2 Métodos de interpretación (Introducción)

 


De manera inconsciente, todos quienes se enfrentan a cualquier texto usan algún método de interpretación. Mientras se lee se van tomando decisiones de interpretación y se da un significado a cada expresión que aparece, a cada línea y a cada cuerpo de texto. El significado que se le da a estas porciones de escritura generalmente es congruente entre quienes, al leerlas, hacen una interpretación de ellas, pero también hay divergencias en la interpretación. Un grupo de lectores de una misma porción de escritura puede hacer interpretaciones muy distintas. Si bien hay muchos factores que explican este fenómeno, ya que desde que la humanidad ha tenido la capacidad de comunicarse cada receptor de un mensaje ha sido un intérprete, uno de los factores más importantes es el método de interpretación.

Dentro de la hermenéutica, el método que utilicemos para interpretar la Palabra del Señor será fundamental para lograr buenos resultados en esta tarea. El uso de un método u otro puede dar como resultado interpretaciones incluso opuestas a un mismo texto.

El objetivo siempre debiera ser llegar a comprender lo que el autor quiso transmitir a sus lectores u oyentes directos. No debiese ser el objetivo tratar de forzar los textos a decir otra cosa distinta a la que el comunicador quiso transmitir con el fin de defender alguna idea preconcebida de quien interpreta. Otro fenómeno que sucede al interpretar las Escrituras es el de añadir al texto ideas que a primera impresión pueden parecer correctas y pueden ser muy persuasivas para quienes las oyen, pero que son ideas surgidas producto de la inventiva e imaginación del intérprete y del desentendimiento del sentido original del texto. Es también usual que al momento de enfrentarse a las Escrituras se haga una lectura superficial del texto, sin considerar ciertos aspectos como el momento en la historia en el que fue escrito, el uso de figuras literarias, el contexto, la consideración de estar en frente a una traducción de un texto escrito en otro idioma, entre otros aspectos que resultan en una lectura inadecuadamente literal y descontextualizada de las Escrituras. Estos cuatro casos son algunos de los muchos métodos que se han utilizado en la historia para intentar acercarse a las Escrituras y comprenderlas, estos ejemplos corresponden a los métodos gramático-histórico, dogmático, alegórico o místico y literalista rígido.

Estos métodos de interpretación bíblica se originan a partir de la concepción que tiene el intérprete sobre las Escrituras. Así, una forma de acercarse a las Escrituras que se comenzó a ocupar por parte de ciertos maestros judíos desde el siglo XII[1] era buscar significado y sabiduría en cada palabra y cada letra que se utilizaba en las Escrituras, sobre todo en la ley, transformando las letras en sus equivalentes numéricos —así como en muchos lenguajes antiguos, cada letra tenía una correspondencia numérica—, sumando cada número de la palabra[2] y relacionando las palabras que tienen el mismo valor, ya que se especulaba que estos vocablos debían tener alguna conexión. También se intercambiaban las palabras que tenían el mismo valor numérico. Es así que concluyeron cosas como que “cuando el vino entra, el secreto sale”,[3] ya que las letras de las palabas “vino” y “secreto” en hebreo, transformadas en números, sumaban 70. Quienes aplicaban este método concebían que las Escrituras tenían un significado místico, incluso cada palabra y cada letra tenía un motivo de ser, más allá de su función normal en una oración. Esto provenía de la creencia que el Creador mismo de todas las cosas, incluyendo las 22 letras hebreas, tenía un propósito superior y más profundo en su revelación que debía ser hallado en lo recóndito de las Escrituras. Se creía que las letras hebreas fueron entregadas por Dios mismo y que por lo tanto contenían claves ocultas al combinarlas. Esto formaba parte de la cábala judía.[4] Este ejemplo no debe ser considerado como un método de interpretación como tal, más bien es una situación extrema que muestra como la concepción de las Escrituras influye en cómo se interpreta.

En el tiempo de la reforma, uno de los objetivos era poner fin al método de interpretación llamado la cuadriga. Éste consistía en un método cuádruple de interpretación que comenzó el tiempo patrístico. En el principio consistía en alegorizar en su interpretación bíblica. En la Edad Media el método cuádruple fue establecido firmemente, examinando cada texto en busca de cuatro significados: literal, moral, alegórico y anagógico —éste último es sobre el significado respecto de la esperanza futura.[5] Naturalmente esto complicaba el texto al darle varios significados simultáneos, dentro de los cuales la alegoría tenía preponderancia. El método de la cuadriga le quitaba propósito y autoridad a las Escrituras al transformarlas en algo más bien relativo y subjetivo, otorgándole indirectamente más autoridad al Magisterio de la Iglesia. Lutero abogaba por el sensus literalis,[6] que básicamente consistía en un método que intentaba hallar el sentido directo y llano de las Escrituras, haciendo énfasis en que, aunque un texto pueda tener varias aplicaciones, tiene un solo significado correcto.[7]

Como se puede ver, el uso de algún método de interpretación ha sido sumamente relevante en la historia y debido a esto se han originado distintas corrientes de pensamiento. Ha habido muchas otras formas de interpretación, de hecho, Louis Berkhof[8] describe 5 maneras de interpretación dentro de la historia del judaísmo y 12 principios hermenéuticos dentro del cristianismo, de los cuales varios han tenido sub-variantes en el tiempo, F. W. Farrar, en su clásico libro History of Interpretation,[9] describe muchas más corrientes, escuelas y autores relacionados al campo de la hermenéutica y los métodos utilizados por ellos. Estos métodos históricos de alguna u otra forma tienen tendencias clasificables, pudiéndose catalogar a grandes rasgos dentro del espectro de los métodos que se inclinan hacia algún extremo interpretativo, como el método Alegórico y el Literalista Rígido. El punto óptimo; la postura más centrada entre estos extremos es el método Gramático-Histórico. Por un asunto práctico, solo se presentarán a continuación estos tres métodos, dentro los cuales se pueden asociar los muchos otros desarrollados en la historia.



[1] Berkhof, Principios de interpretación Bíblica, pág. 16.

[2] A este proceso se le conoce como guematría.

[3] La Mishná, orden de Moed, tratado de Eruvin 65a. Este tipo de análisis se practicaba también griego, conocido como la isopsefía.

[4] Si bien la guematría se utilizaba desde tiempos remotos y también el mismo principio era utilizado en otros sistemas de escritura, la cábala (del hebreo “recibir”) judía utiliza esta herramienta (junto a otros métodos de análisis y procesamiento de texto) para la interpretación mística y alegórica de la ley (los 5 primeros libros del Antiguo Testamento), tratando de hallar en ese texto el significado del mundo y el más allá. Pretende interpretar los sentidos ocultos de los cinco libros y en ellos busca la revelación e iluminación. Para los cabalistas, el lenguaje es creador y la ley contiene todos los textos, todas las combinaciones que pueden darse para crear otros mundos y otras realidades. Procedían bajo el supuesto de que toda la masora (configuración de versículos, palabras, letras, vocales, puntos y acentos) fueron dados a Moisés en el Monte Sinaí, y que el número de letras, cada una de las letras, su transposición o substitución, tenía un poder especial y sobrenatural.

[5] Sproul, Cómo estudiar e interpretar la Biblia, pág. 53.

[6] Expresión del latín que significa “Sentido Literal”.

[7] Sproul, ¿Qué es la teología reformada?, pág. 59.

[8] Berkhof, Principios de interpretación Bíblica, págs. 13-38.

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