15.2 Hebreos: Contrastes, advertencias y promesas

 


Debe considerarse primero que los destinatarios de la epístola han sufrido persecución (Heb. 10:32-34), siendo varios de ellos despojados de sus bienes y llevados presos. Esta es la misma situación a la cual fueron sometidos los judíos seguidores de Cristo por parte de sus compatriotas no creyentes en Jesús según los relatos de Lucas (Hch. 8:1-3, 9:1-2, 9:13-14, 12:1, 26:11). En base a esta persecución, se les exhorta a los lectores a perseverar, ya que el pacto al cual pertenecen actualmente es mejor que el antiguo del cual anteriormente participaban, y este es el gran tema que desarrolla la carta mediante comparaciones del viejo pacto con el nuevo.

La carta comienza con este breve pero potente contraste:

 

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo… (Heb. 1:1-2).

 Después de más de 400 años de silencio profético, Dios vuelve a hablar, pero esta vez mediante su Hijo. Este solo hecho hace que el autor como los lectores se encuentren en los postreros días; “ahora, en la consumación de los siglos” (Heb. 9:26). La venida del Mesías es el gran hecho que marcaría la historia humana, trayendo una nueva era y no solo a Israel sino al mundo entero, y marcaría para siempre la relación de toda la humanidad con su creador. Como se expone en la segunda parte de este libro, Cristo vino a inaugurar el nuevo pacto, sin embargo, el antiguo no desaparecería inmediatamente, sino que está próximo a desaparecer (Heb. 8:13), por lo tanto, si el autor reconoce que está en los últimos días de lo antiguo, habiéndose ya revelado lo nuevo, no puede suponerse que estos “últimos días” se trata de un gran periodo que se extendería por milenios, sino que se refiere a un breve periodo de tiempo. Esto también se puede notar en los otros cinco contrastes o comparaciones que presenta la epístola, los cuales demandan a sus lectores el tomar decisiones que repercutirían en sus propias vidas; bajo un claro sentido de urgencia y rápida acción.

 A) La primera comparación es sobre Jesús presentado como superior a los ángeles. En Heb. 1-2, se describe a Jesús como el resplandor e imagen de Dios, sentado a la diestra de la Majestad en el cielo (1:3), hacedor de las eras[1] y heredero de todo (1:2, 8). Jesús es entonces mayor a los ángeles. La advertencia asociada a esta comparación viene entonces del hecho que si los ángeles entregaron los estatutos de la ley a Moisés, palabra firme de Dios, cuanto más se debe atender a lo dicho por el mismo Hijo (2:1-3), argumentando que si la retribución a la desobediencia de aquellas palabras eran castigadas con justicia, “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos [nosotros] una salvación tan grande?” (2:3), deduciéndose que para ellos —los oyentes, quienes vivían en los últimos tiempos— se avecinaría un juicio y caerían en él si no perseveran. Como se analizó anteriormente,[2] Jesús advirtió acerca de la perseverancia y el mantenerse velando para que el juicio que se derramaría sobre ‘la tierra’ no los sorprendiera desprevenidos, esto es que por volver al judaísmo sacerdotal y desconocer al Señor, caigan en el asedio romano del 70.

 B) La segunda comparación se halla en Heb. 3-4:13 y dice a sus lectores que Jesús es superior a Moisés como encargado del pueblo de Dios. En esta comparación hay también una referencia al pueblo de Israel, a la generación que vagó 40 años en el desierto por su desobediencia y no entraron el en reposo del Señor; en la tierra prometida a los padres. De aquí se desprende la siguiente advertencia: el no apartarse de Dios para poder entrar finalmente al reposo (3:12, 4:1, 4:11), animándolos a seguir hasta el fin (3:6, 14). Sobre el reposo no se detalla su naturaleza en esta sección de la carta, sin embargo, es una esperanza mayor a la posesión de la tierra de Israel que anhelaba la generación impía que pereció en el desierto.

 C) La tercera comparación está en Heb. 4:14-7:28 y se enfoca al oficio de mediador de Jesús; superior a los sacerdotes. Este gran y perfecto sacerdote que traspasó los cielos es la fuente definitiva de gracia (4:14ss), sin embargo, parece que estos lectores no reconocen aquello, teniendo necesidad que se les repita este hecho fundamental (5:11ss), corriendo el riesgo de apostatar y volverse a sus antiguas obras muertas (6:1), muy posiblemente refiriéndose a las prácticas de la ley para obtener justificación, corriendo el riesgo de compartir el destino de la generación mala que pereció en el desierto por su desobediencia (6:4-6). Ahora la condena que se esboza es la siguiente:

 

Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada. (Heb. 6:7-8).

 Si bien no es una referencia explícita a Jerusalén e Israel siendo destruida como sí otras advertencias, sí es bastante sugestiva considerando que se dirige muy posiblemente a judíos en Jerusalén. Habla de una tierra que está reprobada, maldecida y destinada a ser quemada, tal como Malaquías profetizó sobre Israel (Mal. 4), luego Juan el Bautista (Mt. 3:10-12) y finalmente Jesús (Lc. 12:49-50, 21:20-24), de todo lo cual los lectores de la carta debían saber. El autor no alude a algún principio de aplicación general sino a una situación crítica para sus lectores, por este motivo es que se les insta a seguir hasta el fin (6:11) para que ellos entren en la promesa del reposo definitivo (6:12).

 D) La cuarta comparación se desarrolla en Heb. 8-10 y se enfoca en qué aspectos Jesús es superior a la liturgia del antiguo pacto; oficiándola perfecta y definitivamente. Si bien, así como en la comparación anterior, hay muchos temas para desarrollar —destacándose la naturaleza espiritual y perfecta del nuevo pacto sobre lo material e imperfecto del antiguo—, en lo concerniente a la escatología y la segunda venida tenemos algunas advertencias que reafirman la expectativa de la segunda venida de Jesús en esa generación. Apelando a las firmes promesas en Cristo, el autor exhorta a aferrarse a lo que han creído, manteniéndose firmes para no caer en juicio:

 

…no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Heb. 10:25-31).

 De la misma forma en que se advertía de juicio en la tercera comparación, acá se exhorta personalmente a los lectores sobre asuntos prácticos para mantenerse firmes en la fe, como no dejar de congregarse, ya que ellos mismo ven como el tiempo de la consumación está cerca (10:25). La expresión griega para “se acerca” proviene de ἐνγύς “engýs” (G1451), y según se ha analizado en varios pasajes del capítulo siete de este libro, es una palabra que cuando aparecía en la LXX relativa a algún ‘día de Jehová’ para indicar el momento de su ejecución en el Antiguo Testamento, estaba indicando a un periodo menor a 40 años (pudiendo ser incluso inminente) y jamás se usó para un periodo prolongado.

Otro pasaje sugestivo sobre el momento de la venida de Cristo en gloria es el 10:26-27 donde se indica a los lectores que si luego de recibir el mensaje del evangelio se persiste en el pecado o retrocede (10:38), aquel sería arrojado —de forma similar al 6:8— al juicio por fuego reservado para sus oponentes, los judíos persecutores de la iglesia, añadiendo que “¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!” (10:31), con lo que anticipa los horrores que en el corto plazo vendrían sobre los judíos que rechazaron al Señor.

En esta sección se amplía en la esperanza de la cercanía de la consumación del antiguo pacto para dar paso pleno al nuevo, de donde vendría el reposo: “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer” (8:13), aclarando explícitamente que “Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará” (10:37); a pesar de la persecución sufrida por sus perseguidores, quienes los encarcelaron y despojaron de sus bienes en la tierra, los cristianos debían poner su esperanza en las promesas celestiales, la herencia en los cielos (10:34).

 E) La quinta comparación es una exposición que se va dando desde el v 11:1 al 13:19 y es especial ya que el autor ya no hace un contraste entre Jesús y algún componente del antiguo pacto, sino que toma como ejemplo la fe de muchos personajes notables del Antiguo Testamento para alentar a sus lectores a que “…corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (12:1), ante lo cual también hay advertencias de no pecar ni retroceder (12:15-17) para alcanzar la bendición de participar en la Jerusalén celestial, con ángeles, donde están los espíritus de los justos hechos perfectos y Jesús mismo en su gloria. En otras palabras, el autor espera que el pueblo del nuevo pacto sea digno de sus predecesores quienes mostraron grandes ejemplos de fe, aunque estaban amparados en promesas menores a las suyas. Se exhorta a seguir firmes, ya que: “… nuestro Dios es fuego consumidor” (12:29); el juicio era una realidad patente y muy cercana. Nótese cómo en el 12:22 se expresa el haberse acercado a la Jerusalén celestial como una realidad presente.



[1] Si bien la RVR1960 usa “el universo” (1:2), en griego dice τοὺς αἰῶνας “tus aionas”, las eras.

[2] Ver capítulo doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, sección sobre Llamado a estar alerta.

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