9.2 La transición: Una única segunda venida

 


El fin del antiguo reino, el ‘presente siglo’ y el antiguo pacto son el mismo evento y marca el inicio definitivo de lo nuevo. La inauguración de lo nuevo se da con la primera venida de Jesús. El fin de lo antiguo y pleno inicio de lo nuevo sucede con la segunda venida de Cristo, el cual es un único evento que tiene varios aspectos.

La segunda venida trae un conjunto de acontecimientos inseparables entre sí; la segunda venida de Jesucristo no puede desagregarse en varios eventos, dejando algunos aspectos de su segunda venida para un evento y postergando otros para una eventual tercera venida (Heb. 9:28).

 A) El pleno establecimiento del reino de Dios. La segunda venida del Hijo del Hombre es para recibir el reino; instaurarlo con poder. Si bien es cierto —como se vio en la sección anterior— que el reino de Dios es un reino espiritual, necesitaba también de una instauración plena, la cual sucede con la segunda venida.

 

Marcos 9:1

Lucas 9:27

Mateo 16:28

También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el REINO DE DIOS VENIDO CON PODER.

Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el REINO DE DIOS.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al HIJO DEL HOMBRE VINIENDO EN SU REINO.

En los paralelos de este pasaje, hay una equivalencia por metonimia entre la segunda venida de Cristo y el establecimiento pleno de su reino. En este sentido, acercándose a Jerusalén para su entrada triunfal, donde los discípulos esperaban que el Mesías se fuera proclamado como rey de Israel en el trono de David para gobernar y expulsar a los gobernantes ilegítimos, Lucas relata: “prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lc. 19:11), continua el relato con lo siguiente: “Dijo, pues [Jesús]: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver” (v. 12) en una clara metáfora para expresar su ascensión al cielo y su posterior regreso como reinando, descartando la expectativa terrenal, nacionalista e inmediata de sus seguidores.

Le dice Jesús a la mujer samaritana: “Mas la hora viene [esperando la consumación], y ahora es [indicando un futuro inminente],[1] cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad [no sujeto a lo físico, como el monte Sion]; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Jn. 4:23), entendiendo que la verdadera adoración —el reino de Dios— era accesible en aquel momento, pero también esperando su total cumplimiento en su futuro, es decir en su segunda venida.

B) Juicio. El envío de los ángeles para juicio es un componente de la segunda venida de Cristo. “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras” (Mt. 16:27, cf. 13:49-50, 24:30-31). Este pasaje se conecta claramente con lo anterior: que la segunda venida es para el pleno establecimiento del reino de Dios, dejando atrás el antiguo eón o siglo. Usando la imagen de un horno de fuego, la Parábola del Trigo y la Cizaña asocia claramente la segunda venida con el juicio que trae y la inauguración del nuevo reino:

 

…así será en EL FIN DE ESTE SIGLO. ENVIARÁ EL HIJO DEL HOMBRE A SUS ÁNGELES, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el LLORO Y EL CRUJIR DE DIENTES. Entonces los justos resplandecerán como el sol EN EL REINO DE SU PADRE. (Mt. 13:40-43a, énfasis añadido).

 El juicio también toma naturalmente un lenguaje apocalíptico. Si bien no podemos encontrar la expresión ‘el día de Jehová’ en ningún pasaje del Nuevo Testamento,[2] si se anuncia un juicio en expresiones equivalente como “UN DÍA, EN EL CUAL ha de juzgar al mundo con justicia” (Hch. 17:31), “EL DÍA DE LA IRA y de la revelación del justo juicio de Dios” (Rom. 2:5), “…cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando VENGA EN AQUEL DÍA…” (2 Tes. 1:7-10), “De cierto os digo que en EL DÍA DEL JUICIO, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad” (Mr. 6:11, cf. Mr. 13:19,32, Mt. 7:22).[3] El juicio es un único evento y es arbitrario entender que haya varios juicios; que estos pasajes se estén refiriendo a varios juicios diferentes en momentos distintos y para distintos receptores de juicio asociados a varias ‘segundas venidas’ de Jesús.

Un aspecto del juicio es la llamada ‘Gran Tribulación’ de Mt. 24:21. Esto es el aspecto material y tangible del juicio de Dios (Mt. 24:51) y está ineludible y exclusivamente relacionado con la segunda venida (Mt. 24:27,30).

 C) Resurrección. El discurso del monte de los olivos según Mateo incluye un pasaje clave que conecta tanto la segunda venida como el juicio y la resurrección:

 

Cuando el Hijo del Hombre VENGA EN SU GLORIA, Y TODOS LOS SANTOS ÁNGELES CON ÉL, entonces se sentará en su TRONO DE GLORIA, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, HEREDAD EL REINO preparado para vosotros desde la fundación del mundo… Apartaos de mí, malditos, AL FUEGO ETERNO preparado para el diablo y sus ángeles. (Mt. 25:31-34,41, énfasis añadido).

 La resurrección anunciada por Jesús que tiene lugar en el ‘día postrero’ (Jn. 5:24-29, 6:38-40, 6:43-44,54, 11:24) es parte del juicio tanto para los muertos (Jn. 5:27) como para los vivos. Jesús afirmó que en el momento del juicio, de su segunda venida, los muertos se levantarían:

 

Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar. (Mt. 12:41-42, cf. Mr. 6:11).

 Pablo también entendía este juicio a los muertos sucedería en el mismo momento que el juicio a los vivos, lo cual también correspondería con la llegada en plenitud del reino de Dios y con la segunda venida:

 

Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino.

(2 Ti. 4:1).

 Esto también era reafirmado por Pedro:

 

…pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. (1 Pe. 4:5).

 Es artificioso intentar separar la segunda venida de Cristo en varios aspectos de su venida en distintos momentos de la historia, tanto el juicio como la inauguración de su reino y la resurrección son un mismo evento y no es posible concebir otra cosa. Además de la evidencia en las Escrituras, existe una lógica clara detrás del acontecimiento de la segunda venida: el juicio permite purificar el reino de aquellos hacedores de maldad que atribulan en vida a los santos del reino (Mt. 23:13,33, 25:41, 2 Tes. 1:6) y que también han negado el testimonio de Cristo, para que luego estos santos puedan heredar el reino plenamente (2 Tes. 1:5, Mt. 13:43, 25:34) y permitir la resurrección de muertos del reino para disfrutar de aquel reino (Dn. 12:13, Ap. 20:6) y juzgar también a los condenados vivos para aquel momento (Mt. 8:11-12, 12:41-42, Lc. 13:28, Ap. 20:4). La resurrección para juicio es parte integral de la inauguración del reino de Dios. Separar los acontecimientos en distintos momentos de la historia es romper —aparte de la exégesis— también la lógica de este evento.

La evidencia bíblica de la resurrección como evento junto con la segunda venida es también clara en 1 Tes. 4:15-16, 1 Co. 15:52 (cf. Mt. 24:30-31). En Heb. 6:2 se asocia también la resurrección con el juicio y en Lc. 20:34-35 con el siglo venidero. Esto supone la victoria final de Cristo sobre la muerte (1 Co. 15:26,55) como la plenitud del nuevo pacto. En Dn. 12 es claro que se une en un mismo evento la resurrección (v. 2, 13), la gran tribulación (v. 1), el tiempo del fin (v. 9) y la manifestación de los escogidos de Dios: el nuevo pacto en plenitud (v. 3, cf. Mt. 13:43).

 

D) Otros eventos. El arrebatamiento descrito por Pablo en 1 Tes. 4:17 es un evento asociado explícitamente a la segunda venida de Cristo y la resurrección, el ‘juntar a los escogidos’ de Mt. 24:31, la ‘reunión con Cristo’ de 2 Tes. 2:1 y el paso de los cielos y la tierra mediante el deshecho de los elementos de 2 Pe. 3:10 para dar paso a nuevos cielos y tierra de Ap. 21:1, también son acontecimientos que forman parte de la segunda venida, no desasociables entre sí.

Algunos de estos eventos pueden estar refiriéndose a aspectos distintos, a lo mismo o ser alguno de los primeros eventos tres ya descritos en este capítulo —el establecimiento del reino de Dios, el juicio o la resurrección— pero descritos con otro lenguaje y esto se analiza con más detalle en la tercera parte, no obstante, la premisa básica es que todo lo descrito ha de corresponder a la segunda venida de Jesús y no a eventos separados.

Este único evento tiene varias formas equivalentes de ser referido. Así como en el Antiguo Testamento cada juicio era llamado como ‘el día de Jehová’ o ‘aquel día’, ‘el día de la ira (o del furor de su ira)’, ‘venida/visitación de Jehová’, entre otros, en el Nuevo Testamento hay también varias formas de llamar al juicio de Dios:[4]

 

El Fin del Siglo (aión).

Mt. 3:39. “La siega es el fin del siglo”.

Mt. 13:40. “Así será en el fin de este siglo”.

Mt. 13:49. “Así será al fin del siglo”.

Mt. 24:3. “¿Qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo?”

Mt. 28:20. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo”.

Heb. 9:26. “Pero ahora, en la consumación de los siglos”.

 

El Fin.

Mt. 10:22. “El que persevere hasta el fin, éste será salvo”.

Mt. 24:6. “Pero aún no es el fin” (Mr. 13:9; Lc. 21:9).

Mt. 24:13. “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mr. 13:13).

Mt. 24:14. “Y entonces vendrá el fin”.

1 Co. 1:8. “El cual también os confirmará hasta el fin”.

1 Co. 10:11. “A quienes han alcanzado los fines de los siglos”.

1 Co. 15:24. “Luego el fin”.

Heb. 3:6. “Firme hasta el fin”.

Heb. 3:14. “Firme hasta el fin”.

Heb. 6:11. “La misma solicitud hasta el fin”.

1 Pe. 4:7. “El fin de todas las cosas se acerca”.

Ap. 2:26. “El que guardare mis obras hasta el fin”.

 

Los Postreros Tiempos, Los Postreros Días, etc.

1 Ti. 4:1. “En los postreros tiempos algunos apostatarán”.

2 Ti. 3:1. “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos”.

Heb. 1:2. “En estos postreros días [Dios] nos ha hablado”.

Stg. 5:3. “Habéis acumulado tesoros para los días postreros”.

1 Pe. 1:5. “La salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero”.

1 Pe. 1:20. “Manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”

2 Pe. 3:3. “En los postreros días vendrán burladores”

1 Jn. 2:17. “Ya es el último tiempo”.

Jud. 1:18. “En el postrer tiempo habrá burladores”

 

El Día.

Mt. 25:13. “No sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Lc. 17:30. “El día en que el Hijo del Hombre se manifieste”.

Rom. 2:16. “El día en que Dios juzgará por Jesucristo”.

1 Co. 3:13. “El día la declarará”.

 

Aquel Día.

Heb. 10:25. “Cuanto veis que aquel día se acerca”.

Mt. 7:22. “Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor”.

Mt. 24:36. “Pero del día y la hora nadie sabe”.

Lc. 10:12. “En aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma”.

Lc. 21:34. “Y venga de repente sobre vosotros aquel día”.

1 Tes. 5:4. “Para que aquel día os sorprenda como ladrón”.

2 Tes. 2:3. “[Aquel día] no vendrá sin que antes venga la apostasía”.

2 Ti. 1:12. “Poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.

2 Ti. 1:18. “Halle misericordia cerca del Señor en aquel día”.

2 Ti. 4:8. “La cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día”.

 

El Día del Señor.

Hch. 2:20. “Antes que venga el día del Señor”.

1 Co. 1:8. “Para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo”.

1 Co. 5:5. “A fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús”.

2 Co. 1:14. “Para el día del Señor Jesús”.

Fil. 2:16. “Para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme”.

1 Tes. 5:2. “El día del Señor vendrá, así como ladrón en la noche”.

Ap. 1:10 “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor...”

 

El Día de Dios.

2 Pe. 3:12. “Apresurándoos para la venida del día de Dios”.

 

El Gran Día.

Jud. 1:6. “Para el juicio del gran día”.

Ap. 6:17. “El gran día de su ira ha llegado”.

Ap. 16:14. “A la batalla de aquel gran día”.

 

El Día de la Ira.

Rom. 2:5. “Atesoras para ti mismo ira para el día de la ira”.

Ap. 6:17. “El gran día de su ira ha llegado”.

 

El Día del Juicio.

Mt. 10:15. “En el día del juicio será más tolerable el castigo...”

Mt. 11:22. “En el día del juicio será más tolerable el castigo...”

Mt. 11:24. “En el día del juicio será más tolerable el castigo...”

Mt. 12:36. “De ella darán cuenta en el día del juicio”.

2 Pe. 2:9. “Para ser castigados en el día del juicio”.

2 Pe. 3:7. “Guardados para el fuego en el día del juicio”.

1 Jn. 4:17. “Para que tengamos confianza en el día del juicio”.

 

El Día de la Redención.

Ef. 4:30. “Sellados para el día de la redención”.

 

El Día Postrero.

Jn. 6:39. “Sino que lo resucite en el día postrero”.

Jn. 6:40. “Yo le resucitaré en el día postrero”.

Jn. 6:44. “Yo le resucitaré en el día postrero”.

Jn. 6:54. “Yo le resucitaré en el día postrero”.

Jn. 11:24. “Resucitará en la resurrección, en el día postrero”.

Jn. 12:48. “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero”.

 

    Este momento en la historia del plan de Dios, es llamado: el día del Señor, el día de Dios, el día de la ira, el día del juicio, el día de la redención, el gran día, el día postrero, aquel día o simplemente el día, estando los hagiógrafos viviendo en los últimos días, en el fin o en el fin del siglo aión. Como se ha visto en el Antiguo Testamento, a los ‘días de Jehová’ que hubo en ese tiempo, se les ha llamado de varias formas, sin que cada variación signifique que se trata de un evento distinto; que haya varios nombres para este evento no significa que son eventos separados y diferentes.

[1] La misma fórmula “Viene la hora, y ahora es” se usa en Jn. 5:25 para referirse al momento del juicio a los muertos (en la segunda venida), por lo que el momento al que apunta Jesús en 4:23 sobre la verdadera adoración debe ser el mismo, su segunda venida.

[2] La palabra ‘Jehová’ no aparece en el Nuevo Testamento griego, se le reemplaza generalmente por ‘Señor’, siendo equivalente al ‘día de Jehová’ el ‘día del Señor’.

[3] Énfasis añadido.

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