7.5 El día de Jehová: Joel
El libro de Joel tiene la dificultad que no puede ser fechado a ciencia
cierta, por lo que no se puede determinar el tiempo que tardó en cumplirse esta
profecía. No obstante, es válido analizar la naturaleza del ‘día de Jehová’
anunciado repetidamente en este libro profético.
El libro inicia describiendo una plaga de langostas (1:2-12) que según la
tradición del Targum[1] judío se estaría
refiriendo a ejércitos extranjeros invadiendo Judea.[2] La palabra hebrea
para extranjeros o gentiles es גּויי,
“góii”
H1471, y se refiere también a un enjambre de langostas o a un montón de
animales —lo que habla del pensamiento hebreo respecto a la concepción peyorativa
que tenían sobre los extranjeros.[3] Se trataría de una
imagen que mediante hipocatástasis asocia la plaga de langostas con los
ejércitos destructores y el punto de comparación es la devastación que deja a
su paso este masivo enjambre. Sobre esta figura el profeta dice:
¡Ay del día! porque cercano está el
día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. (Jl. 1:15).
Tocad trompeta en Sion, y dad
alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque
viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad,
día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá
un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo
habrá en años de muchas generaciones. (Jl. 2:1-2).
Posteriormente, la profecía describe al ‘ejército de Dios’ asaltando las
ciudades en lenguaje poético y con elementos figurativos. En el ver. 11 del
cap. 2 hay una nueva alusión al ‘día de Jehová’, esta vez asociado a este
ejército:
Delante de él temblará la tierra,
se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas
retraerán su resplandor. Y Jehová dará su orden delante de su ejército; porque
muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande
es el día de Jehová, y muy terrible; ¿quién podrá soportarlo? (Jl. 2:10-11).
Este día grande y terrible se refiere a la destrucción de Sion y del
santo monte de Dios, Jerusalén mediante un ejército extranjero. La catástrofe
que se puede asociar a este hecho es la caída de Jerusalén en el 587-586 a.C. a
mediante Nabucodonosor —rey de la potencia de aquel tiempo— donde se destruyó
el templo, se mató a un gran número de judíos y al resto se les exilió a
Babilonia. El ejército del Señor, instrumento por cual Dios ha ejecutado su
juicio, son los caldeos que sugestivamente son simbolizados mediante una plaga
de langostas.
El sol se convertirá en tinieblas,
y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová. (Jl.
2:31).
Luego de la destrucción, en el cap. 3, en el ver. 1, Dios promete que los
exiliados de Judá y Jerusalén volverán a su tierra, y para quienes tomaron
ventaja de Judá en su ‘día’, el Señor promete venganza:
reuniré a todas las naciones, y las
haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa
de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las
naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron
los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber. (Jl. 3:2-3).
Se les acusa a Tiro, Sidón y Filistea de saquear el templo y de vender a
los judíos como esclavos (3:4-6), lo cual solamente pudo haber ocurrido en el
586 a.C. En condiciones normales el templo no podría haber sido saqueado, ya
que solo los levitas (Israelitas) podían manipular los utensilios y no podían
ingresar extranjeros a ese lugar. El interior del templo era el lugar más sagrado
de los judíos y estaba resguardado; su profanación era motivo de profunda
deshonra para los judíos. Por lo demás, el templo era el centro neurálgico de
Jerusalén, cuidad edificada sobre un monte y amurallada.
También se le juzga a Egipto y a Edom por haber asesinado a los hijos de
Judá (3:19), lo cual también se repite en otros pasajes de la Biblia (Abd., Is.
34, Ez. 25, Jer 49, Lam. 4, entre otros) por el mismo motivo: aprovecharse del
momento de infortunio de Judá. A estos pueblos, y probablemente otros pueblos
vecinos más, se les promete también un ‘día de Jehová’ como retribución a sus
pecados contra Judá:
Juntaos y venid, naciones todas de
alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes… Muchos
pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el
valle de la decisión. (Jl. 3:11,14).
Todas estas referencias al ‘día de Jehová’ se deben entender como
relevantes para el tiempo en el cual se escribieron, ya que se es reiterativo
en señalar la pronta venida de este día y también los pasajes son claros en
señalar a pueblos específicos y contingentes al periodo de la profecía.
Un asunto recurrente en la interpretación del libro de Joel es la
tendencia a considerar un cumplimiento extemporáneo de ciertas partes de esta
profecía, precisamente sobre lo citado por el apóstol Pedro en Pentecostés, en
Hch. 2:16-21, refiriéndose a Jl. 2:28-32:
Y después de esto derramaré mi
Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;
vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también
sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Y
daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día
grande y espantoso de Jehová. Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová
será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha
dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado.
Respecto a al uso de pasajes del Antiguo Testamento en el nuevo, Milton Terry dice:
El gran número de pasajes
paralelos, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, es evidencia de una
armonía y relación orgánica de Escritura a Escritura… Una vez escritos, los
oráculos de Dios se convirtieron en tesoro público y privado de su pueblo. Todo
pasaje que se considerase útil para un objeto dado fue usado por profetas y
apóstoles como posesión común… la comparación de pasajes paralelos es un gran
auxilio en la exposición, llenándola de fuerza.[5]
No obstante, una interpretación más precisa es que todas las referencias
en Joel son acerca del juicio a los jerosolimitanos mediante los caldeos y el
consecuente juicio a las naciones vecinas que sacaron ventaja de Judá; en
ningún momento hay alguna referencia a un cumplimiento que se pueda dar varios siglos
más tarde; todo está estrictamente relacionado a lo sucedido en el 586 a.C. Si
bien no hay registros de un derramamiento del Espíritu en aquel tiempo, no
obstante, como sucedió varias veces en el Antiguo Testamento (1 Sam. 10:10-12,
19-23-24), era totalmente posible que ocurriese un hecho de esas
características en aquel tiempo como señal del renuevo que el mismo libro
profetiza.
Con todo lo que se ha expuesto en esta profecía en particular, —y en
general en este capítulo— no se ha querido decir que toda la profecía del Antiguo
Testamento solo se refiere a acontecimientos cercanos al tiempo en que ha sido
formulado tal oráculo, ciertamente hay profecías que van más allá de lo
contemporáneo del profeta (como las profecías mesiánicas), pero sí es un error
ir por sobre los límites de tiempo que la misma profecía establece y pasar por
sobre el propósito original y por sobre la audiencia pertinente para hacer una
mirada arbitraria hacia el futuro remoto y a un contexto impropio.
Pedro al citar este pasaje está haciendo un tipo;[6] al decir “Mas esto
es lo dicho por el profeta Joel:” (Hch. 2:16) está haciendo una comparación de
la situación que estaba sucediendo en Pentecostés con el derramamiento del
Espíritu Santo —antitipo— respecto a las Escrituras de Joel, donde se alude a una
situación análoga pero claramente en otro contexto: en los sucesos posteriores
a la caída de Jerusalén en el 586 a.C. referentes al renuevo post-exílico. El
propósito de esta expresión —como señala Terry— es realzar el hecho que
acontecía en pentecostés con esta cita de Joel.
Hch 2:16 debe ser entendido como una metáfora, la cual al ser expresada
como símil sería: “Mas esto es COMO, SEMEJANTE A lo dicho por el profeta Joel:
…” De entenderse en un sentido literal, no como una metáfora, se estaría o sosteniendo
un doble complimiento o entendiendo que el cumplimiento se refería precisamente
a aquel momento en el siglo primero.
Es un error considerar esta cita como un doble cumplimiento de la
profecía original; que la profecía está queriendo señalar tanto a lo del siglo
VI a.C. como a Pentecostés. Como se ha aclarado, esto violaría la integridad de
la profecía.[7]
Es claro también que Joel se corresponde coherentemente con los sucesos de la
caída de Jerusalén del 586 a.C. y las posteriores campañas de Nabucodonosor a
los pueblos del Levante mediterráneo; siendo arbitrario sugerir que el profeta
miraba alternadamente entre un futuro medianamente cercano y un futuro muy lejano
cuando no existe ninguna indicación de esta alternancia en el texto. Considerar
esta cita como un tipo introducido mediante metáfora respeta el cumplimiento
auténtico y original de la profecía y permite también aplicar aquellos
acontecimientos pasados a Pentecostés, sin tener que atentar contra la
integridad de la profecía.
[1]
Interpretación en arameo de la biblia hebrea escritos posteriormente al exilio.
[2]
William Sanford Lasor, David Allan Hubbard, Frederic
William Bush, Panorama Del Antiguo Testamento: Mensaje, forma y trasfondo
Del Antiguo Testamento, (Grand Rapids: Libros Desafío, 2004), pág. 431.
[3]
En general los hebreos tenían una alta concepción de ellos mismos por ser el
pueblo del pacto y una mala opinión de los demás, por ser pueblos incircuncisos
o fuera del pacto.
[4]
En hebreo “éretz” y en griego “gé”, refiriéndose a la nación
específica y no al planeta Tierra. Ver comentario a Is. 13:5.
[5]
Terry, Hermenéutica, págs. 211-212, abreviado.
[6]
Ver capítulo cuatro: Figuras literarias de significado, sección sobre
Simbolismo.
[7]
Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre Integridad de la
profecía donde se analiza un caso similar.
[8]
Comprar, por ejemplo: Mt. 8:17 con Is. 53:4; 2 Co. 6:1621118 con Lev 26:12, Is.
52:11 y Ez. 36:28; Jn. 7:18 con Pr. 18:4; Ef. 5:14 con Is. 60:1; Heb. 13:15 con
Os. 14:2, entre otros cambios semejantes.
[9]
G2078, gr. “ésjatos”, al final del tiempo, último, postrero.