7.1 El día de Jehová: Isaías 13

 


Dentro de la profecía apocalíptica tenemos muchas que son dirigidas a naciones extranjeras. Aparte de Is. 13, hay otras más que se pueden encontrar, como en: Is. 14-21, 23, Ez. 25-30, Jer. 46-51, Am. 1-2, Sof. 2, los libros de Abdías y de Nahúm, entre otros. Estas profecías tenían como audiencia al pueblo de Israel y es muy improbable que hayan sido proclamadas directamente a las naciones aludidas para dar testimonio anticipado al pueblo del pacto acerca la obra de justicia de Dios.

El cumplimiento del capítulo a analizar es análogo a cada uno de los demás oráculos a las otras naciones, pero variando según su contexto.

 

Profecía sobre Babilonia, revelada a Isaías hijo de Amoz. (Is. 13:1).

 Se da la autoría a Isaías a esta profecía, con lo que sitúa la fecha de este anuncio entre el 760 y el 713 a.C.[1] Esta frase también contextualiza la profecía a un pueblo específico que es Babilonia; en un tiempo específico y para una audiencia en especial.[2]

 

Levantad bandera sobre un alto monte; alzad la voz a ellos, alzad la mano, para que entren por puertas de príncipes. Yo mandé a mis consagrados, asimismo llamé a mis valientes para mi ira, a los que se alegran con mi gloria. Estruendo de multitud en los montes, como de mucho pueblo; estruendo de ruido de reinos, de naciones reunidas; Jehová de los ejércitos pasa revista a las tropas para la batalla. (Is. 13:2-4).

 La referencia a los consagrados y valientes para su ira es el imperio Neoasirio, gobernados por Sargón II y Senaquerib.[3] Este Imperio constituyó la red política más poderosa que el mundo de aquel tiempo hubiera visto alguna vez [4] y han de ser el instrumento mediante el cual Dios ejecuta su juicio. Is. 10:5-6 dice: “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles”.

La ‘puerta de los príncipes’ es una referencia a Babilonia, ya que Babilonia, —Babilum en acadio— significa “puerta de los dioses”.[5]

 

Vienen de lejana tierra, de lo postrero de los cielos, Jehová y los instrumentos de su ira, para destruir toda la tierra. (Is. 13:5).

 La palabra hebrea para ambos casos que sucede la palabra ‘tierra’ es אֶרֶץ, “’éretz” H776,[6] y es un concepto amplio que engloba lo firme y seco, puede significar: polvo, tierra, costa, suelo, nación, región, etc.[7] Esta palabra hebrea se traduce en Génesis ocho veces como ‘país’ en la RVR1960 (34:1, 34:21, 41:34, 41:36 [2 veces], 41:54, 41:56 y 42:12) y también se traduce de como ‘país’ más de 70 veces en el Antiguo Testamento. Tanto en Gn. 41:54 como en Gn. 41:56 se traduce ’éretz como ‘país’, pero dentro de los mismos versículos también se traduce como ‘tierra’ para referirse a ‘la tierra de Egipto’. El Diccionario de Imágenes y Símbolos observa acerca de la entrada ‘Territorio’:

 

La imagen del territorio, o la tierra, en la Biblia implica varias palabras como el hebreo ‘éretz (habitualmente «territorio», pero con frecuencia «tierra») o ‘adamáh (por lo general «suelo» o «terreno») en el AT y [la palabra griega] gé en el NT.[8]

 Según esto, y en vista del contexto, es posible traducir más precisamente ambos casos donde dice ‘’éretz’ puntualmente como ‘país’.[9]

En la versión griega del Antiguo Testamento, La Septuaginta (en adelante LXX)[10] la palabra usada en la primera oportunidad para tierra es γῆ, “gé” G1093,[11] y quiere decir suelo o territorio, entre otras similares; significa tierra en el sentido de la palabra inglesa land, mientras que la segunda es οἰκουμένη, “oikuméne” G3625, y se puede traducir acá como ‘lo habitado’.

Es claro que al decir: ‘para destruir TODA la tierra’ —lit. ‘todo lo habitado’— no se refiere al planeta Tierra, sino que se trata de un absolutismo o sinécdoque para referirse meramente al país de los babilonios, los recipientes del juicio. Sería ilógico además pensar que un pueblo proveniente “de lejana tierra” podría destruir todo el ‘planeta Tierra’, donde aquel pueblo destructor también habita. Se percibe también el tono de hipérbole propio de la carga emocional profética. Compare con Ez. 30:10-11, donde se usa este término de forma semejante.

 

Aullad, porque cerca está el día de Jehová; vendrá como asolamiento del Todopoderoso… He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. (Is. 13:6, 9).

 El día de Jehová se refiere al juicio de Dios, es una expresión que viene a ser un vehículo para referirse la intervención punitiva en aquel momento de la historia para aquel pueblo y a raíz de sus pecados. Hasta acá no hay referencias a algún acontecimiento futuro o remoto; la profecía es sobre el imperio de Babilonia de finales del siglo VIII a.C. y lo descrito —por un simple respeto al usus loquendi[12]— debe entenderse en este contexto.

El uso de la palabra TODA la tierra (país), una vez más, ha de comprenderse en su contexto limitado y siendo parte de un absolutismo; no como referencia a todo lo creado.

Luego de años de revueltas, guerras, escaramuzas, cambios de poder y conflictos entre los neo asirios y los babilonios, en el año 689 a.C. Senaquerib saquea y destruye la ciudad de Babilonia, lo que nos permite concluir que el uso de la palabra ‘cerca’ se está refiriendo en este caso a un periodo de entre 24 a 71 años. La LXX usa la palabra ἐνγύς, engýs” G1451, que significa ‘cerca’, y lo llamativo de este término es que se trata de uno de los marcadores de tiempo más utilizados en el Nuevo Testamento para definir el momento de la segunda venida de Jesús.

 

y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. (Is. 13:8).

 Podemos apreciar la carga emocional expresada por Isaías y la descripción de la calamidad de los babilonios en un paralelismo triple. Se ve claramente un símil (tendrán dolores como mujer de parto) acompañado de una metáfora (sus rostros, rostros de llamas).

 

Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. (Is. 13:10).

 Parte del lenguaje figurado de la profecía se trata de imágenes. El oscurecimiento de los astros es en sí una imagen de catástrofe, pero se cumple también literalmente —entendiéndose dentro de su poesía. Cuando una gran ciudad se incendia emite una gran cantidad de humo a la atmósfera, haciendo que el sol se vea rojizo. En la antigüedad, sin la iluminación eléctrica y con los cielos nocturnos despejados del medio oriente, las estrellas y la luna eran mucho más relevantes que hoy, por lo que la saturación de humo prácticamente las haría desaparecer a la vista humana, en otras palabras, el sol, la luna y las estrellas literalmente siguen allí, pero ante la perspectiva humana ya no están.

 

Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes… Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira. (Is. 13:11, 13).

 En el ver. 11 nuevamente se habla del mundo —en griego oikuméne (lo habitado) en términos absolutos cuando en realidad hace referencia a un juicio más local. Sin embargo también hay que considerar que el colapso de una gran potencia genera repercusiones en aquella parte del mundo en muchos ámbitos: hay interrupción de las rutas comerciales, incertidumbre sobre las próximas invasiones y una sensación generalizada de miedo en la gente.[13] Lo destacable a final de cuentas es que este juicio a Babilonia incluye esta imaginería y un lenguaje absolutista e hiperbólico como parte integral de su profecía, constituyendo —como se verá en lo sucesivo— un patrón recurrente dentro del lenguaje apocalíptico.

En el ver. 13 vemos una imagen que debemos pensar desde el punto de vista hebreo de aquellos siglos: más que visualizar el globo terráqueo moverse como suspendido en el espacio —conocimiento que los oyentes del oráculo era imposible que manejasen— se debe pensar en el suelo moviéndose como en un terremoto y los cielos como la cúpula celestial donde habita Dios; movimiento del suelo desde la perspectiva del hombre a pie sobre un área a cielo descubierto que simboliza la ira de Dios y un estremecimiento de los cielos en el sentido de huestes celestiales que se movilizan para ser agentes de juicio. En 2 Sam. 22:8 aunque en otro contexto, se usa la misma figura acompañada de la misma motivación; el cielo y la tierra conmoviéndose a causa de la ira del Señor. Notar que al final del ver., se refiere al juicio como el ‘día del ardor de su ira’ y es un sinónimo claro del ‘día de Jehová’.

Estamos ante la quinta referencia a ‘la tierra’ en esta profecía; se ha de entender que en ninguno de los casos —como se ha demostrado— se ha referido al planeta Tierra o al mundo completo, sino a al lugar particular donde ha de tener lugar el castigo de Dios.

 

Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre… Y como gacela perseguida, y como oveja sin pastor, cada cual mirará hacia su pueblo, y cada uno huirá a su tierra. (Is. 13:12, 14).

 En el extracto tenemos dos paralelismos donde cada uno contiene un par de símiles. Es la adición de más detalles a la profecía mediante lenguaje poético no literal donde el tenor son los babilonios y el vehículo lo forman el oro y los animales desamparados.

 

Cualquiera que sea hallado será alanceado; y cualquiera que por ellos sea tomado, caerá a espada. Sus niños serán estrellados delante de ellos; sus casas serán saqueadas, y violadas sus mujeres… Con arco tirarán a los niños, y no tendrán misericordia del fruto del vientre, ni su ojo perdonará a los hijos. (Is. 13:15-16, 18).

 

A excepción de las metonimias del ver. 18, estamos ante una descripción de la destrucción en un lenguaje mucho más claro y directo. Cada elemento descrito en el extracto corresponde a sucesos muy típicos de la guerra e indudablemente se esperaría un cumplimiento literal de lo que se está describiendo.

 

He aquí que yo despierto contra ellos a los medos, que no se ocuparán de la plata, ni codiciarán oro. (Is. 13:17).

 En aquel tiempo los medos eran un pueblo sujeto a Asiria, el cual concretaría la invasión,[14] (cf. 10:5-6) y en la segunda mitad del versículo se les describe mediante un paralelismo como guerreros insobornables, por lo que ni con todas las riquezas o recursos tangibles que haya juntado esta nación podrán revertir el decreto de Dios.

 

Y Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios. Nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación; ni levantará allí tienda el árabe, ni pastores tendrán allí majada; sino que dormirán allí las fieras del desierto, y sus casas se llenarán de hurones; allí habitarán avestruces, y allí saltarán las cabras salvajes. En sus palacios aullarán hienas, y chacales en sus casas de deleite; y cercano a llegar está su tiempo, y sus días no se alargarán. (Is. 13:19-22).

 En estos pasajes se detalla con un lenguaje mayormente poético el destino de la nación después de ejecutado el castigo, utilizando imágenes construidas con elementos del lenguaje corriente. El ver. 19 hace un símil sobre la condición de Babilonia con el estado de Sodoma y Gomorra, mientras que en los versículos siguientes se construye una poética imagen donde se ilustra que la ciudad será dejada a merced de animales, donde ya no habría ocupación humana, con el fin de expresar la desolación que traería en castigo divino.

Al final de esta profecía se vuelve a insistir en la cercanía del tiempo y coarta aún más la posibilidad que alguno de los anunciados de la profecía se refiera a algún acontecimiento lejano en el tiempo. La palabra utilizada en la LXX es ταχύς,[15] “tajýs” G5036, y quiere decir ligero, aplicado en este caso en un sentido temporal para significar ‘pronto’. Para este caso, de la profecía sobre Babilonia, se refiere a un tiempo de entre 24 y 71 años. Al igual que con la palabra engýs del ver. 6, tajýs —junto a sus variantes— es otro indicador de tiempo muy recurrente en el Nuevo Testamento para referirse a lo cercano de la segunda venida de Jesús.

Un aspecto importante a comprender es que en esta profecía no se está refiriendo a una Babilonia futura en un sentido espiritual o simbólico (Ap. 18), sino que se refiere a la Babilonia histórica del siglo VIII a.C., siendo todas las referencias anteriormente expuestas —pueblo invasor contemporáneo a Babilonia, el profeta viviendo en aquel tiempo y señalando una pronta destrucción y la caída de aquel imperio a manos de los asirios, junto con los detalles específicos de la profecía— claves para entenderlo de esta manera, y anulan la posibilidad de una referencia a algún acontecimiento en el futuro lejano.

[1] Walton et al., Comentario del contexto cultural de la Biblia, Antiguo Testamento, pág. 675.

[2] Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre Audiencia y tiempo.

[3] Otros consideran que se trata de la destrucción de los caldeos (siglo VI a.C.), ver Adele Berlin, Marc Zvi Brettler ed., The Jewish Study Bible (New York: Oxford University Press, 2004), pág. 810.

[4] Walton et al., loc. cit.

[6] En hebreo moderno tiene siempre un uso local, y al anteponérsele un artículo definido (Ha), se refiere a la tierra prometida o de Israel. De hecho, en el actual estado de Israel hay un periódico llamado ‘Ha’aretz’, cuyo nombre es equivalente a otros periódicos de habla hispana como ‘La Nación’ o ‘El País’. En hebreo bíblico también existe la palabra תֵבֵל tébel” (H8398), mucho menos recurrente que ‘éretz, pero tiene una connotación más general, casi siempre traducida por la RVR1960 como “mundo”.

[7] Strong, Nueva concordancia Strong Exhaustiva, Diccionario de palabras hebreas y arameas, pág. 13, Jaime Vásquez Allegue, Diccionario bíblico Hebreo-Español Español-Hebreo (Estella: Editorial Verbo Divino, 2002), pág. 36.

[8] Longman et al. ed., Gran Diccionario Enciclopédico de Imágenes y Símbolos de la Biblia, pág. 1149.

[9] Naturalmente, muchos comentaristas identifican esto como un juicio universal, referente a todo el planeta Tierra. Ver. J. A. Motyer, Isaías, Segunda Edición (Barcelona, Grand Rapids: Publicaciones Andamio y Libros Desafío, 2009), pág. 188, entre otros.

[10] Si bien el Antiguo Testamento fue escrito casi totalmente en hebreo, entre los siglos III y II a.C. se tradujo al griego. El término ‘Septuaginta’ —o versión de los setenta— proviene de los 72 (redondeado a 70) judíos que tradujeron el texto hebreo al griego.

[11] Es la raíz de muchas palabras de las lenguas provenientes del latín para referirse a algo relativo a la tierra o suelo: geografía, geología, geometría, Pangea, entre otros.

El Diccionario de griego de las Sociedades Bíblicas Unidas define γῆ “” como: la tierra; país, región; tierra, terreno; humanidad. Deutsche Bibelgesellchaft, Diccionario Conciso Griego-Español del Nuevo Testamento, Segunda Edición (Stuttgart: Deutsche Bibelgesellchaft, 2013), pág. 37.

[12] Ver capítulo dos: Métodos de interpretación, sección sobre Método alegórico para más información.

[13] Naturalmente no nos referimos a un mundo globalizado como hoy donde un conflicto bélico fuerte y directo entre dos potencias mundiales provocaría un descalabro en efectivamente casi toda la humanidad, pero de todas formas es razonable pensar en repercusiones indirectas más allá de las fronteras sobre la cual se enmarca el castigo.

[14] Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo I, el Antiguo Testamento, pág. 573.

[15] Estrechamente relacionada a G5034 τάχος, “tájos” utilizada en el Nuevo Testamento para referirse a lo cercano de la segunda venida del Señor.

Entradas populares de este blog

11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico

Presentación del blog e introducción al libro