16 Las siete epístolas (Introducción)
En este capítulo se desarrolla el asunto escatológico en las siete epístolas
llamadas ‘universales’ o ‘católicas’, (Santiago, 1, 2 y 3 Juan, 1 y 2 Pedro y
Judas)[1] las cuales fueron
escritas por los oyentes directos del Señor Jesucristo. A pesar que estas
epístolas no se centran en la escatología futura, pendiente de completar —a
excepción quizá de algunos pasajes de 1 Jn. y en 2 Pe. 3— su mensaje, en muchos
casos, está moldeado y motivado por la expectativa cercana o inminente de la
venida gloriosa de Jesús para juzgar a quienes en ese momento oprimían a la
iglesia, como para dar recompensa a los seguidores fieles que perseveran a
pesar de la adversidad, de la misma forma en que ocurre en la Carta a los Hebreos.
Santiago, enfocado en un aspecto más social, anima a soportar la opresión
de los ricos sobre los pobres con la esperanza que en la segunda venida de
Cristo, estos impíos serían consumidos por el fuego del juicio de Dios, Pedro
anima a una vida santa en la iglesia para no perecer en aquel momento; de la
misma forma Judas y Juan ponen su mensaje en esa misma perspectiva: sobre
perseverar y permanecer firmes ya que la manifestación gloriosa del Señor sería
para retribución a sus perseguidores y gozo a la iglesia. Todo esto es un claro
mensaje a sus lectores que se encontraban en una situación crítica; teniendo un
carácter atemporal debido a sus principios (universales), pero una aplicación
directa sobre cuestiones prácticas solo imputables a ese preciso tiempo.
[1]
Eusebio de Cesarea usa la palabra griega καθολικῶν “katholikón”,
universales, para identificar estas siete epístolas.
Eusebio, Historia Eclesiástica, pág. 112, Historia
Ecl. 2.23.24-25.