11.3 Evangelios II: parábolas y anuncios: La entrada en el reino de Dios

 


No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mt. 7:21-23).

 Definiendo lo ya analizado: ‘aquel día’ y la entrada al reino de los cielos, corresponde a la segunda venida de Jesús, al ‘día del Señor’, a La Gran Revuelta Judía en el 70 d.C. Esto limita la búsqueda de quienes dicen “Señor, Señor” a los contemporáneos a Cristo y a su día de juicio, excluyendo así a, tanto a los cristianos modernos como a cualquier persona posterior al año 70.

Por providencia divina con su verdadero pueblo, aquellos desventurados excluidos del reino de Dios quedarían a merced del castigo de fuego del ‘día del Señor’.

Es una tónica en los evangelios sinópticos la condena de Jesús a aquella generación, calificándola de mala y adúltera, sobre todo a la clase religiosa judía; el cuarto evangelio indica de forma más frecuente a los judíos en general como los antagonistas del ministerio de Cristo. Si bien, todos ellos son generalmente los aludidos de forma negativa en muchas de las parábolas de Jesús, acá se refiere a un grupo especial: los falsos profetas. Esto se corresponde con lo que viene siendo la tónica del relato. En el v. 15, Jesús advierte: “Guardaos de los falsos profetas”, en Mt. 24:5, 11 y 24 se advierte de esto también como señal de los últimos días, en las cartas de Pablo también se indica en muchas ocasiones —principalmente en las cartas a Timoteo (1 Ti. 1:3, 4, 6, 7, 19, 4:1-3, 6:20, 21, 2 Ti. 2:16-18, 3:1-6, 8, 13, 4:3-4)— de falsos profetas asociados a los últimos días. Posiblemente, muchos de estos profesaron aparentemente fe por Cristo en algún momento, pero se volcaron a otras doctrinas como volver a prácticas legalistas para hacerse judaizantes, dejando así de lado la gracia del nuevo pacto y su gozo, o quizá cayeron en otro tipo de engaños, o cayeron en vanidades propias, buscando de alguna forma ser reconocidos y exaltados (ver Mt. 13:5-7, 20-21).

La relación de esto con el ‘día del Señor’ se ve en que un factor que incidió en que los judíos iniciaran la revuelta contra los romanos, fue precisamente que falsos profetas incitaron a los judíos a la rebelión, asegurándole al pueblo, mediante supuesta revelación de Dios, que tendrían asegurada su victoria en contra de los invasores ya que Dios estaba con ellos, de forma semejante quizá a lo relatado en 2 Re. 19:35 contra los asirios. El testimonio de Josefo sobre esto es abundante y claro:

 

Porque aquellos hombres, engañadores del pueblo, pretendiendo con sombra y nombre de religión hacer muchas novedades, hicieron que enloqueciese todo el vulgo y gente popular, porque se salían a los desiertos y soledades, prometiéndoles y haciéndoles creer que Dios les mostraba allí señales de la libertad que habían de tener.[1]

 

Pero mayor daño causó a todos los judíos un hombre egipcio, falso profeta: porque, viniendo a la provincia de ellos, siendo mago, queríase poner nombre de profeta, y juntó con él casi treinta mil hombres, engañándolos con vanidades, y trayéndolos consigo de la soledad adonde estaban, al monte que se llama de las Olivas, trabajaba por venir de allí a Jerusalén, y echar la guarnición de los romanos, y hacerse señor de todo el pueblo.[2]

 Incluso en los momentos de asedio, la esperanza del pueblo se sostenía en gran medida por el testimonio de estos falsos mesías y falsos profetas de Dios. Josefo documenta:

 

El miserable pueblo, creía a los que les engañaban en nombre de Dios. Las señales que se mostraban, manifiestamente anunciaban la inminente destrucción, pero ni las advertían ni aun las querían creer, estaban atónitos y sin sentido, como hombres ciegos y sin almas, disimulaban todo cuanto Dios les descubría.[3]

 El día 9 de Av del año 3.830 del calendario hebreo,[4] en ‘aquel día’, cuando es destruido el Segundo Templo y con ello la esperanza[5] de los judíos de ser favorecidos por Dios ante la invasión de los romanos, estos que supuestamente profetizaron en el nombre de Dios: haciendo —como dice Josefo— prodigios y cautivando a la multitud, son aquellos a quienes se refirió Jesús en este dramático anuncio. “Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (v. 23).

    Jesús instaba en este sentido a la prudencia. En los versículos siguientes, Jesús en alegoría indicó que el hombre prudente resistiría el momento de prueba, esto se logra “[haciendo] la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (v. 21), ya que “cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente” (v. 24), más que con prodigios o milagros falsos o mal intencionados que les conducirían a su propia destrucción. A estos imprudentes les esperaría un duro destino: “y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” (v. 27).

[1] Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 128, Guerras 2.13.4.

[2] Ibíd. Guerras 2.13.5.

[3] Ibíd. pág. 322, Guerras 6.5.3. cf. Antigüedades 20.8.6.

[4] 30 de agosto del 70 d.C. del calendario gregoriano.

[5] Luego de 5 meses de resistencia, al caer el Templo los judíos se desmoralizaron tremendamente: luego de esto, Jerusalén completa cayó en poco más de una semana porque los judíos habían comprendido que no contaban con el favor de Dios, siendo entregados a la maldición del dominio extranjero (Mal. 4:6, Lev. 26:14-17). Los falsos profetas influyeron enormemente en hacer creer al pueblo que Dios les favorecía, e incluso, que Dios mandaba a rebelarse contra los romanos por ser paganos, como en la Revuelta de los Macabeos (167–160 a.C.) contra Antíoco IV Epífanes, donde lograron prevalecer sobre el poder griego seléucida y expulsar a los paganos idólatras que les dominaban.

Entradas populares de este blog

11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico

Presentación del blog e introducción al libro