17.2 Apocalipsis I: antecedentes clave: Fecha de Apocalipsis, evidencia externa
[Refiriéndose al libro de
Apocalipsis] Porque se ha visto no hace mucho tiempo, pero casi en nuestros
días, hacia el final del reinado de Domiciano.[1]
Respecto a esto, la defensa de la fecha temprana responde con varias
objeciones. En primer lugar, se apela a la baja credibilidad de sus
afirmaciones, en las cuales hay importantes imprecisiones. Por ejemplo, Ireneo
argumentó que Jesús enseñó durante su edad adulta posterior y su vejez, viviendo
hasta entrada la década de los 50 años,[2] que confundió a uno
de los apóstoles con Santiago el Justo, el hermano de Jesús,[3] o que confundió al
Apóstol Juan con Juan el Presbítero como maestro de Papías.[4] El segundo punto
proviene de la sentencia misma en la cita de Ireneo, que según la anterior traducción,[5] solo afirma que es
una profecía que fue vista hacia el final del tiempo de Domiciano, no
excluyendo que Apocalipsis haya podido ser escrita antes, y solo se establece
una cota superior para su fecha origen.
Normalmente, debido a los argumentos previamente dados, los comentaristas
modernos que analizan la fecha de Apocalipsis ya no consideran el testimonio de
Ireneo, más bien buscan pistas internas en el Libro —mayormente en la condición
de las siete iglesias— para argumentar a favor de una fecha tardía,
reconociendo también la posibilidad de la opción temprana bajo Nerón.
Existe, por otro lado, evidencia externa que induce a datar Apocalipsis
en una fecha temprana. Eusebio, por ejemplo, en Demostraciones Evangélicas,
junta en la misma proposición el destierro de Juan con el apedreo de Jacobo y
el degüello de Pablo, ocurridos bajo Nerón.[6] Tertuliano,
presbítero de Cartago (160-220), comenta: “Por otra parte, ustedes estando
cerca de Italia, tienen a Roma, desde donde nos llega aun a nuestras manos la
gran autoridad (de los propios Apóstoles). ¡Cuán feliz es su iglesia, sobre la
cual los Apóstoles derramaron toda su doctrina junto con su propia sangre,
donde Pedro sufrió un martirio como el del Señor; donde Pablo gano su corona en
una muerte como la de Juan! donde el Apóstol Juan fue primero sumergido, dentro
de aceite ardiendo, sin recibir daño, y luego desterrado a su isla exilio”.[7] Este escrito de
manera indirecta podría sugerir que el destierro de Juan ocurrió al mismo
tiempo en el que Pedro y Pablo sufrieron martirio; de hecho, Jerónimo (331-420)
entendió el comentario de Tertuliano como indicando que Juan había sido
desterrado bajo el reinado de Nerón.[8] Esto concuerda
también con el encabezado de Apocalipsis de la Versión Siriaca (la del siglo
VI) que afirma que Juan fue desterrado a Patmos por Nerón;[9] Epifanio (310-403)
incluso señala que el destierro de Juan fue por Claudio, padre adoptivo y
predecesor de Nerón en el trono.[10]
Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) por su parte afirmó que la
enseñanza de los apóstoles (incluyéndose Juan) “terminó con Nerón”,[11] afirmando entonces
que el canon del Nuevo Testamento se completó antes del 68 d.C.
Otra evidencia importante a favor de la fecha temprana es el Canon (o
fragmento) Muratoriano (170 d.C.), el cual es una lista de libros considerados
canónicos para el tiempo de Pio I. Dentro de este texto, se compara los
escritos de Pablo y Juan de la siguiente forma:
El bendito apóstol Pablo, siguiendo
la regla de su predecesor Juan, escribe a no más de siete iglesias por su
nombre.[12]
El autor del documento indica entonces que Pablo siguió el ejemplo de
Juan de escribir solo a siete iglesias (Roma, Corinto, Galacia, Éfeso, Filipos,
Colosas y Tesalónica). Esto nos muestra de manera clara que si Pablo siguió el
ejemplo del Apocalipsis —dirigido a siete iglesias— este tiene que haber
existido un poco antes que las cartas de Pablo, o al menos de manera
contemporánea. Según la tradición, Pablo murió martirizado bajo Nerón, con lo que,
dada esta evidencia, sería hipotéticamente imposible una fecha tardía para
Apocalipsis.[13]
Kenneth L. Gentry, en su libro Before Jerusalem Fell,[14] recopila el
testimonio de: el libro cristiano apócrifo de El Pastor de Hermas (siglo I),
Orígenes (siglos II-III), San Victorino de Petovio (siglo III), el libro
apócrifo de Los Hechos de Juan (siglo II), Eusebio de Panfilia (siglo III-IV),
Epifanio de Salamina (siglo IV), Andreas de Capadocia y Aretas[15] (siglo VI), donde
se puede entender que cada uno de estos autores y obras, o bien, atribuían el
cumplimiento de parte del Apocalipsis a la destrucción de Jerusalén, o bien,
entendían que el Libro fue escrito durante el reinado de Nerón, o bien, de
alguna forma inducen al entendimiento de la fecha previa al año 70 d.C., por lo
que recomienda revisar esa obra para mayor información.
Respecto al apóstol Juan, el autor de Apocalipsis, es mucho más factible
que escribiera todo esto estando más ‘joven’ que anciano por los impedimentos
físicos— tanto visuales como motrices— que seguramente sufría al tener más de
90 años. Hoy, para alguien de 90 años sería todo un desafío escribir a mano
Apocalipsis, incluso con la ayuda de lentes ópticos y medicina moderna. Una
persona a los 60 años en el mundo antiguo era considerada ya anciana; en las
sociedades occidentales actuales, la esperanza de vida supera ampliamente los
setenta años, y la mortalidad infantil es reducidísima, pero en la sociedad del
siglo I, un tercio de los niños nacidos con vida morían antes de los seis años,
antes de los dieciséis moría el 60%, el 75% antes de los veintiséis, y el 90%
antes de los cuarenta y seis y sólo un 3% llegaba a los sesenta años.[16] Así, Jerónimo
comenta en sus trabajos que Juan fue visto en el año 96 y que estaba tan viejo
y débil que “era con dificultad llevado a la iglesia, y sólo podía decir unas
pocas palabras al pueblo”,[17] por lo que resulta
altamente improbable que haya escrito Apocalipsis en ese estado.
Un punto a destacar en esta sección, es que el consenso general sobre la
fecha de composición de Apocalipsis indica la fecha tardía, aunque también
algunos comentaristas plantean la posibilidad de la fecha temprana, sobre todo
los críticos más actuales.[18]
[1]
Ireneo de Lyon, Contra los herejes 5.30.3.
[2]
Ibíd. 2.22.5. En esta sección, Ireneo argumenta fuertemente que Jesús
necesariamente debía hacerse encarnado también en su etapa de hombre viejo para
poder representar también en su sacrificio a las personas mayores y que esto
era lo que enseñaban también los demás presbíteros en Asia.
Si se considera que Jesús —según varias fuentes, a
partir de Lc. 2— nació entre el 6 y el 4 a.C., que inició su ministerio en
torno a los 30 años (Lc. 3:23), y que murió bajo Pilato, procurador entre 26-36
d.C. (Lc. 23:1), no hay posibilidad de que haya vivido más de 41 años; siendo
tradicionalmente entendida su muerte a los 33. Para el año 50 ya se
desarrollaba el ministerio de Pablo y de los apóstoles (ver Hch. 11:28, 18:2).
Ireneo también tenía muchos planteamientos teológicos
basados en la alegoría, que serían cuestionables en la doctrina protestante
actual, como que de la misma forma en que Cristo es el postrer y perfecto Adán
(Rom. 5:12-21), la virgen María es la postrera Eva.
[3]
Ireneo, op. cit., 3.12.14-15.
[4]
Eusebio, Historia Eclesiástica, pág. 190, Historia Ecl. 3.39.1.,
cf. 3.39.14ss.
[5]
Tradicionalmente la cita de Ireneo se ha traducido del griego al latín en la
forma: “esta visión ha tenido lugar casi en nuestro tiempo…”, afirmando su
composición en el tiempo de Domiciano. Gentry, así como otros, han argumentado
que la traducción correcta sería “se ha visto no hace mucho tiempo, pero casi
en nuestros días…”, estableciendo así solo una cota superior. Compárese con
Eusebio, op. cit., pág. 150, Historia Ecl. 3.18.3 o la cita de este texto en Robert
Mounce, Comentario al libro del Apocalipsis (Barcelona: Editorial CLIE,
2007), pág. 53.
Para una discusión completa sobre la traducción de la
cita de Ireneo, ver Gentry, Before Jerusalem Fell, págs. 45-67.
[6]
Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo II,
el Nuevo Testamento, pág. 748.
[7]
Tertuliano, La prescripción de los herejes 36.
[8]
Jerónimo, Contra Joviniano 1.26.
Históricamente el sumergir en aceite ardiendo es una
clase de castigo que comúnmente se usaba para los cristianos en el tiempo de
Nerón. La historia narra cómo este mataba a los cristianos y en muchas
ocasiones los usaba de antorcha pública para iluminar las calles de Roma
(Tácito, Anales 15.44). Es probable que, para lograr más tiempo de iluminación,
Nerón los mandará a sumergir en aceite ardiendo primero, con lo que la
declaración de Tertuliano tiene gran correspondencia con las prácticas retorcidas
de Nerón.
[9] Gentry, Before Jerusalem Fell,
pág. 106. Aclarar que las versiones tempranas del siglo V de la Versión
Siriaca no contenían Apocalipsis en su canon, sino las más tardías del siglo
VI, donde aparece la referencia a Nerón al encabezado.
[10]
Epifanio, Contra los herejes 41.12, 33. Aparentemente el autor confundió
a Nerón con su predecesor y familiar, aunque también pudo haber asociado el
destierro de Juan a lo relatado en Hch. 18:2.
[11] Clemente de Alejandría, Stromata
7.17.
[12] Gentry, Navigating The Book of
Revelation, pág. 26.
[13] Gentry, Before Jerusalem Fell,
pág. 94.
[14]
Ibíd. págs. 68-109.
[15]
Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo II,
el Nuevo Testamento, pág. 748.
[16]
Rafael Aguirre, La mesa compartida: Estudios del NT desde las ciencias
sociales (Santander: Editorial SAL TERRAE, 1994), pág. 21.
[17] Harold R. Eberle y Martin Trench, Victorious
Eschatology (Yakima: Worldcast Publishing, 2006), pág. 15.
[18]
Ver la discusión que hace R. C. Sproul respecto al análisis de la fecha
temprana de Apocalipsis, tanto de evidencias internas como externas, exponiendo
el tema a la luz de la opinión de varios autores reconocidos en la materia.
Sproul, La Escatología de Jesús, págs. 113-131. Compare con R. C. Sproul
ed., La Biblia de Estudio de la Reforma (Sanford: Ligonier Ministries;
Medellín: Poiema Publicaciones, 2020), pág. 2235.