3.1 Características del lenguaje hebreo: Paralelismo

 


En el lenguaje hebreo clásico había un número muy limitado de palabras que los escritores podían usar para elaborar las Escrituras. Según el diccionario Strong,[1] el número de palabras usadas en el Antiguo Testamento son 8.674.[2] Como referencia el Diccionario de la lengua española[3] tiene 195.439 acepciones. José M. Martínez estima que hoy en castellano, una persona de mediana cultura usa entre 20.000 y 30.000 palabras.[4] Esta restricción marcó la forma que los antiguos hagiógrafos hacían textos poéticos, sin la estructura de verso con la métrica[5] y rima[6] actuales, ya que la limitación de palabras no permitía formar versos con la libertad que tienen los usuarios de los lenguajes actuales. La manera de hacer poesía en aquel tiempo era mediante ciertas estructuras en el texto como los paralelismos, quiasmos, antítesis, acrósticos, elipsis entre muchos otros. Muchas de estas estructuras a su vez tienen sub clasificaciones.

De los recursos estilísticos utilizadas por los hebreos para conformar sus textos poéticos, el más utilizado es el paralelismo sinónimo o simple, el cual era equivalente a la rima occidental respecto a la magnitud de su uso dentro de la poesía. A diferencia de la rima que consiste en una armonía de sonidos entre verso y verso, el paralelismo sinónimo presenta una armonía de ideas entre verso y verso;[7] como su nombre lo indica, la forma en que se plasmaba el estilo poético en los textos era repitiendo ideas sinónimas usando palabras diferentes. Los casos de este fenómeno son abundantes tanto en el antiguo como en el Nuevo Testamento, ya que el paralelismo simple es el componente primordial de la poesía hebrea, y su uso también es muy común en la prosa. Por ejemplo, en la poesía tenemos:

 

-El testigo falso no quedará sin castigo,

-y el que habla mentiras no escapará. (Pr. 19:5).

 

-lamentaré y aullaré,

-y andaré despojado y desnudo;

-haré aullido como de chacales,

-y lamento como de avestruces (Miq. 1:8).

 

Debido a la influencia del paralelismo en el usus loquendi de los hebreos, en prosa podemos encontrar expresiones como:

 

-Al que te pida, dale;

-y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses. (Mt. 5:42).

 

El paralelismo en el lenguaje de los judíos tiene muchas variantes y no siempre corresponde a dos frases sinónimas simples adyacentes; la subordinación de una idea frente a otra, ya sea sintetizando lo anterior, usando una negación de la idea anterior o desarrollando la idea anterior también constituyen paralelismos. El paralelismo no se trata de decir lo mismo con palabras diferentes; la segunda parte del paralelismo desarrolla la primera parte de forma notable y de diferentes formas. Así, existe el paralelismo antitético, que reitera la idea anterior, pero en sentido negativo, como en el ejemplo anterior (Pr. 19:5), siendo esta forma muy común en los proverbios. Otra expresión del paralelismo es formarlos de 3 o más versos, como en el siguiente ejemplo:

 

-Pedid, y se os dará;

-buscad, y hallaréis;

-llamad, y se os abrirá. (Mt. 7:7).

 

También hay paralelismos que más que una simple reiteración de ideas, expresan una correlación de causa-efecto, como en el siguiente ejemplo:

 

-He aquí que Damasco dejará de ser ciudad,

-y será montón de ruinas. (Is. 17:1).

 

Los paralelismos también son formados por ideas más complejas y no se rigen por métricas que establezcan cantidad de palabras o una exacta correspondencia, pueden tomar formas más libres, como en el siguiente ejemplo:

 

-Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

-Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. (Is. 53:4-5).

 

Si bien el v. 4 frecuentemente es aplicado en el sentido que el Mesías en su muerte cargó literalmente nuestras enfermedades físicas y malestares, una interpretación que considere los principios del estilo hebreo de hacer poesía y a su vez profecía como el paralelismo, nos muestra claramente que hay dos ideas que se repiten tanto en el v. 4 como en el 5: que el Ungido cargó nuestro mal y que sobre él fue la condena de nuestro castigo. Para un judío[8] la enfermedad era símbolo y reflejo de pecado. También en el libro de Isaías podemos encontrar otros casos de paralelismos con cierta complejidad y aglomerando varias ideas, como en Is. 52:13-15 o en 55:6-7. Bajo estas consideraciones es claro que estos versículos no hablan sobre dos ideas distintas, sino sobre la misma idea expresada en forma reiterativa con términos distintos como era la costumbre en la poesía de aquel tiempo. Este es un ejemplo de cómo se aplica el reconocimiento de las figuras literarias de la Biblia con el método gramático-histórico, sin caer en literalismos sin sentido que nos hagan interpretar por ejemplo que Jesús padeció por nuestros resfriados o diabetes actuales.

En general, para cada figura literaria a analizar, cada autor destacado en el área propone una clasificación distinta para cada figura, y en el caso de los paralelismos también hay varias clasificaciones diferentes y sub clasificaciones que son interesantes de analizar, pero lo relevante para este estudio es lograr reconocer estas figuras y considerarlas en la exégesis, independiente del nombre en particular que algún autor le pueda dar.

[1] Strong, Nueva concordancia Strong Exhaustiva, Diccionario de palabras hebreas.

[2] Cifra referencial, hay algunas entradas al diccionario que han sido eliminadas.

[3] Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, Vigesimotercera Edición (Madrid: Espasa, 2014). Naturalmente en un texto en español cualquiera, el número de palabras usadas es mucho menor, pero se entrega este dato para comparar.

[4] Martínez, Hermenéutica Bíblica, pág. 163.

[5] Estructura de un verso, donde se regula el número de sílabas y la posición de acentos.

[6] Consonancia entre los sonidos finales de los versos.

[7] Martínez, Hermenéutica Bíblica, pág. 321.

[8] William Barclay en su comentario a Marcos 1:40-45 (donde Jesús sana a un leproso) nos dice que “[Los judíos] Creían que si una persona estaba sufriendo, sería porque había pecado”. También dice al respecto que “Para los judíos, un enfermo era alguien con quien Dios estaba enfadado (…) Nosotros no establecemos la relación de causa a efecto que hacían los judíos; pero cualquier judío habría estado de acuerdo en que el perdón de pecados era condición previa y sine qua non para la curación”. William Barclay, Comentario al Nuevo Testamento por William Barclay. Obra completa (Barcelona: Editorial CLIE, 2006), pág. 209.

Craig S. Keener en su comentario al mismo pasaje de Mateo precisa que para el caso de la enfermedad de la lepra los maestros judíos la relacionaban al pecado de la calumnia.

Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia. Nuevo Testamento, Décima Edición (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2017), pág. 134.

Entradas populares de este blog

11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico

Presentación del blog e introducción al libro