12.4 Evangelios III: en el monte de los olivos: Guerras y rumores de guerras

 


Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino. (Mt. 24:6-7a).

 Tácito, senador e historiador romano en el inicio de su obra ‘Historias’, introduce los hechos que relataría en su libro de la siguiente manera:

 

Empiezo mi tarea tratando una época repleta de acontecimientos. Atroz por las guerras, desgarrada por las sediciones, violenta en los mismos tiempos de paz. Cuatro emperadores asesinados por la espada, tres guerras civiles, cuatro guerras exteriores, y muchas en que se entremezclaban ambas. La marcha de los acontecimientos fue favorable en Oriente y adversa en Occidente: revueltas en el Ilírico, sublevaciones en la Galia, sometida la Britania y, poco después, perdida; los pueblos suevos y sármatas alzados en armas contra nosotros; la Dacia, cuya gloria ha consistido en desastres tan suyos como nuestros; los partos casi levantados en armas contra nosotros por las intrigas de un falso Nerón. Italia azotada por calamidades nunca vistas hasta ahora, o sucedidas de nuevo tras una larga serie de siglos sin sufrirlas. Esquilmadas y arruinadas las ciudades, incluso la fértil y fecunda región de la Campania. La misma Roma devastada por los incendios.[1]

 Tácito también en su libro ‘Anales’[2] registró los siguientes conflictos que tuvieron lugar antes del año 66 d.C.: los íberos y otras naciones libraron una guerra contra los partos en el año 35 d.C. (Anales 6:33-36), los íberos lucharon contra los partos nuevamente en el año 42 d.C., guerras entre las naciones en Partia que mismo año (Anales 11:8-10), pueblos germánicos y británicos se levantan contra Roma en el año 47 D.C. (Anales 11:18-19, 12:31-35), batallas entre los reinos en Alemania en el año 50 d.C. (Anales 12:29-30), una guerra entre armenios e íberos el año siguiente (Anales 12:44-50), varios pueblos germánicos se rebelaron contra Roma del 54 al 58 d.C. (Anales 13:54-56), batallas entre los reinos en Alemania en el 58 d.C. (Anales 13:57), guerras entre los persas y los partos del 58 al 61 d.C. (Anales 13:37, 15:1-2), las naciones de Gran Bretaña se levantaron contra Roma en el 61 d.C. (Anales 14:31-39), y una gran guerra entre los partos y los romanos que involucró a varias otras naciones desde el año 58 al 63 d.C. (Anales 13:34-41; 14:23-26; 15:1-17).[3]

Josefo también documentó varias guerras y rumores de guerras que también tuvieron lugar durante este tiempo en distintos lugares del Imperio Romano: los judíos luchando contra los árabes en el año 36 d.C. (Antigüedades 18.5.1-2), los romanos planeando una guerra contra los árabes al año siguiente (Antigüedades 18.5.3), los griegos que luchaban contra los judíos en el 38 d.C. (Antigüedades 18.8.1), rumores de una guerra que se avecinaba entre los romanos y los judíos en el 40 d.C. (Antigüedades 18.8.2-9, Guerras 2.10.1-5), los griegos y los sirios luchando contra los judíos aproximadamente en ese mismo momento (Antigüedades 18.9.9), los judíos luchando contra los filadelfios alrededor del año 45 D.C. (Antigüedades 20.1.1), los romanos marchando contra los judíos alrededor del año 50 D.C. (Antigüedades 20.5.2-4, Guerras 2.12.1), los romanos aplazaron una batalla entre los judíos y los samaritanos en el año 52 D.C. (Antigüedades 20.6.1; Guerras 2.12.3-5), y los romanos pararon una guerra entre los judíos y los sirios en el año 59 D.C. (Antigüedades 20.8.7, Guerras 2.13.7).[4] Varios cientos de miles de muertos se pueden contabilizar en todos estos enfrentamientos.

Conectando con el v. 5 y la cita de Josefo: “Había muchas revueltas en este mismo tiempo por Judea, y muchos aspirantes que codiciaban el reino”,[5] los falsos mesías —falsos enviados, profetas de Dios— buscaban tener el control de Judea, desencadenando muchos conflictos entre los pueblos de la provincia de Judea y contra Roma que con el pasar del tiempo desencadenaron en la Gran Revuelta Judía. El registro paralelo de Mr. 13:7 usa también la palabra “alborotos” junto con “guerras”; no solo se trata de conflicto entre naciones dentro del imperio romano, sino que —como se ha documentado— efectivamente los discípulos oyentes de la respuesta de Jesús verían estas cosas suceder también en su tierra: un tumulto en Jerusalén en el tiempo de la pascua causó entre 10.000 y 20.000 muertes en el año 49 d.C., por contiendas en Cesarea entre judíos y otros habitantes de la ciudad murieron 20.000 judíos, otros 20.000 más fueron muertos por los sirios, 13.000 más en Escitópolis (actual Beit She’an, al sur del Mar de Galilea).[6] Estas revueltas y guerras locales —como se ha dicho— son consecuencias de los falsos enviados de Dios que incitaban al pueblo a revelarse a los romanos; no solo habían falsos profetas que esparcían falsas doctrinas como Juan insiste en sus cartas, sino que también habían otros que llevaban al pueblo a la rebelión y a su muerte.

Josefo también documenta extensamente en el libro I de Las Guerras de Los Judíos que su tierra estaba llena de forajidos, ladrones y bandidos. Contra estos, Josefo describe los problemas que tuvieron los procuradores romanos de Judea para lidiar con la situación.

Josefo conecta estas estos alborotos y revueltas —muchas de las cuales resultaron en matanzas en Jerusalén— con la destrucción del Templo, mediante el juicio de fuego purificador por parte de Dios:

 

Posteriormente los ladrones, [los mismos que llevaron a muchos al desierto para engañarlos] sin amedrentarse, ascendieron al Templo durante las festividades, ocultando las armas como antes; mezclados con la turba, mataron a unos porque eran sus enemigos y a otros porque se les pagaba para hacer ese servicio; y lo llevaban a cabo, no solo en la ciudad, sino en el mismo Templo. Efectivamente, se atrevían a matar en el Templo, como si obrar de esta manera no fuera un acto impío. Por eso creo que Dios, ofendido por su impiedad, se apartó de nuestra ciudad; juzgó que el Templo ya no era su morada pura, e hizo que los romanos purificaran con el fuego a la ciudad, nos redujeran a la esclavitud a nosotros, a nuestras mujeres y a nuestros hijos, a fin de que, advertidos por tales calamidades, volviéramos a la rectitud.[7]



[1] Tácito, Libro de las Historias, págs. 3-4, Historias 1.2.

[2] Cayo Cornelio Tácito, Anales.

[3] Vernon C. Klingman III, The Four Corners. www.facebook.com/preterism, pág. 13.

[4] Ibíd.

[5] Josefo, op. cit., pág. 109, Guerras 2.4.1.

[6] Gary DeMar, Last Days Madness, pág. 79 y Gary DeMar, Wars and Rumors of Wars, pág. 50. El autor también destaca en esta última obra que cuando Judea estaba en rebelión contra Roma —en la gran Revuelta Judía— y Nerón se suicida (68 d.C.) los comandantes de las legiones de España, la Galia y Alemania, Iliria y Siria, convergieron sobre Italia, para decidir quién debería suceder a Nerón que no tenía un heredero directo en la Dinastía Julio-Claudia.

Luego de esto, comienza el tiempo conocido como el año de los cuatro emperadores, donde hubo gran caos en Roma por luchas de poder; esto es lo típico luego del fin de una dinastía.

[7] Josefo, Antigüedades 20.8.6.

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