al lenguaje’.[2]
Existen otros argumentos para defender la idea del doble cumplimiento:
como que hay Escrituras que tienen un cumplimiento en el Antiguo Testamento,
pero en el nuevo pacto se le encuentra un nuevo cumplimiento al citárseles. Sin
embargo, este se refiere a la construcción de la figura llamada tipo, y tal
como se ha descrito anteriormente,[3] los únicos
autorizados para inspiradamente hacer este tipo de interpretación[4] son los
hagiógrafos, por lo que respecto a la profecía no podemos atribuir varios
cumplimientos de un texto. Por otro lado, ya que en su sentido pleno muchas de
las referencias del Antiguo Testamento en el nuevo tuvieron su fiel y cabal
cumplimiento a su tiempo, el tipo no se refiere a un doble cumplimiento como
tal sino a una clase de símbolo; a algo propio del lenguaje figurado
comparativo y tan común de la comunicación judía, como se ha venido exponiendo.
No es lógico pensar que el judío del siglo I, conocedor de las Escrituras,[5] literalmente
entienda que se está presenciando un segundo cumplimiento de algo que ya se
cumplió en el pasado, más bien tomaban estos elementos para hacer un paralelo
entre lo acontecido en la antigüedad y lo sucedido con la irrupción de Cristo,
haciendo de lo antiguo y bien conocido un tipo de lo inaugurado, esto con el
fin de hacer más comprensible estos hechos nuevos, pero que tenían ciertas
similitudes y puntos análogos de comparación con hechos antiguos.
Al margen de los argumentos escriturales que se puedan formular para
sostener la idea de varios cumplimientos de un texto, el principio del doble
cumplimiento desmorona la credibilidad de una profecía en su fin de predecir
algún evento futuro. Si Dios formula una profecía, se espera que esta se cumpla
simple y llanamente, ya que Él habita fuera de las limitaciones temporales del
hombre —entonces conoce todo— y a su vez Él es el creador del tiempo mismo y ha
predestinado y articulado los acontecimientos sujetos al tiempo; no se espera que
Dios, con su omnipotencia y omnisciencia, haga predicciones ambiguas del futuro
que se refieran a aspectos generales de la vida y que sean aplicables a muchas
situaciones posibles, que perfectamente puedan provenir de la imaginación
humana.
Si una profecía puede referirse a muchos eventos similares esparcidos en
el tiempo, no puede demostrarse que semejantes predicciones hubiesen tenido
algún cumplimiento comprobable como demanda al respecto Dt. 18:22.
Al atribuirle a la profecía un cumplimiento referente a verdades
universales o a un simbolismo generalizado para comunicar para la lucha del
bien contra el mal, está reduciendo tal profecía bíblica a vaguedades propias
de la charlatanería y el sortilegio corriente; se hace espuria y corruptible.
De forma análoga al alegato de los reformadores en contra de la cuadriga y el
alegorismo imperante de aquel tiempo para interpretar las escrituras, dar más
de un cumplimiento a una profecía diluye y desautoriza las Escrituras.
Buscar otro cumplimiento en una profecía, más allá del que ya se ha predicho
y cumplido bajo claras referencias de destinatarios, tiempos y propósitos es
arbitrario. Si un pasaje de la Biblia ha de profetizar un evento definido hacia
el futuro desde el momento en el cual fue escrito, luego si este evento es
cumplido, debe simplemente entenderse la profecía como cumplida.
Como se ha dicho anteriormente,[6] las Escrituras deben tener solo una correcta interpretación, pero pueden tener múltiples aplicaciones. Ahora una aplicación se debe entender como una idea extraída del texto para darle un uso asimilable a las necesidades contemporáneas, idea que debe por lo demás ser concordante orgánicamente con las Escrituras en general. Estas aplicaciones de las Escrituras, en ningún caso, pueden ponerse al nivel de la interpretación exegética de un texto, el cual constituye plenamente su significado. Finalmente, no hay argumentos hermenéuticos para hallar varios cumplimientos de las Escrituras, no es ninguna exigencia propia del lenguaje recurrir a esto, ni el texto ni su contexto han de requerir buscarle más correspondencias históricas a la profecía de las que en sí detalla. Esto más bien obedece a una necesidad teológica para congeniar algunas interpretaciones erróneas y evitar contradicciones internas en la doctrina; surge exclusivamente cuando de no usarse el recurso del doble cumplimiento, se cae en una contradicción con otro pasaje y no es un recurso utilizado en otras situaciones. Esta práctica es totalmente contraria al concepto de exégesis.
[1]
Si bien no se desconoce el hecho que hay profecías y promesas de Dios hechas en
el Antiguo Testamento (como la promesa de Abraham de una descendencia numerosa
y una posesión de la tierra de Canaán) que se cumplen plenamente en el nuevo
pacto, las cuales se entienden bajo un pleno cumplimiento ulterior, el
reconocimiento de estos cumplimientos proféticos se hace bajo la voz autorizada
de los hagiógrafos, entendiéndose como tipos o simbolismos.
[2]
Terry, op. cit., págs. 202-203.
[3]
Ver capítulo cuatro: Figuras literarias de significado, sección sobre
Simbolismo.
[4]
Se le conoce como interpretación el tipo midrásica.
[5]
Los judíos entendían los pasajes en su contexto completo, no como pasajes
aislados. Sin embargo, tomaban elementos de las Escrituras ilustrar y simbolizar
otras enseñanzas.
[6]
Ver capítulo dos: Métodos de interpretación, sección sobre Método
Gramático-Histórico.