11.19 Evangelios II: parábolas y anuncios: Perdón hasta setenta veces siete

 


Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. (Mt. 18:21-22).

Jesús introduce con esta expresión la parábola del siervo que fue perdonado de su deuda, mas no perdonó a su deudor. Generalmente la atención se vuelca hacia los versículos que vienen, siendo los vv. 21-22 una mera introducción para enfatizar en que el perdón debe ser aún mayor que ritualmente se acostumbraba a perdonar,[1] no obstante, Jesús está haciendo una referencia a una clase mayor de perdón. Como en cada acto y dicho notable en su ministerio, acá Jesús apunta nuevamente a sí mismo como el Mesías, refiriéndose a la profecía mesiánica de las setenta semanas de Daniel:

 

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. (Dn. 9:24).

 En hebreo, la expresión de las ‘setenta semanas’ se lee literalmente ‘setenta sietes’. Ahora bien, el ángel Gabriel que habla a Daniel (Dn. 9:21) se está refiriendo a ‘tu pueblo’, el pueblo de Daniel, Israel y ‘sobre tu santa ciudad’, Jerusalén; como en toda profecía apocalíptica es importante partir reconociendo al receptor de cada profecía para no tender a pensar en aplicaciones impropias, tales como que se esté refiriendo al planeta entero.

Este período tiene varios fines y son todos resumibles en el perdón; el listado que detalla el propósito de estas setenta semanas —hasta este verso— se reduce al definitivo perdón del pueblo. Todo esto se cumple claramente en la obra de Jesús, como se ve en el Nuevo Testamento:

 

    ‘terminar la prevaricación’: Mt. 21:33-45, 23:29-32, Lc. 11:47-51.

    ‘poner fin al pecado’: Mt. 1:21, Jn. 1:29, Hch. 10:43, Heb. 9:26.

    ‘expiar la iniquidad’: Rom. 5:10, 2 Co. 5:18-21, Col. 1:20, Heb. 2:17.

    ‘traer la justicia perdurable’: Rom. 3:25-26, 2 Tes. 2:16, 2 Co. 9:9, Heb. 9:12.

    ‘sellar la visión y la profecía’: Mt. 5:17, Lc. 16:16, 22:37, Heb. 1:1-2, 2 Pe. 1:19-21.

    ‘ungir al Santo de los santos’: Mt. 3:15-17; Lc. 4:18; Hch. 4:26-27; 10:38

 

Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. (Dn. 9:25).

 Para establecer el período sobre el cual se profetiza, se consideran los ‘setenta sietes’ como si fueran años y no días, es decir, 490 años (cf. Lev. 25:8, Ez. 4:4-6). Ahora bien, hay varias posibilidades respecto al inicio del conteo; la ‘salida de la orden para restaurar y edificar Jerusalén’:

 

       Edicto de retorno de Ciro en el 538 a.C. (Esd. 1:1-4).[2]

       Decreto de Artajerjes a Esdras en el 458 a.C. (Esd. 7:8, 11-26).[3]

       Decreto de Artajerjes a Nehemías en el 444 a.C. (Neh. 1:1, 2:1-8).

 Otra variante para el cálculo del periodo al que se refiere, es sobre el tipo de año a utilizar. Si se considera el contexto judío de Daniel, se puede pensar que los años de los que se habla son años lunares de 354 días,[4] o bien se pueden considerar como años solares corrientes.

Usando estas combinaciones, se llega a las siguientes fechas posibles de cumplimiento del término de las semanas 70 y 69 de la profecía:

 

Cumplimiento

Tipo de año

Ciro, 538 a.C.

Esd. 458 a.C.

Neh. 444 a.C.

70 semanas

Año Judío (354 días)

63 a.C.

18 d.C.

32 d.C.

Año Solar

48 a.C.

33 d.C.

47 d.C.

69 semanas

Año Judío (354 días)

70 a.C.

11 d.C.

25 d.C.

Año Solar

55 a.C.

26 d.C.

40 d.C.

 

Con esto se quiere decir que como límite superior para el cumplimiento de estas profecías —el terminar con la iniquidad y la llegada del mesías príncipe— se tiene como máximo hasta el año 47 d.C.

Respecto a la estructura de la profecía, es claro que esta no es perfectamente lineal; ciertamente presenta una estructura lógica y progresiva, pero con elementos internos reiterativos. Se observa que la reconstrucción del muro y la ciudad no se completó sino hasta el siglo V a.C.,[5] no al final de la semana 69 en el siglo I d.C. Los tiempos angustiosos corresponden a las primeras 7 semanas, sin embargo, la profecía describe esto después de introducidas las 62 semanas siguientes. Lógicamente, la profecía tiene la siguiente estructura:

 


Escrituralmente, en el v. 25, lo que va de la profecía se compone en paralelismos y no de forma estrictamente lineal, como se ilustra:

 

·      Orden de restaurar Jerusalén (1)

·      El Mesías Príncipe (4)

·      7 semanas (2)

·      62 semanas (3)

·      Reedificación del muro y la plaza (2*)

·      Tiempos angustiosos (2’’)[6]

 

Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. (Dn. 9:26).

 

Luego, en este versículo se relatan los acontecimientos que sucederían DESPUÉS de la semana 62, que a su vez viene después de la séptima: la semana 69 (7 + 62). Lo primero es que se le quitaría la vida al Mesías, lo cual sucede alrededor del 30 d.C. otro acontecimiento posterior es que un pueblo aún venidero para Daniel destruiría Jerusalén y su templo; que esto sería con inundación y significaría el fin —del santuario y de Jerusalén. Para Daniel la inundación significa una invasión extranjera, como es explícito en estos pasajes:

 

Mas los hijos de aquél se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e INUNDARÁ, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza (…) Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e INUNDARÁ, y pasará. (Dn. 11:10, 40, cf. Is. 8:7-8).

 

En el mismo v. 26 se insiste que ‘hasta el final de la guerra durarán las devastaciones’; siendo estas devastaciones referentes a la destrucción del Templo y la ciudad en el 70 d.C. Recalcar que esto sucede DESPUÉS de la semana 69, no DURANTE esta; son eventos que toman lugar una vez cumplido este tiempo, como se ilustra:


 

Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador. (Dn. 9:27).

 

El sujeto de la oración que confirmará el pacto con muchos es el Mesías ya que el otro sujeto posible es el ‘pueblo de un príncipe que ha de venir’, no ‘el príncipe que ha de venir’. ‘El pacto’ del cual se habla no puede ser otro más que el nuevo pacto (Jer. 31:31, cf. Dn. 9:3), así también como se ha discutido anteriormente,[7] el Mesías prometido sería tanto el garante como quien estableciera el nuevo pacto, ninguna otra persona.

Otra consideración clave para entender este versículo es comprender que cosas suceden DENTRO, DURANTE la semana y que cosas suceden DEPUÉS de esta, así como se aplicó en el análisis del versículo anterior.

Acogiendo estas dos consideraciones, se tiene el siguiente esquema:

 



 El desolador y la consumación (v. 27), según todo lo que se ha ido analizando en los capítulos y secciones anteriores, son referencias a la destrucción de la ciudad y el santuario (v. 26); todo esto dura hasta ‘el fin de la guerra’. Esto sucedería después de la semana 69 y consecuentemente también después de la semana 70. Así como en el v. 25 hay una estructura recursiva y en paralelo, los vv. 26 y 27 siguen también esta conformación reiterativa. Lógicamente esto se estructura así:

 

·    Un pueblo venidero destruirá la ciudad y el santuario después de la semana 70 hasta el fin de la guerra (v. 26).

·    El desolador y la consumación viene después de la semana 69 (v. 27).

·    La destrucción de la ciudad y el Templo es igual a la consumación y el desolador.

v Conclusión: la consumación y el desolador (destrucción del santuario y la ciudad) sucede después de la semana 70 hasta el fin de la guerra.

 

Con todo lo anterior, se tiene el siguiente esquema general de la profecía de las setenta semanas: [8]


 


 

Jesús al indicar que el perdón duraría hasta setenta veces siete no solo habla de un asunto cotidiano a sus discípulos, sino que también desde una perspectiva divina habla del tiempo de su paciencia para con su pueblo, de ‘setenta (veces) siete’. Después de este periodo divino de perdón y paciencia de ‘setenta sietes’ —que para el tiempo alrededor del 30 d.C. estaba ya llegando a su fin— se derramaría la ira de Dios sobre Jerusalén y el Templo (Dn. 9:26b, 27b). Este derramamiento de ira, así como estaba escrito sucedió en el 70 d.C., relativamente poco después del tiempo del advenimiento del Mesías Príncipe.



[1] Probablemente Pedro estaba pensando en las ofrendas por el pecado o de la purificación donde el sacerdote tenía que rociar la sangre siete veces (Lev. 14:7, 14, 19) o el aceite siete veces (Lev. 14:16).

The Lockman Foundation, La Biblia de las Américas de Estudio (La Habra: The Lockman Foundation, 2000), comentario ad hoc.

[2] Según varios, ésta es la fecha más contingente a la oración de Daniel.

Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, Tomo III Libros Proféticos, pág. 1043, Sam Storms, Venga Tu Reino (Salem: Publicaciones Kerigma, 2018), pág. 55, entre otros. Sin embargo, los otros decretos no pierden su validez a propósito del primer edicto, son también posibles candidatos a la referencia de esta profecía.

[3] Véase el análisis de Sam Storms, op. cit., págs. 51-66, acerca de la interpretación de esta profecía por parte del Dispensacionalismo y su refutación. Para un breve resumen sobre otras posturas interpretativas, ver Editorial Vida, Biblia de Estudio NVI Arqueológica, pág. 1441.

[4] El ejercicio es el siguiente: 490 años judíos lunares x 354 [días/año lunar] ÷ 365.25 [días/año solar] = 475 años solares.

Daniel D. Morais, https://revelationrevolution.org

[5] Nehemías completó este trabajo al término de su gobierno de Judá (Neh. 12:26). Los Papiros Elefantinos dicen que Nehemías dejó de ser gobernador en 408 a.C.; 49 años después del primer decreto de Artajerjes.

[6] Estos dos esquemas difieren en su orden; la estructura lógica es lineal, diferente a su composición escritural con paralelos. Esto se replica en los vv. siguientes. Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, secciones sobre Reiteración y Estructura.

[7] Ver capítulo ocho: Pactos, eras y reinos, sección sobre Dos pactos.

[8] Se considera el conteo desde el decreto de Esdras (458 a.C.) con años solares solo porque ad quem la semana 70 así terminaría cerca del 30 d.C. y la semana siete, cuadra con la reedificación de la ciudad. A priori no hubiera sido posible determinar un inicio de conteo claro, ya que hay varias posibilidades.

Entradas populares de este blog

11.4 Evangelios II: parábolas y anuncios: El banquete con los padres

2.3 Métodos de interpretación: Método Gramático-Histórico

Presentación del blog e introducción al libro