13.2 Hechos: La perversa generación
Porque para vosotros es la promesa,
y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor
nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba,
diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
(Hch. 2:39-40).
Si bien, no hay referencias a la venida gloriosa de Jesús, lo que se
busca destacar de todo esto es el mensaje del v. 40: “Sed salvos de ESTA
PERVERSA GENERACIÓN”, reforzando la idea planteada en capítulos anteriores: que
la generación increpada por Jesús, era aquella misma y no otra futura.[1] Estos judíos que
cometieron el pecado capital, el asesinato de Cristo, eran la generación mala y
adúltera (Mt. 3:7-10, 12:34, 16:4, 23:33, Mr. 8:38), una generación condenada
(Mt. 3:7, 12:41-42, 12:45, 23:33, 24:34, cf. con las parábolas de 15:13,
21:33-46), y también correspondía con quienes oyeron a Pedro. A pesar de haber
cometido uno de los mayores males imaginables por el hombre y estar bajo
condenación, Pedro les ofrecía el no ser parte de esa mala generación, sino de
entrar en el nuevo pacto de Jesús, la iglesia.
[1]
Ver capítulo diez: Evangelios I: antecedentes clave, sección sobre La
generación mala y adúltera.