7.2 El día de Jehová: Isaías 19
Tenemos otra sentencia a una nación extranjera. En este oráculo no
encontramos una expresión como ‘el día de Jehová’ o algún indicador temporal
para compararlo con el tiempo que tardó en cumplirse la profecía, sin embargo,
hay una expresión bastante particular en el ver. 1 que es notable de destacar.
Profecía sobre Egipto. He aquí que
Jehová monta sobre una ligera nube, y entrará en Egipto; y los ídolos de Egipto
temblarán delante de él, y desfallecerá el corazón de los egipcios dentro de ellos.
(Is. 19:1).
Rasgando el cielo, descendió,
pisando sobre oscuros nubarrones. Montando sobre un querubín, surcó los cielos
y se remontó sobre las alas del viento. Hizo de las tinieblas su escondite, de
los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba. De su radiante
presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos. (Sal. 18:9-12 NVI).
El SEÑOR es lento para la ira,
imponente en su fuerza. El SEÑOR no deja a nadie sin castigo. Camina en el
huracán y en la tormenta; las nubes son el polvo de sus pies… ¿Quién podrá
enfrentarse a su indignación? ¿Quién resistirá el ardor de su ira? Su furor se
derrama como fuego; ante él se resquebrajan… Pero destruirá a Nínive con una
inundación arrasadora; ¡aun en las tinieblas perseguirá a sus enemigos! (Nah.
1:3, 6, 8 NVI).
Este tipo de expresiones se refiere a elementos innegablemente figurados
para hacer referencia a alguna manifestación de Dios mediante instrumentos
comunes al hombre. En Sal. 104:3 hay también una expresión semejante sobre Dios
montado sobre las nubes, más no para juicio, sino para destacar su poderío y
grandeza. También hay casos en que Dios actúa aparentemente directamente desde
la nube de gloria (Ex. 14:24-25).
Destacable es que en el Nuevo Testamento tenemos una expresión semejante
que se refiere al acontecimiento de la segunda venida de Jesús: “…y verán al
Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”
(Mt. 24:30, cf. Mt. 26:64) y se repite en otros lugares como Ap. 1:7 y 1 Tes.
4:17; este pasaje de Isaías y los otros pasajes aludidos en esta sección desde
ya nos pueden adentrar en la naturaleza del cumplimiento que debiese tener lo
anunciado por Jesús.
Levantaré egipcios contra egipcios,
y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra
ciudad, y reino contra reino… Y entregaré a Egipto en manos de señor duro, y
rey violento se enseñoreará de ellos, dice el Señor, Jehová de los ejércitos. (Is.
19:2, 4).
Ya se vislumbra que ‘el día de Jehová’ se refiere a cuando Dios actúa
mediante instrumentos para juzgar a una nación o pueblo. No obstante, el
lenguaje utilizado para describir el evento suena como el fin de la creación,
pero fue solo el fin de la ‘tierra’[7] sobre la cual se
profetiza. Se dijo que Dios se posó sobre una nube dirigiéndose a Egipto para
juicio. No montó Dios una nube hacia Egipto corporalmente; los asirios destruyeron
Egipto —junto a los etíopes y a las revueltas internas.
Ahora bien, el lenguaje para indicar este juicio terrenal es el de las
imágenes celestiales para apuntar a la realidad que el Señor es quien está
determinando y coordinando estos eventos, que en el fondo es lo más relevante
que se quiere comunicar a los israelitas; destacando la soberanía y justicia de
Dios.
Y las aguas del mar faltarán, y el
río se agotará y secará. Y se alejarán los ríos, se agotarán y secarán las
corrientes de los fosos; la caña y el carrizo serán cortados. La pradera de
junto al río, de junto a la ribera del río, y toda sementera del río, se
secarán, se perderán, y no serán más. Los pescadores también se entristecerán;
harán duelo todos los que echan anzuelo en el río, y desfallecerán los que
extienden red sobre las aguas. (Is. 19:5-8).
[1]
קַל, “qal” (H7031). La BTX3 traduce más
apropiadamente este término como ‘veloz’. Franz. J. Delitzsch puntualiza que se
trata de una nube delgada clara y veloz, lo contrario a un nubarrón denso.
C. F. Keil y F. J. Delitzsch, Comentario al
texto hebreo del A. T.: Isaías (Barcelona: Editorial CLIE, 2016), pág. 330.
[2]
Walton et al., Comentario del contexto cultural de la Biblia, Antiguo
Testamento, pág. 684.
[3]
Considerando que el ministerio de Isaías se entendió entre el 760 y el 713
a.C., el cumplimiento de esta profecía tuvo cumplimiento en un plazo menor a 44
años.
[4]
Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo I, el
Antiguo Testamento, pág. 580.
[5]
Ibíd. pág. 581.
[6]
Walton et al., op. cit., pág. 685.
[7]
Notar que en ningún caso se usa este término como el nombre propio del planeta.