14.3 La escatología de Pablo: Juicio a judíos y gentiles
En el reino de Dios —enmarcado en el siglo venidero— se requería
necesariamente que todo lo creado se pusiera bajo el dominio de Dios mediante
el nuevo pacto. El Dios de Israel, el verdadero Dios creador de todas las cosas
y soberano en todo, en este momento decisivo de la historia sería reconocido
por todo hombre de todo lugar.
R. C. Sproul señala que “…Pablo en Romanos 1 habla de la revelación de la
ira de Dios contra la raza humana. El mundo está expuesto a la ira de Dios
porque, aunque Dios ha manifestado su eterno poder y deidad a toda criatura, el
ser humano se rehúsa a honrar a Dios como Dios. En nuestro estado caído, nos
rehusamos a adorar a Dios; no le damos el honor que Dios merece”.[1] Pablo en los
primeros capítulos de su carta a los Romanos, ante una audiencia cristiana en
su mayoría gentil, señala que aunque los gentiles no tuvieron la revelación
especial como los judíos, a quienes se les dio la ley y las Escrituras, los
gentiles sí recibieron el conocimiento de la verdad acerca de Dios en la creación
que los rodea. Esto es conocido como la revelación general de Dios (Rom. 1:20).
Esta revelación general a los gentiles viene a ser equivalente a la revelación
especial entregada a los judíos para propósitos de juicio; la imputación de
pecado es válido no solo para los que tienen el conocimiento de la ley, sino
que también para el gentil. La revelación general de Dios no solo se puede ver
en el mar, en la naturaleza, en los complejos procesos naturales o biológicos,
sino que el hombre como parte de la creación también tiene parte de esa
revelación general en muchos aspectos, entre estos, su conciencia, la cual
viene a hacer las veces de la ley para los judíos (Rom. 2:12-16). Notar que
Dios mediante sus profetas en el Antiguo Testamento muchas veces condenó
mediante juicios (días de Jehová) a varias naciones gentiles o paganas por su
mal, entre ellas: Asiria (Nínive), Babilonia, Edom, Tiro o Egipto, y esto
ocurre por el solo hecho que Dios es soberano sobre todo lo creado, no solo
sobre el pueblo de su pacto al que le dio su revelación especial, y la base del
juicio a estas naciones paganas es la revelación general que Dios puso al
hombre en su conciencia que viene a ser lo mismo que la ley para los israelitas
(Rom. 1:18-19).[2]
Es claro que esta parte de la revelación general, la conciencia, es
insuficiente para el conocimiento completo de Dios y está corrompida por la
caída del hombre, haciéndose muy necesario el conocimiento de la revelación
especial también para los gentiles, pero la conciencia junto al resto de la
revelación general —así como la ley— son al menos suficientes para acusar
preliminarmente de pecado al gentil.
En base a esto, en el entendimiento de la revelación general y especial, Pablo
demuestra que la humanidad en general está corrompida por su pecado, tanto los
gentiles (Rom. 1:18-32, cf. Hch. 17:16, Ef. 2:11-12) como los judíos (Rom. 2:1-3:8),
concluyendo que todos: judíos y gentiles, estaban bajo condenación por el
pecado (Rom. 3:9-20), porque que para Dios no hay acepción de personas (Rom.
2:11). La conclusión solemne de Pablo es esta:
…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. (Rom. 3:23).
Para tener un acercamiento al tema sobre qué se trata este juicio de
Dios, en Rom. 2:5-11 se puede apreciar cierto desarrollo del evento:
Pero por tu dureza y por tu corazón
no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus
obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra
e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la
verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo
ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero
gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y
también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios.
Éstos mataron al Señor Jesús y a
los profetas, y a nosotros nos expulsaron. No agradan a Dios y son hostiles a
todos, pues procuran impedir que prediquemos a los gentiles para que sean
salvos. Así en todo lo que hacen llegan al colmo de su pecado. Pero el castigo
de Dios vendrá[4]
sobre ellos con toda severidad. (1 Tes. 2:15-16 NVI).
Mas antes, oh hombre, ¿quién eres
tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por
qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para
hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si
Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha
paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias
las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él
preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a
nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles? (Rom. 9:20-24).
Los vasos de barro formados para la ira son entonces los judíos que rechazan el evangelio y que persiguen a la iglesia, arrancados de las promesas de Dios por su incredulidad (Rom. 11:20). La manifestación verdadera del nuevo pacto no podría tener lugar si no se destruía lo antiguo e imperfecto; haciendo que el pueblo del nuevo pacto sea verdaderamente manifestado sobre el Israel que rechazó este pacto (vv. 24-26). Es en este contexto que Pablo dice: “porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud” (Rom. 9:28), donde la palabra griega para tierra es “ge”,[5] es decir, la tierra de Israel. La dureza de estos vasos de ira produjo la destrucción del Templo y de la liturgia judía sacerdotal para siempre, purificando a la creación de la manera imperfecta de relacionarse con Dios[6] (Rom. 8:19-22) y manifestado únicamente la justificación por la fe en el evangelio como la única forma de entrar en el pacto con Dios.
En relación a Rom. 8:19-22, donde Pablo narra que la creación aguarda la
manifestación de los hijos de Dios, ya que gime debido a la corrupción y está
con dolores de parto; más que entenderse como que la creación sería exaltada o
renovada (lo cual no aparece en el texto), puede ser más apropiado entenderlo
como un antropomorfismo que refleja figuradamente el hastío de la tierra por la
corrupción de los judíos, esperando que la ocupen los verdaderos hijos del
reino. Es recurrente que en el lenguaje profético que en el litigio entre Dios
y los hombres, se ponga a la tierra, a los mares o a los montes de testigo ante
el castigo de Dios (Miq. 1:2-3, 6:1-3), que las naciones tengan ‘dolores de
parto’ ante su juicio (Jer. 22:23, 49:24, 50:43), o la tierra sea partícipe o del
juicio o del sufrimiento del pueblo (Gn. 4:11, Núm. 16:32, Dt. 11:6, Os. 10:8).
También en Is. 24:4-7 se puede ver como ‘la tierra’ es enfermada y gime[7] por el pecado de
sus moradores, dejando de producir sus frutos y permitiendo que sus moradores
sean asolados, los cuales son identificados en Is. 24:1-2 como ‘el pueblo y los
sacerdotes’, los cuales son el pueblo y los sacerdotes de Israel, mientras que
en Os. 4:1-3, se acusa directamente al pueblo de Israel de causarle luto (Heb. אָבַל, “’abal”,
H56: gemir, afligir) a la tierra con su pecado; profetizando de esta
manera la caída de las tribus del norte a manos de los asirios en el 772 a.C.
Is. 24:4-7 |
Os. 4:1-3 |
La tierra
estuvo de luto [alt. gemir] y se marchitó; enfermó, se amustió el mundo; se
marchitaron los nobles del pueblo de la tierra. Y la tierra
se contaminó bajo sus moradores; porque transgredieron las leyes, violaron el
estatuto, quebrantaron el pacto sempiterno. Por esta
causa, la maldición consumió la tierra, ya que sus moradores fueron hallados
culpables; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y
disminuyeron los hombres. Se perdió el
vino, se marchitó la vid, gimieron todos los que eran de corazón alegre.
(RVR1977). |
Oíd palabra
de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la
tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar,
mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se
suceden. Por lo cual
se enlutará [alt. gemir] la tierra, y se extenuará todo morador de ella, con
las bestias del campo y las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán. |
Volviendo al asunto de Rom. 8:19-22, dentro del contexto del juicio a los
judíos —y al igual que Oseas e Isaías— Pablo usa este tropo para expresar
repudio de la tierra hacia sus habitantes. El rol de la tierra es ser
recipiente de los hombres, pero en aquel punto, el pueblo del pacto se había
degradado al punto de que ‘la creación buscara ser libre de ellos’ y gime por
ello. En este aspecto, es posible ver un contraste entre la alegría de la
tierra cuando recibió a los israelitas que llegaron de Egipto en contra de la
corrupción que desbordaba en ellos a mediados del primer siglo d.C., en el uso
de figuras literarias similares:
Cuando salió Israel de Egipto, la
casa de Jacob, de un pueblo extranjero,
Judá vino a ser su santuario, e
Israel su señorío.
El mar lo vio, y huyó; el Jordán se
volvió atrás.
Los montes saltaron como carneros,
los collados como corderitos.
¿Qué sucedió, mar, que huiste? ¿Y
tú, Jordán, que te volviste atrás?
Montes, ¿por qué saltasteis como
carneros, y vosotros, collados, como corderitos?
A la presencia de Jehová tiembla la
tierra, a la presencia del Dios de Jacob, el cual cambió la peña en estanque de
aguas en fuente de aguas la roca.
(Sal. 114).
¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién
vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez?
Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos. (Is. 66:8).[9]
En concordancia con 1 Tes. 2:15-16, en 2 Tes. 1:4-7 Pablo declara que la venida
tiene por fin también castigar a los perseguidores de la iglesia: “Porque es
justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan” (v. 6), en
un juicio en llama de fuego, con los ángeles de su poder para retribuir a estos
perseguidores judíos y condenarlos también a perdición eterna[10] (2 Tes. 1:8-10),
así dar reposo de estas aflicciones a los justos (2 Tes. 1:7) y para que el
Señor sea glorificado (2 Tes. 1:12), lo cual sucedió en el 70 d.C. Con esto en
mente, podemos atribuir una referencia a los judíos en los siguientes dichos de
Pablo: “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así
como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá
sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no
escaparán” (1 Tes. 5:2-3), ya que los judíos opositores al cristianismo se
podrían sentir muy seguros de no tener retribución por su maldad (de hecho,
creían que hacían un favor a Dios), sin embargo, Pablo advierte que esta paz
les sería temporal ya que —como sucedió en el asedio romano del 70— vino un día
en que repentinamente fueron destruidos, acorralados y no pudieron escapar (cf.
Lc. 17:20).
No sería entonces remoto ni apartado del sentido del texto el entender
Rom. 13 como una referencia a la destrucción de los judíos por parte de los
romanos. Debemos considerar que Pablo escribía su epístola teniendo en mente
alguna situación crítica que ameritaba esta exhortación —‘la situación de la
vida’— y se debe evitar considerar sus palabras como principios generales que
tenían por propósito ser aplicables en cualquier contexto y tiempo. Antecediendo
este capítulo, tenemos la idea que la venganza es de Dios cuando manifieste su
ira (Rom. 12:19). Luego hay una exhortación a someterse a la autoridad, ya que
“quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que
resisten, acarrean condenación para sí mismos” (v. 2) y las autoridades son
instrumentos de Dios para castigo de los malos (vv. 3-5); todo esto en el
contexto que el cumplimiento de la ley es el amor (Rom. 13:8-10) y que el
tiempo está cerca (Rom. 13:11). En la historia, es claro que la rebelión judía
contra las autoridades romanas finalmente condujo a estos sujetos de condena
una guerra en la que perecieron catastróficamente en el año 70 d.C.; esto muy
cerca de las palabras de Pablo, menos de 15 años antes del cumplimiento de este
juicio.[11]
Respecto a los judíos y su condenación, también está el caso de algunos
que si bien no se opusieron frontalmente al cristianismo mediante persecuciones,
sí causaron grandes problemas en la iglesia primitiva. Estos judíos incluso
profesaban un cierto acercamiento a la doctrina cristiana, pero finalmente
buscaban introducir sus costumbres (la ley) como una vía válida para obtener
justificación delante de Dios. A estos se les conoce normalmente como
‘judaizantes’. Las advertencias contra la idea de la justificación mediante la
ley que introdujeron estos personajes son el tema central en la Epístola a los
Gálatas y Pablo hace también advertencias respecto a esto en otras de sus
cartas (Fil. 3:2, 1 Ti. 1:3-8, 4:1-3, Ti. 1:10-16, 3:9-11 y otros), calificando
a aquellos que introducen estas prácticas e ideas como sujetos de condena:
Pasaje |
Texto |
Gál. 6:8 |
Porque el que
siembra para su carne, de la carne segará corrupción… |
Ti. 1:10,16 |
Porque hay
aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los
de la circuncisión… Profesan
conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes,
reprobados en cuanto a toda buena obra |
Ti. 3:9-11 |
Pero evita
las cuestiones necias, y genealogías, y contenciones, y discusiones acerca de
la ley; porque son vanas y sin provecho. Al hombre que cause divisiones,
después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha
pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio |
Respecto a los gentiles, Pablo dice en 1 Co. 4:5 que en la venida del
Señor se juzgará las intenciones para recibir retribución, en 1 Co. 6:2-3 señala
que ellos, los gentiles juzgarán al mundo terrenal y espiritual —se entiende
que en la segunda venida de Cristo, cf. Mt. 19:27-30—, que serían librados de
la ira venidera para alcanzar salvación (1 Tes. 1:10, 5:9), pero en 2 Co. 4:3, Pablo
indica que los que no tienen el evangelio se pierden, condenados por el pecado
que les muestra la revelación general (Rom. 1:18-32).
Relacionando esta condenación hacia los gentiles de la que habla Pablo
con el discurso de Jesús, podemos concluir que para los gentiles el juicio que
les corresponde es el ‘juicio a las naciones’ de Mt. 25.31ss;[12] Pablo no profetizó
a los gentiles la destrucción de su tierra como sí Jesús a los judíos (Mt. 24),
quienes tuvieron una condena especial por haber matado a los profetas y al
Señor Jesucristo (Mt. 23:34-39, 27:25 cf. Jn. 12:48) en el asedio a Jerusalén
en el año 70. En este momento de retribución en el que Cristo se manifestaría
con ángeles (Mt. 13:40-41, 16:27, 24:30-31, 25:31), que es el mismo que
describe Pablo (2 Tes. 1:6-10), se juzgaría espiritualmente a “todas las
naciones [εθνη, éthne]”, refiriéndose a quienes viven fuera de ‘la
tierra’ y por implicancia también a los judíos. En 2 Ti. 4:1, Pablo señaló que:
“[Jesucristo] juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su
reino”, mientras que en Rom. 14:10-12, el apóstol señala que “todos
compareceremos ante el tribunal de Cristo”, “toda lengua confesará a Dios” y
“cada uno de nosotros [tanto judíos como gentiles] dará a Dios cuenta de sí”,
refiriéndose a lo mismo que Mt. 25:31ss.
Los gentiles son condenados por la ‘ley’ que entrega Dios mediante su
revelación general, el hombre es responsable ante Dios por su pecado y sujeto
de condena (Rom. 5:12-14). En muchos pasajes como Mt. 25:31-46, Jn. 5:29, Hch.
24:15 o Dn. 12:2 donde se habla del juicio a los muertos, esto se ilustra como
una dualidad: unos para bendición y los otros para maldición; en esto se puede
simplemente concluir que tanto los judíos como los gentiles que no forman parte
de la iglesia tienen una resurrección para condenación —ya sea que hayan sido
muertos en el asedio romano o no— mientras que los revividos en Cristo serían
resucitados para bendición.[13] Sobre estos
bienaventurados, Pablo se refiere de esta forma:
Pasaje |
Texto |
Rom. 2:7 |
vida eterna
a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad |
Rom. 5:2 |
nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios |
Rom. 5:9 |
Pues mucho
más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira |
Rom. 5:21 |
… [Así]
reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de
Jesucristo nuestro Señor |
Rom. 8:1 |
Ahora, pues,
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan
conforme a la carne, sino conforme al Espíritu |
Rom 8:30 |
Y a los que
predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó |
2 Co.
4:17-18 |
Porque esta
leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y
eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que
no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven
son eternas |
1 Tes. 1:10 |
y esperar de
los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos
libra de la ira venidera |
2 Tes. 2:14 |
a lo cual os
llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor
Jesucristo |
1 Tes. 5:9 |
Porque no
nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de
nuestro Señor Jesucristo |
2 Tes. 1:7 |
y a vosotros
que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el
Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder |
Las bendiciones para los creyentes son entonces el reposo, la vida
eterna, la inmortalidad, la glorificación, la liberación de la ira venidera y
la condenación, los cuales son términos intercambiables en la mayoría de los
casos.
[1]
Sproul, Todos Somos Teólogos, pág. 285.
[2]
Entiéndase que la revelación general no es solamente el cielo, el mar o la
naturaleza, sino también Dios se revela de forma general al hombre mediante los
atributos que Dios comunicó al hombre al crearlo a su imagen y semejanza, y
entre estos atributos está la moral a la cual apela Pablo en Romanos.
[3]
Ver capítulo diez: Evangelios I: antecedentes clave, sección sobre La
generación mala y adúltera.
[4]
Del griego εφθασεν, “efthasen”, alcanzar o venir en tiempo aoristo. El
aoristo indica una acción llevable a cabo tanto en pasado o futuro (indefinido)
pero una única vez, no repetible. Por un asunto más teológico que gramatical
(entendiendo que para el tiempo de Pablo el juicio a los judíos es aún futuro)
y dado que el castellano exige asignar un tiempo a los verbos, acá se opta por
una traducción en futuro.
[5]
Ver capítulo siete: El día de Jehová, comentario sobre Is. 13:5 donde se
analiza el uso de esta palabra en la profecía del Antiguo Testamento y su
alcance.
[6]
Debido a la corrupción humana, el antiguo pacto era imperfecto en el
cumplimiento de los oficios que estipulaba, y no a que Dios lo estableciera
imperfectamente.
[7]
Donde la RVR1960 traduce “Se destruyó…” en el v. 4, se usa el verbo Heb. אָבַל, “’abal”, H56: gemir,
afligir, estar de luto, estar de duelo. La RVR1977 lo traduce mejor como: “estuvo
de luto”. Muchas otras versiones (BTX, EUNSA, NTV, Biblia Latinoamericana 2005,
Biblia de Jerusalén 2001, entre otras), traducen como “estar de duelo”.
[8]
Recordar que una parte sustancial de los judíos de todo el Mediterráneo
perecieron en el asedio de Jerusalén y la guerra del año 70; los judíos que
habitaban en ‘toda la creación’ y no solo en ‘la tierra’.
[9]
Eusebio, Historia Eclesiástica, pág. 24, Historia Ecl. 1.4.3-4.
[10]
Ver capítulo once: Evangelios II: parábolas y anuncios, sección sobre Cuerpo y
alma en el infierno.
[11]
La fecha de la Carta a los Romanos se establece generalmente entre el año 56 y
el 58.
Moo, Comentario Bíblico con Aplicación NVI: Romanos,
pág. 14, entre otros.
[12]
Ver capítulo doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, sección sobre El
trono de gloria.
[13]
Entiéndase que los participantes en la resurrección son quienes verdaderamente
creen en Cristo (Jn. 12:46, la iglesia invisible), ya que muchos pueden
profesar una fe aparente y no salvífica (Jn. 12:47, cf. Mt. 13:1-9, la iglesia
visible).