Cuando os persigan en esta ciudad,
huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas
las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. (Mt. 10:23).
En un lenguaje llano y directo, Jesús les dice a sus discípulos que la
venida del hijo del Hombre —la segunda venida de Jesucristo, el día del juicio,
aquel día— ocurriría en medio de la comisión de los apóstoles. Se refiere a los
doce apóstoles y no a personas no nacidas aún, y el contexto es sobre el
esparcimiento del mensaje del evangelio en las ciudades de Israel al rededor del
año 30 (Mt. 13:5-25), no en el futuro lejano. Es un pasaje explícito, claro y
directo, y no hay lenguaje figurado comparativo; no se puede buscar alguna
alegoría en esto. Como J. S. Russell comenta:
¿Puede algo ser más específico y
más definido en cuanto a personas, el lugar, el tiempo, y las circunstancias
que esta predicción de nuestro Señor? Es a los doce que él habla; son las ciudades
de Israel las que han de evangelizar; el tema es su pronta venida; y el tiempo
está tan cerca que antes de que la obra de ellos esté terminada Su venida
tendrá lugar.
El asunto sobre el doble cumplimiento en la profecía ya se abordó
anteriormente y se concluye que no es hermenéuticamente practicable. En esto y sobre
este pasaje, J. S. Russell también observa:
Pero si se nos ha de decir que éste
no es el significado, ni siquiera la mitad de él, y que esto incluye otra
venida, a otros evangelistas, a otras épocas, y otras tierras —una venida que,
después de dieciocho siglos, todavía es futura, y quizás remota— entonces surge
la pregunta: ¿Qué no puede significar la Escritura? El sentido gramatical de
las palabras ya no es suficiente para la interpretación; la Escritura es un
acertijo que debe adivinarse, un oráculo que pronuncia respuestas ambiguas; y
nadie puede estar seguro, sin una revelación especial, de que entiende lo que
lee.
Como se ha analizado, el sentido temporal de esta predicción es
concordante con la condenación a los religiosos por su pecado, en aquella
generación (Mt. 23:36) y es una expresión adecuada para un evento que sucedería
40 años después. Se puede objetar que para el año 70, como varias fuentes
documentan, muchos de los doce ya habían muerto. Sin embargo, es innegable
según estas mismas fuentes Juan, el discípulo amado, había sobrevivido hasta
después del 70 (cf. Jn. 21:22) junto con Tomás, el que tocó las heridas de
Jesús resucitado de quien se dice que vivió hasta el año 72, martirizado al
este de Partia (actual India). El énfasis y el contexto del relato está puesto
sobre la obra evangelizadora en Israel, mientras que en el pasaje analizado en la
siguiente sección la atención se centra en los discípulos, pudiéndose completar
esta idea.