11.5 Evangelios II: parábolas y anuncios: Los obreros tardíos
Pero muchos primeros serán
postreros, y postreros, primeros. Porque el reino de los cielos es semejante a
un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para
su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a
su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en
la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo
que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y
novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros
que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día
desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id
también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la
noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales
el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los
que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir
también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos
recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de
familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho
iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Él,
respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste
conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este
postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que
quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los
primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son
llamados, mas pocos escogidos. (Mt. 19:30-20:16).
En la interpretación, iniciando por lo ya analizado, es punto de partida
el entender que los primeros-postreros son los judíos no participantes del
nuevo pacto y los postreros-primeros son los gentiles integrados al nuevo pacto
que no participaron del viejo, junto a ciertos judíos marginales. No obstante,
esta parábola ahonda un poco más en la recompensa entre los postreros-primeros
y los primeros-primeros, los judíos participantes del viejo pacto que SÍ
formaron parte del nuevo pacto.
Por pasajes como Is. 5:1-7 y Jn.
15:1-17 es claro que el hombre padre de familia es metafóricamente Dios Padre y
la viña es su pueblo.[1]
El mayordomo es Jesús, el encargado de dar recompensa, y él recompensaría
de la misma manera con las mismas bendiciones del reino de los cielos tanto a
los judíos que creyeron en él, participando también del trabajoso viejo pacto,
como a los gentiles que no estaban bajo el yugo de la ley, pero que sí se
hicieron parte del nuevo pacto.
La soberanía y la gracia de Dios son clave para entender el motivo: “¿No
me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?”, “¿Te pones celoso porque soy
bondadoso con otros?” (NVI). Para el Señor, no era mayor mérito haber
participado de ambos pactos ni haberse sometido a la carga de la ley porque
solo en Cristo hay algo meritorio de recompensa, y en este sentido se entiende
la frase “os daré lo que sea justo”.
El segundo hemistiquio del v. 16 se vuelca a los primeros, los judíos, enfatizando
en que a estos se les hizo un llamamiento general, pero pocos de estos fueron
los que finalmente recibieron el mensaje del evangelio del reino, siendo estos
los primeros-postreros.
Todo esto viene a quebrar la idea que tenían los judíos sobre el día del
juicio. Debido a que la era venidera estaba estipulada como un tiempo de paz
donde Jerusalén vendría a ser la capital del mundo entero, los judíos deducían
que en el día del juicio Dios humillaría a los gentiles y exaltaría a Israel.[2]
[1]
Para detalles sobre los usos y costumbres judías respecto a la cosecha y el
trabajo de la tierra, consultar Keener, Comentario del contexto cultural de
la Biblia. Nuevo Testamento, pág. 93-94. Más allá de lo general del relato
—que apunta al mismo pago para todos— los detalles como las horas específicas
en las cuales los obreros son llamados no inciden mayormente en la
interpretación global. Intentar hallar significado a cada detalle es caer en
interpretación alegórica.
[2]
Ibíd. pág. 93.