7.4 El día de Jehová: Abdías

 


Visión de Abdías. Jehová el Señor ha dicho así en cuanto a Edom: Hemos oído el pregón de Jehová, y mensajero ha sido enviado a las naciones. Levantaos, y levantémonos contra este pueblo en batalla. (Abd. 1:1).

 Resulta inquietante el análisis de las profecías apocalípticas, ya que más que meros acontecimientos históricos humanos, estamos ante verdaderas manifestaciones del Dios omnipotente en contra de un pueblo específico; es una embestida directa de parte del creador para destruir a un país completo debido al pecado que ha cometido. En este caso vemos en el libro de Abdías la reiteración de la profecía de Is. 34 sobre Edom. Una diferencia con la profecía de Isaías es que para este entonces Jerusalén ya había caído a manos de los babilonios y se puede determinar mucho más precisamente el momento histórico en que se escribió: si consideramos que Jerusalén cayó a mano de los caldeos el 587-586 a.C. y que luego estos mismos babilonios destruyeron Edom el 583 a.C., tenemos una ventana de 5 años entre el pronunciamiento de este oráculo y su cumplimiento. Notar que Abdías habla que las naciones deben ‘levantarse… en batalla’, para referirse a una guerra o invasión corriente contra ‘este pueblo’, el cual no puede ser otro más que Edom. Jehová también se incluye en este juicio al decir ‘levantémonos’, tomando tanto el protagonismo como la iniciativa.

 

He aquí, pequeño te he hecho entre las naciones; estás abatido en gran manera. La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra? Si te remontares como águila, y aunque entre las estrellas pusieres tu nido, de ahí te derribaré, dice Jehová. (Abd. 1: 2-4).

 Como se ha anticipado en el comentario anterior de Is. 34, este pueblo era conocido por hacer viviendas, fortalezas y palacios en las rocas, sobre acantilados. Se trata de una zona montañosa con elevaciones de hasta 1.800 metros sobre el nivel del mar, con pasos estrechos, cavernas y ciudades de muy difícil acceso, donde la geografía les favorecía a los habitantes locales ante una situación de guerra. Esto les daba seguridad por la sensación de indestructibilidad por lo impenetrable e inaccesible de sus construcciones. Así como en Is. 34, nuevamente aparecen las alusiones a aves anidando en Edom, esta vez como símil respecto a sus construcciones en altura.

En estos juicios Dios confronta al hombre con su fuente de seguridad material. De la forma que en Is. 13:17 Dios anula la posibilidad de que el preciado oro de los babilonios les salve del juicio y de la manera en que en Is. 19:5-8 se ataca al Nilo como fuente de transporte y sustento, acá el Señor menosprecia las fortalezas en altura de los Edomitas; es capaz de superar aquel aparente desafío humano. En el juicio neotestamentario anunciado por Jesús, y de forma similar, el Señor menosprecia el hecho que los judíos sean descendientes de Abraham (Mt. 3:8) o las imponentes construcciones que los judíos tenían para guarecerse (Mt. 24:2) como factores que puedan salvarlos del día de su castigo.

 

¿No haré que perezcan en aquel día, dice Jehová, los sabios de Edom, y la prudencia del monte de Esaú? Y tus valientes, oh Temán, serán amedrentados; porque todo hombre será cortado del monte de Esaú por el estrago. (Abd. 1:8).

 La primera expresión de este verso es análoga a ‘el día de Jehová’. Se trata de un ‘día de Jehová’ distinto por ejemplo al de Is. 13 o 19, pero es el mismo juicio que en Is. 34, pudiendo dos profecías que hagan referencia al ‘día de Jehová’ tener el mismo cumplimiento; apuntar al mismo acontecimiento, siempre y cuando estas profecías se estén refiriendo al mismo pueblo y en el mismo tiempo.

 

Por la injuria a tu hermano Jacob te cubrirá vergüenza, y serás cortado para siempre. El día que estando tú delante, llevaban extraños cautivo su ejército, y extraños entraban por sus puertas, y echaban suertes sobre Jerusalén, tú también eras como uno de ellos… Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia. (Abd. 1: 10-11, 14).

 En el ver. 10 se mezcla la eponimia con la imagen y la metáfora al referirse a Idumea y a Judea de acuerdo al nombre de los patriarcas que las originaron —hermanos de sangre—, pero extendiendo su relación de hermandad hacia sus descendientes como si fuesen también hermanos. Esto agrava la situación, ya que no se trata de gentiles comunes sino de una relación que debiese haber sido fraterna. El pecado de los edomitas está detallado en lenguaje literal que presentan los versículos 11 y 14, que no consistió solo en no brindar auxilio a sus hermanos, sino que fueron por que los otros pueblos al matar a los israelitas en su momento de debilidad, aprovechándose de ellos cuando iban por auxilio. Esto históricamente sucedió en el año 586 o 587 a.C. durante la invasión caldea que llevó al exilio a los habitantes de Jerusalén.

 

Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. (Abd. 1: 12-13).

 Una particularidad en la profecía de Abdías es que hace tanto, referencia a un ‘día de Jehová’ para Edom en el ver. 8 como al ‘día de tu hermano’, refiriéndose al reciente ‘día de Jehová’ que recayó sobre los judíos. En el caso del ‘día de Jehová’ para los judíos se le califica como un día de: infortunio, angustia, quebrantamiento y calamidad, viéndose una correspondencia innegable con lo sucedido en la invasión babilónica —y anunciado anteriormente por otros profetas— la cual trastornaría a Judea para siempre. Un ‘día de Jehová’ podía así recaer sobre otros pueblos: en Is. 9:4 hay referencia al ‘día de Madián’ y en Ez. 30:9 se refiere al ‘día de Egipto’, ambos en contexto de juicio. Como se ha visto, en Is. 13 se habla de juicio sobre Babilonia y en Is. 19 sobre Egipto. En Am. 5:18, se refiere a “este día de Jehová”, entendiéndose que es un evento repetible; no singular. Esto reafirma lo que se viene planteando desde el inicio de este capítulo: que el ‘día de Jehová’ no es un único evento, sino que se está refiriendo a varios acontecimientos distintos.

 

Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. (Abd. 1:15-16).

 De la misma manera que en Is. 34:1-2, 5, estamos ante una expresión que castiga a ‘todas las naciones’, pero es claro que este ‘día de Jehová’ se está refiriendo a la destrucción particular de Idumea, destruido en el 583 a.C. mediante los caldeos como retribución a su pecado: “como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza”. En el ver. 16 hay otro elemento de retribución, de la forma es que los edomitas festinaron con la caída de Judea, los babilonios han de festinar y devorarán a Idumea, mediante el uso de una hipérbole formada a partir de un absolutismo: poniendo a ‘todas las naciones’ ahora como instrumento de juicio, pero en la práctica se trató de los caldeos —y a lo sumo algunas otras naciones sometidas que pudieron sumarse a la conquista de Edom— siendo imposible que se refiera literalmente a cada nación del planeta.


    Otro aspecto notable del ‘día de Jehová’ y sus cumplimientos, son los instrumentos que se utilizan para la ejecución de juicios. Como se ha visto, es recurrente el uso de imágenes de ejércitos celestiales o potencias y conmociones astronómicas, pero en la historia se aprecia que se trata de guerras y conflictos terrenales, que sin duda han decretados por Dios para llevar a cabo su plan y no tratándose de meros eventos fortuitos.

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