11.12 Evangelios II: parábolas y anuncios: La segunda venida en la vida de los apóstoles I

 


Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. (Mt. 10:23).

 En un lenguaje llano y directo, Jesús les dice a sus discípulos que la venida del hijo del Hombre —la segunda venida de Jesucristo, el día del juicio, aquel día— ocurriría en medio de la comisión de los apóstoles. Se refiere a los doce apóstoles y no a personas no nacidas aún, y el contexto es sobre el esparcimiento del mensaje del evangelio en las ciudades de Israel al rededor del año 30 (Mt. 13:5-25), no en el futuro lejano. Es un pasaje explícito, claro y directo, y no hay lenguaje figurado comparativo; no se puede buscar alguna alegoría en esto. Como J. S. Russell comenta:

 

¿Puede algo ser más específico y más definido en cuanto a personas, el lugar, el tiempo, y las circunstancias que esta predicción de nuestro Señor? Es a los doce que él habla; son las ciudades de Israel las que han de evangelizar; el tema es su pronta venida; y el tiempo está tan cerca que antes de que la obra de ellos esté terminada Su venida tendrá lugar.[1]

 El asunto sobre el doble cumplimiento en la profecía ya se abordó anteriormente y se concluye que no es hermenéuticamente practicable.[2] En esto y sobre este pasaje, J. S. Russell también observa:

 

Pero si se nos ha de decir que éste no es el significado, ni siquiera la mitad de él, y que esto incluye otra venida, a otros evangelistas, a otras épocas, y otras tierras —una venida que, después de dieciocho siglos, todavía es futura, y quizás remota— entonces surge la pregunta: ¿Qué no puede significar la Escritura? El sentido gramatical de las palabras ya no es suficiente para la interpretación; la Escritura es un acertijo que debe adivinarse, un oráculo que pronuncia respuestas ambiguas; y nadie puede estar seguro, sin una revelación especial, de que entiende lo que lee.[3]

 Como se ha analizado, el sentido temporal de esta predicción es concordante con la condenación a los religiosos por su pecado, en aquella generación (Mt. 23:36) y es una expresión adecuada para un evento que sucedería 40 años después. Se puede objetar que para el año 70, como varias fuentes documentan, muchos de los doce ya habían muerto. Sin embargo, es innegable según estas mismas fuentes Juan, el discípulo amado, había sobrevivido hasta después del 70 (cf. Jn. 21:22) junto con Tomás, el que tocó las heridas de Jesús resucitado de quien se dice que vivió hasta el año 72, martirizado al este de Partia (actual India). El énfasis y el contexto del relato está puesto sobre la obra evangelizadora en Israel, mientras que en el pasaje analizado en la siguiente sección la atención se centra en los discípulos, pudiéndose completar esta idea.



[1] Russell, The Parousia, pág. 26.

[2] Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre Integridad de la profecía.

[3] Russell, loc. cit.

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