18.9 Apocalipsis II: iglesias, sellos, trompetas y copas: Las seis primeras trompetas
Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les
dieron siete trompetas… Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se
dispusieron a tocarlas. (Ap. 8:2, 6).
La ventaja de la postura preterista
sobre las demás, es que se puede analizar el libro de Apocalipsis en relación a
los eventos históricos de modo ad quem, es decir, bajo la perspectiva
del ciclo profético cerrado. Así como las profecías del Antiguo Testamento son
entendidas y organizadas de mejor manera cuando se revisa su cumplimiento
histórico —como en Dn. 2, 7—, resulta mucho más cómodo entender Apocalipsis
mirado a la par con la historia.
Si bien, muchos autores reconocen un
paralelo entre los sellos, trompetas y copas,[1] hasta
acá se ha adoptado la cronología de la Gran Revuelta Judía en paralelo con
Apocalipsis, donde se atribuyen los juicios de los seis primeros sellos (Ap. 6)
a la primera etapa de la guerra (años 66-69), el sello de los justificados y su
salida de la tribulación (Ap. 7) junto al séptimo sello (Ap. 8:1-5) al periodo
de pausa en la campaña romana (junio 69 – abril 70), y las trompetas y plagas
posteriores —las cuales se van detallando en las secciones siguientes— corresponden
al asedio de Jerusalén (abril – septiembre 70) y los eventos posteriores de la
guerra.[2]
El hecho que se anuncien juicios
mediante toques de trompeta (Ap. 8-11), no es fortuito. En el antiguo Israel,
se tocaban trompetas para alistar las tropas para la batalla (Núm. 10:9, Jue.
3:27, cf. 1 Co. 14:8), y también se evoca a la destrucción del pueblo pagano de
Jericó cuando se rodeó la ciudad tocando trompetas para derribar sus altos
muros (Jos. 6:16). Por otro lado, las trompetas de medio oriente no son
instrumentos de bronce que emiten un sonido agudo y estridente, sino que son
largos cuernos huecos de animales que emiten un sonido grave y fuerte,
conocidos como shofar, debido a esto que es habitual asociar el
estruendo de la voz de Dios con el toque de una trompeta (Ex. 19:16, Ap. 1:10,
etc.).[4] Las trompetas entonces, reflejan la voz de Dios (acá el Hijo) en su
manifestación celestial e indican a las tropas que él ha dispuesto para juzgar
Israel que avancen sobre ella para su destrucción.
El fundamento veterotestamentario de
la quema de la tercera parte de los componentes de la tierra (Ap. 8:7) está en
Ez. 5, donde se condena a Jerusalén al asedio y posterior exilio babilonio bajo
términos muy similares a los de Ap. 8. En Ez. 5, Dios le pide al profeta que
mediante una acción simbólico-típica[5]
represente el destino de Judá quemando la tercera parte de su propia barba y
cabello:
Una tercera parte quemarás a fuego en medio de la ciudad, cuando se
cumplan los días del asedio; y tomarás una tercera parte y la cortarás con
espada alrededor de la ciudad; y una tercera parte esparcirás al viento, y yo
desenvainaré espada en pos de ellos… Y tomarás otra vez de ellos, y los echarás
en medio del fuego, y en el fuego los quemarás; de allí saldrá el fuego a toda
la casa de Israel… Así ha dicho Jehová el Señor: Esta es Jerusalén; la puse en
medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella… Así, pues, ha dicho
Jehová el Señor: He aquí yo estoy contra ti; sí, yo, y haré juicios en medio de
ti ante los ojos de las naciones. (Ez. 5:2-8, abreviado).
En general, Apocalipsis presenta
paralelos con Éxodo, con la historia primigenia (Gn. 1-11), Isaías, Daniel, pero
Ezequiel es el libro que en general tiene el paralelismo más importante con
esta profecía, ya que ambos siguen la misma estructura:[6]
Ez. 1 = Ap.
1 Ez. 2 = Ap.
5 (10) Ez. 5, 9-10 = Ap. 7-8 Ez. 16, 23 = Ap. 17 Ez. 26-28 = Ap. 18 Ez. 38-39 = Ap. 19-20 Ez. 40-48 = Ap. 21-22 (11)
Las trompetas, al igual que los sellos, son azotes de Dios a Israel mediante los romanos, pero también hay juicios que se manifiestan en la naturaleza. Como se ha señalado anteriormente,[7] el anuncio del Juicio de Dios —según Lev. 26, Dt. 28 y otros— incluye tanto intervenciones bélicas y desastres naturales. En este sentido, Ap. 8:5 señala: “y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”. Gentry explica todos estos desastres en virtud de los relatos de Josefo.[8] Esta plaga en particular se cumple en el siguiente episodio relatado por Josefo:
Sucedió que hubo una tormenta prodigiosa en la noche, con violencia
increíble, vientos fuertísimos, un aguacero torrencial, relámpagos continuos,
truenos terribles, y horrendos temblores y contorsiones de la tierra. Estas
cosas manifestaron que alguna destrucción venía sobre la humanidad, pues el
sistema del mundo fue puesto en desorden; y cualquiera podría adivinar que
estas maravillas prometían que vendría una gran calamidad.[9]
Respecto a la primera trompeta (Ap.
8:7), señalar que los romanos destruyeron los cultivos de los judíos para
dañarlos y talaron sus árboles para fabricar terraplenes y elementos de guerra,
de acuerdo a lo que documenta Josefo:
Él [Tito] también a la vez dio licencia a los soldados a prender
fuego a los suburbios, y les ordenó recoger madera y levantar terraplenes
contra la ciudad.[10]
…comenzó [Tito] otra vez a levantar sus terraplenes, aunque
dificultosamente podía conseguir el material y la madera, porque ya había
asolado todos los árboles vecinos de la ciudad para levantar los primeros.[11]
Respecto a la segunda y tercera
trompeta (8:8-11), donde se daña el agua, se puede ver otro efecto de la
campaña romana contra Israel. La conversión del agua en sangre se explica por
la contaminación de los afluentes de Judea por el gran volumen de sangre que
entró en ellas, procedente de la gran cantidad de muertos que dejó la guerra. Josefo
relata sobre el Mar de Galilea: “Se podía ver el lago todo ensangrentado y
lleno de cuerpos de muertos” (Guerras 3.10.9); sobre el Río Jordán y el mar
muerto se documenta:
Esta derrota fue la mas grave que recibieron los judíos, pero
pareció todavía mayor en sí de lo que era, no solo por haber convertido toda
aquella región por donde habían huido en una masacre. De los cuerpos muertos el
Jordán no podía hacer su camino, pues, tan lleno estaba de hombres muertos que
taponaron el curso del río. La laguna de Asfaltites [Mar Muerto] estaba también
llena de cadáveres, los cuales habían sido arrastrados por el río.[12]
Respecto al agua del mar (8:8),
Josefo relata que producto de tormentas en las costas de Judea fueron
destruidos muchos navíos, por consiguiente: “resultó que el mar fue del color
de la sangre por una extensión muy grande, y hubo cuerpos de muertos por todas
partes” (Guerras 3.9.3). Toda esta cantidad de cadáveres y sangre trajo
podredumbre y contaminación tanto del aire como del agua (Guerras 3.10.9).
David Chilton por su parte,
identifica el monte ardiendo en fuego arrojado al mar en relación a Jerusalén,
cuyo monte fue incendiado por los romanos; figuradamente echado al mar, como
símbolo de su destrucción. Con esto —por metonimia— sus habitantes contaminan
las aguas con su sangre, volviéndola venenosa o “amarga”.[13]
La cuarta trompeta (8:12) es
equivalente al sexto sello de Ap. 6:12-14. Según lo analizado allí, aquellos disturbios
celestiales son usados como lenguaje profético a través de toda la Escritura
para apuntar a la destrucción de una nación penitente y no literalmente un
cataclismo cósmico.
La quinta trompeta (Ap. 9:1-12) es
bastante sugestiva respecto a que se refiere puntualmente al asedio romano
sobre Jerusalén, ya que en la descripción de este azote hay varios paralelos
con el sitio a la ciudad.
En primer lugar, notar que la
duración de este castigo tiene por duración 5 meses (9:5). El sitio de
Jerusalén inició en la pascua del año 70, entre fin de marzo y principios de
abril, y se extendió a finales de agosto de ese año con el incendio del Templo,
terminando en los primeros días de septiembre, con la captura completa del
resto de la ciudad. Esto da 5 meses exactos de asedio.
En segundo lugar, se profetiza que no
se toque a los que son sellados (9:4, los 144.000), quienes son los judíos
cristianos, las primicias de la iglesia y del nuevo pacto, quienes no estaban
en la ciudad en el momento del asedio, de acuerdo a lo visto en la sección
sobre Los 144.000 judíos, ya que huyeron de la ciudad.
En tercer lugar, la profecía señala
que “Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses;
y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre” (9:5). Los
ejércitos romanos en esta etapa de la guerra estaban estancados y no podían
matar a los judíos que estaban refugiados tras los muros de Jerusalén, sino que
eran atormentados por el terror del encierro y la escasez de alimentos y agua. Más
adelante, la profecía señala: “Y en aquellos días los hombres buscarán la
muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos”
(9:6). Esto se cumple con asombrosa exactitud en los siguientes relatos, donde
Josefo cuenta de la angustia de los que estaban encerrados en el asedio a la
ciudad, donde muchos buscaban morir para calmar su sufrimiento, pero no podían:
Cuando alguno les rogaba [a los bandidos y ladrones judíos armados]
que le ayudasen o que acabasen de matarlo, por librarse del peligro del hambre,
era menospreciado y abandonado al hambre.[14]
Todos los que estaban hambrientos corrían buscando quien los matase,
y eran considerados felices los que habían muerto antes de conocer esos
horrores.[15]
En cuarto lugar, las langostas (9:3),
pueden ser consideradas como una referencia a ejércitos extranjeros. En Joel 1:2-12
se muestra una plaga de langostas, lo que según la tradición del Targum, se
estaría refiriendo a ejércitos extranjeros invadiendo Judea;[16]
particularmente babilonios. De esta forma, hay un buen precedente en el Antiguo
Testamento sobre que las langostas pueden representar ahora al ejército
extranjero romano. Respecto al nombre del rey de estos ejércitos (9:11): Abadón
en hebreo, es una asociación al Sheól (cf. Job 26:6, 28:22, Sal. 88:11, Pr. 15:11,
27:20), usándose en al Antiguo Testamento en paralelismo con el lugar de los
muertos. Apolión en griego significa destructor,[17] y
resulta semejante al nombre latín de la 15° legión romana, la cual asedió
Jerusalén: Apollinaris, cuyo símbolo en su estandarte (lat. Vexillum)
se acerca la descripción de las langostas en los pasajes 9:7-10 (así como también
el estandarte de la Guardia Pretoriana imperial):[18]
Estandarte
de la guardia pretoriana y de la XV legión.
Las referencias al cabello de mujer,
a los dientes de león, a las corazas de hierro y al estruendo de carros de
batalla (9:8-9), puede ser una referencia a las armaduras romanas de guerra, a
los tocados de sus cascos y a las pieles de animales que usaban:
Armadura
romana típica.
La sexta trompeta (9:13-21), en
concordancia con lo anterior, puede ser una referencia a las cuatro legiones
que asediaron Jerusalén en el 70 bajo el general Tito: XII Fulminata, V
Macedonica, XV Apollinaris y X Fretensis, descritas en un lenguaje
apocalíptico semejante a la descripción de Joel para los ejércitos babilónicos.
Complementando lo anterior, Kenneth
Gentry apela a que el quinto sello se trata de la actividad demoniaca que tomó
posesión de los judíos durante el asedio de cinco meses; haciéndose atormentar
unos a otros dentro de la atestada cuidad. Gentry fundamenta su interpretación
en una profecía de Jesús, quien después de haber limpiado Judea de demonios,
dijo:
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí;
y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma
consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el
postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también
acontecerá a esta mala generación. (Mt. 12:43-45).
Gentry observa que Josefo utiliza en
sus relatos sobre el sufrimiento de las multitudes judías atormentadas por el
hambre, el verbo griego βασανίζω “basanízo” G928, atormentar, y es el
mismo verbo que usa Juan en este pasaje para describir la acción de estos seres
(9:5).[19] El autor también considera que la sexta trompeta es una referencia
a los ejércitos romanos, pero añade a la intervención militar romana también
los ejércitos celestiales que se vieron en la tierra Judea durante el asedio.[20]
Esto es documentado por Josefo y Tácito como testigos directos y también por otros
historiadores posteriores:[21]
Antes de la puesta de sol, se mostraron por todas las regiones del
país, muchos carros que corrían por todas partes y con ellos escuadrones
armados, pasando por las nubes derramadas por las ciudades.[22]
Se vio en los cielos luchar ejércitos, armaduras refulgentes, y
reverberar el templo con un repentino fuego procedente de las nubes.[23]
[1] Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento, Apocalipsis,
pág. 297, entre muchos otros.
[2] Una
exposición completa sobre las distintas perspectivas sobre la cronología de
sellos, trompetas y copas se puede revisar en Storms, Venga
Tu Reino, págs. 274-282.
[3] Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, secciones sobre
Reiteración y Estructura.
[4] Editorial Vida, Biblia de Estudio NVI Arqueológica, pág. 2107.
[5] Ver capítulo cuatro: Figuras literarias de significado, sección
sobre Simbolismo.
[6] Tomado de Gentry, Navigating The Book of
Revelation, pág. 170.
[7] Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre
Estructura.
[8] Gundry ed., Cuatro puntos de vista sobre el Apocalipsis,
págs. 62-72. Muchas de las citas de Josefo a continuación son tomadas de su
exposición.
[9] Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 225, Guerras
4.4.5
[10] Ibíd. pág.
271, Guerras 5.6.2.
[11] Ibíd. pág.
295, Guerras 5.12.4.
[12] Ibíd. pág. 236, Guerras 4.7.6.
[13] Chilton, The Days of Vengeance, págs. 238-239. Compárese con el análisis hecho en el capítulo once:
Evangelios II: parábolas y anuncios, sección sobre La fe que mueve montañas.
[14] Josefo, op. cit., pág. 294, Guerras 5.12.3.
[15] Ibíd. pág. 316, Guerras
6.3.4.
[16] Lasor et al., Panorama Del Antiguo Testamento, pág. 431, Muñoz,
Apocalipsis. Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén, pág. 86. Ver
capítulo siete: El día de Jehová, comentario sobre Joel.
El Targum judío es la interpretación post
exílica de la Biblia hebrea.
[17] Algunos ven también en este término una relación con Nerón o
Domiciano, quienes se hacían llamar a sí mismos como ‘Apolo’. Ver La Biblia de
Estudio de la Reforma, pág. 2257, Gundry ed., Cuatro puntos de vista sobre
el Apocalipsis, págs. 76, entre otros.
[18] Josefo relata que estas imágenes eran especialmente sensibles para
los judíos al ser consideradas idolátricas, al punto que antes de la guarra,
los romanos evitaban exhibirlas en Judea para no generar conflictos. Guerras
5.9.4.
[19] Gundry ed., Cuatro puntos de vista sobre el Apocalipsis,
págs. 67-70.
[20] Ibíd. pág.
71-72.
[21] Ver los relatos completos y los relatos de los otros historiadores
en el capítulo doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, sección sobre
Así como el Padre, el Hijo: en nubes de gloria.
[22] Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 322, Guerras 6.5.3.
[23] Tácito, Libro de las Historias, pág. 233, Historias 5.13.