17.2 Apocalipsis I: antecedentes clave: Fecha de Apocalipsis, evidencia externa



 A lo largo de la historia, la evidencia externa sobre la data de Apocalipsis ha sido el factor más relevante para definirla. La divulgada suposición de la fecha tardía, precisamente tiene su origen en el testimonio de Ireneo de Lyon (130-202), quien fue discípulo de Policarpo, obispo de Esmirna (70- 155), donde se presume que este último fue ordenado obispo por el mismo apóstol Juan, autor de Apocalipsis. Ireneo, en su obra “Contra las herejías”, escrita en griego y datada por el año 180, abordando temas interpretativos de Apocalipsis afirma:

 

[Refiriéndose al libro de Apocalipsis] Porque se ha visto no hace mucho tiempo, pero casi en nuestros días, hacia el final del reinado de Domiciano.[1]

 Debido a la autoridad que supone sucesión desde Juan a Ireneo, a que Ireneo es el primero entre los padres griegos que se refirió a la fecha de composición del libro, y a que el reino de Domiciano terminó en el 96 d.C., se concluye que el libro fue escrito por Juan en torno al 95 d.C. Esto fue reproducido por Clemente de Alejandría a comienzos del siglo III y sucesivamente por muchos otros después de él, siempre en referencia al testimonio inicial de Ireneo.

Respecto a esto, la defensa de la fecha temprana responde con varias objeciones. En primer lugar, se apela a la baja credibilidad de sus afirmaciones, en las cuales hay importantes imprecisiones. Por ejemplo, Ireneo argumentó que Jesús enseñó durante su edad adulta posterior y su vejez, viviendo hasta entrada la década de los 50 años,[2] que confundió a uno de los apóstoles con Santiago el Justo, el hermano de Jesús,[3] o que confundió al Apóstol Juan con Juan el Presbítero como maestro de Papías.[4] El segundo punto proviene de la sentencia misma en la cita de Ireneo, que según la anterior traducción,[5] solo afirma que es una profecía que fue vista hacia el final del tiempo de Domiciano, no excluyendo que Apocalipsis haya podido ser escrita antes, y solo se establece una cota superior para su fecha origen.

Normalmente, debido a los argumentos previamente dados, los comentaristas modernos que analizan la fecha de Apocalipsis ya no consideran el testimonio de Ireneo, más bien buscan pistas internas en el Libro —mayormente en la condición de las siete iglesias— para argumentar a favor de una fecha tardía, reconociendo también la posibilidad de la opción temprana bajo Nerón.

Existe, por otro lado, evidencia externa que induce a datar Apocalipsis en una fecha temprana. Eusebio, por ejemplo, en Demostraciones Evangélicas, junta en la misma proposición el destierro de Juan con el apedreo de Jacobo y el degüello de Pablo, ocurridos bajo Nerón.[6] Tertuliano, presbítero de Cartago (160-220), comenta: “Por otra parte, ustedes estando cerca de Italia, tienen a Roma, desde donde nos llega aun a nuestras manos la gran autoridad (de los propios Apóstoles). ¡Cuán feliz es su iglesia, sobre la cual los Apóstoles derramaron toda su doctrina junto con su propia sangre, donde Pedro sufrió un martirio como el del Señor; donde Pablo gano su corona en una muerte como la de Juan! donde el Apóstol Juan fue primero sumergido, dentro de aceite ardiendo, sin recibir daño, y luego desterrado a su isla exilio”.[7] Este escrito de manera indirecta podría sugerir que el destierro de Juan ocurrió al mismo tiempo en el que Pedro y Pablo sufrieron martirio; de hecho, Jerónimo (331-420) entendió el comentario de Tertuliano como indicando que Juan había sido desterrado bajo el reinado de Nerón.[8] Esto concuerda también con el encabezado de Apocalipsis de la Versión Siriaca (la del siglo VI) que afirma que Juan fue desterrado a Patmos por Nerón;[9] Epifanio (310-403) incluso señala que el destierro de Juan fue por Claudio, padre adoptivo y predecesor de Nerón en el trono.[10]

Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) por su parte afirmó que la enseñanza de los apóstoles (incluyéndose Juan) “terminó con Nerón”,[11] afirmando entonces que el canon del Nuevo Testamento se completó antes del 68 d.C.

Otra evidencia importante a favor de la fecha temprana es el Canon (o fragmento) Muratoriano (170 d.C.), el cual es una lista de libros considerados canónicos para el tiempo de Pio I. Dentro de este texto, se compara los escritos de Pablo y Juan de la siguiente forma:

 

El bendito apóstol Pablo, siguiendo la regla de su predecesor Juan, escribe a no más de siete iglesias por su nombre.[12]

 

El autor del documento indica entonces que Pablo siguió el ejemplo de Juan de escribir solo a siete iglesias (Roma, Corinto, Galacia, Éfeso, Filipos, Colosas y Tesalónica). Esto nos muestra de manera clara que si Pablo siguió el ejemplo del Apocalipsis —dirigido a siete iglesias— este tiene que haber existido un poco antes que las cartas de Pablo, o al menos de manera contemporánea. Según la tradición, Pablo murió martirizado bajo Nerón, con lo que, dada esta evidencia, sería hipotéticamente imposible una fecha tardía para Apocalipsis.[13]

Kenneth L. Gentry, en su libro Before Jerusalem Fell,[14] recopila el testimonio de: el libro cristiano apócrifo de El Pastor de Hermas (siglo I), Orígenes (siglos II-III), San Victorino de Petovio (siglo III), el libro apócrifo de Los Hechos de Juan (siglo II), Eusebio de Panfilia (siglo III-IV), Epifanio de Salamina (siglo IV), Andreas de Capadocia y Aretas[15] (siglo VI), donde se puede entender que cada uno de estos autores y obras, o bien, atribuían el cumplimiento de parte del Apocalipsis a la destrucción de Jerusalén, o bien, entendían que el Libro fue escrito durante el reinado de Nerón, o bien, de alguna forma inducen al entendimiento de la fecha previa al año 70 d.C., por lo que recomienda revisar esa obra para mayor información.

Respecto al apóstol Juan, el autor de Apocalipsis, es mucho más factible que escribiera todo esto estando más ‘joven’ que anciano por los impedimentos físicos— tanto visuales como motrices— que seguramente sufría al tener más de 90 años. Hoy, para alguien de 90 años sería todo un desafío escribir a mano Apocalipsis, incluso con la ayuda de lentes ópticos y medicina moderna. Una persona a los 60 años en el mundo antiguo era considerada ya anciana; en las sociedades occidentales actuales, la esperanza de vida supera ampliamente los setenta años, y la mortalidad infantil es reducidísima, pero en la sociedad del siglo I, un tercio de los niños nacidos con vida morían antes de los seis años, antes de los dieciséis moría el 60%, el 75% antes de los veintiséis, y el 90% antes de los cuarenta y seis y sólo un 3% llegaba a los sesenta años.[16] Así, Jerónimo comenta en sus trabajos que Juan fue visto en el año 96 y que estaba tan viejo y débil que “era con dificultad llevado a la iglesia, y sólo podía decir unas pocas palabras al pueblo”,[17] por lo que resulta altamente improbable que haya escrito Apocalipsis en ese estado.

Un punto a destacar en esta sección, es que el consenso general sobre la fecha de composición de Apocalipsis indica la fecha tardía, aunque también algunos comentaristas plantean la posibilidad de la fecha temprana, sobre todo los críticos más actuales.[18]



[1] Ireneo de Lyon, Contra los herejes 5.30.3.

[2] Ibíd. 2.22.5. En esta sección, Ireneo argumenta fuertemente que Jesús necesariamente debía hacerse encarnado también en su etapa de hombre viejo para poder representar también en su sacrificio a las personas mayores y que esto era lo que enseñaban también los demás presbíteros en Asia.

Si se considera que Jesús —según varias fuentes, a partir de Lc. 2— nació entre el 6 y el 4 a.C., que inició su ministerio en torno a los 30 años (Lc. 3:23), y que murió bajo Pilato, procurador entre 26-36 d.C. (Lc. 23:1), no hay posibilidad de que haya vivido más de 41 años; siendo tradicionalmente entendida su muerte a los 33. Para el año 50 ya se desarrollaba el ministerio de Pablo y de los apóstoles (ver Hch. 11:28, 18:2).

Ireneo también tenía muchos planteamientos teológicos basados en la alegoría, que serían cuestionables en la doctrina protestante actual, como que de la misma forma en que Cristo es el postrer y perfecto Adán (Rom. 5:12-21), la virgen María es la postrera Eva.

[3] Ireneo, op. cit., 3.12.14-15.

[4] Eusebio, Historia Eclesiástica, pág. 190, Historia Ecl. 3.39.1., cf. 3.39.14ss.

[5] Tradicionalmente la cita de Ireneo se ha traducido del griego al latín en la forma: “esta visión ha tenido lugar casi en nuestro tiempo…”, afirmando su composición en el tiempo de Domiciano. Gentry, así como otros, han argumentado que la traducción correcta sería “se ha visto no hace mucho tiempo, pero casi en nuestros días…”, estableciendo así solo una cota superior. Compárese con Eusebio, op. cit., pág. 150, Historia Ecl. 3.18.3 o la cita de este texto en Robert Mounce, Comentario al libro del Apocalipsis (Barcelona: Editorial CLIE, 2007), pág. 53.

Para una discusión completa sobre la traducción de la cita de Ireneo, ver Gentry, Before Jerusalem Fell, págs. 45-67.

[6] Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo II, el Nuevo Testamento, pág. 748.

[7] Tertuliano, La prescripción de los herejes 36.

[8] Jerónimo, Contra Joviniano 1.26.

Históricamente el sumergir en aceite ardiendo es una clase de castigo que comúnmente se usaba para los cristianos en el tiempo de Nerón. La historia narra cómo este mataba a los cristianos y en muchas ocasiones los usaba de antorcha pública para iluminar las calles de Roma (Tácito, Anales 15.44). Es probable que, para lograr más tiempo de iluminación, Nerón los mandará a sumergir en aceite ardiendo primero, con lo que la declaración de Tertuliano tiene gran correspondencia con las prácticas retorcidas de Nerón.

[9] Gentry, Before Jerusalem Fell, pág. 106. Aclarar que las versiones tempranas del siglo V de la Versión Siriaca no contenían Apocalipsis en su canon, sino las más tardías del siglo VI, donde aparece la referencia a Nerón al encabezado.

[10] Epifanio, Contra los herejes 41.12, 33. Aparentemente el autor confundió a Nerón con su predecesor y familiar, aunque también pudo haber asociado el destierro de Juan a lo relatado en Hch. 18:2.

[11] Clemente de Alejandría, Stromata 7.17.

[12] Gentry, Navigating The Book of Revelation, pág. 26.

[13] Gentry, Before Jerusalem Fell, pág. 94.

[14] Ibíd. págs. 68-109.

[15] Jamieson et al., Comentario exegético y explicativo de la Biblia. Tomo II, el Nuevo Testamento, pág. 748.

[16] Rafael Aguirre, La mesa compartida: Estudios del NT desde las ciencias sociales (Santander: Editorial SAL TERRAE, 1994), pág. 21.

[17] Harold R. Eberle y Martin Trench, Victorious Eschatology (Yakima: Worldcast Publishing, 2006), pág. 15.

[18] Ver la discusión que hace R. C. Sproul respecto al análisis de la fecha temprana de Apocalipsis, tanto de evidencias internas como externas, exponiendo el tema a la luz de la opinión de varios autores reconocidos en la materia. Sproul, La Escatología de Jesús, págs. 113-131. Compare con R. C. Sproul ed., La Biblia de Estudio de la Reforma (Sanford: Ligonier Ministries; Medellín: Poiema Publicaciones, 2020), pág. 2235.

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