11.9 Evangelios II: parábolas y anuncios: Parábolas del crecimiento

 


Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas. Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado. (Mt. 13:31-33).

 Si se entiende por definición que el reino de Dios (de los cielos) es el reino que se origina por el nuevo pacto y que se desarrolla a plenitud en el siglo venidero o la nueva era —como se ha argumentado en la segunda parte del libro— se puede concluir entonces que se está refiriendo a la era cristiana. Jesús declaró que el reino de los cielos había llegado.

Ahora bien, estas parábolas están indicando que este reino estaba presente en ese momento solo de manera germinal —como una pequeña semilla de mostaza— con un modesto inicio de solo 11 discípulos fieles. Luego este reino iría creciendo hasta ser el más grande de todos;[1] el reino del Hijo del hombre abarcaría naciones y pueblos más allá de las fronteras de Israel:

 

Y le fue dado [al Hijo] dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido. (Dn. 7:14).

 Si bien esto se puede ver la expansión del reino de Dios en el cristianismo de la actualidad, para el tiempo de los apóstoles la expansión del cristianismo y el reino ya era una realidad. Como dijo Pablo:

 

Primeramente doy gracias a mi Dios mediante Jesucristo con respecto a todos vosotros, de que vuestra fe se divulga por todo el mundo. (Rom. 1:8, cf. Hch 24:5, Col. 1:6, 1:23, 1 Pe 5:9).

 

La fe cristiana para antes del 70 d.C. estaba propagada por el Mediterráneo y el Imperio Romano en general (Rom. 16:25-26); por Asia menor (actual Turquía), Roma, Egipto, Grecia, Partia, el norte de África, e incluso a lugares tan lejanos a Israel como España (Rom. 15:24-28).

Mediante una comparación pragmática, se tiene como tenor el crecimiento del reino de los cielos y como vehículo el crecimiento de la planta de mostaza, el punto de comparación es que a partir de un germen pequeño (algunas pocas personas o una pequeña semilla) se llega a un resultado final grande, el mayor de todos los de su clase (el reino más grande de todos o a la mayor de las hortalizas). [2]

La levadura que se esconde en 3 medidas de harina tiene el mismo punto de comparación, el crecimiento; a partir de algo pequeño —como la levadura— se logra un gran crecimiento, un resultado final sorprendente si se tiene en cuenta su diminuto comienzo.

Una medida (v. 33) equivale a la unidad de medida hebrea “se’ah”, unos 4,5 litros. Se trata de 3 “se’ah” de harina, unos 13 litros.[3] La fermentación y crecimiento de esta cantidad de harina sería entonces notable, así como la expansión del reino de Dios por las naciones gentiles del Imperio Romano.



[1] Tal como se ha planteado en el capítulo ocho: Pactos, eras y reinos, sección sobre Dos reinos

[2] Otro factor a secundario a considerar en el punto de comparación —que se hace más explícito en Mr. 4:26-29— es que el crecimiento se da calladamente, sin que se sepa cómo, de forma escondida, enfocando en que el crecimiento del reino de los cielos no sería determinado por la intervención humana y su esmero, sino por la soberanía de Dios que toma especial control del proceso.

Xabier Pikaza, Comentario al evangelio de Marcos (Barcelona: Editorial CLIE, 2013), pág. 220.

[3] Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, Tomo V Evangelios, pág. 313.

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