17.3 Apocalipsis I: antecedentes clave: Fecha de Apocalipsis: el corpus joanino
El Evangelio según Juan y las Cartas de Juan, son en general datados a
final del siglo I, por el 100 d.C. Esto es posible ya que Juan fue el único de
los apóstoles que, según la tradición, vivió hasta ese tiempo. La fecha tardía
del corpus joanino viene por la evidencia de que los otros evangelios
sinópticos canónicos —datados en general en torno al 80 d.C.— no toman como
fuente el relato de Juan, por lo tanto, a este último se le consideraría
posterior. Respecto a las cartas, se tiende a concluir que el docetismo[1] que Juan busca
combatir es más propio del cristianismo del siglo II que del siglo I, por lo
que también se datan aquellos textos por ese tiempo. El apóstol se identifica
como “el anciano” (2 Jn. 1:1, 3 Jn. 1:1) y trata a sus destinatarios como “hijitos”,
por lo que también esto sirve de argumento para formar un consenso en torno a
una fecha bastante tardía para la composición de estas cartas, cuando Juan
estaba en sus días finales.
Si el corpus joanino —los escritos de Juan— tiene una fecha de composición
posterior al 70 d.C., la doctrina preterista cae en el mismo problema que
tendría si cualquier otro escrito neotestamentario fuera escrito después del
70: que no hay referencias a la destrucción de Jerusalén como la parusía
de Cristo. Juan en 1 Jn. 2:28 aún espera la segunda venida, y lo mismo se
infiere de Jn. 21:22, donde el narrador se refiere a la segunda venida y no lo
entiende como algo ya cumplido. Si esto fue escrito después del 70, el
preterismo pierde su fundamento.
La respuesta a esto desde el preterismo es similar a la ofrecida respecto
a la fecha tardía de composición de Apocalipsis: que no hay referencias a la
destrucción de Jerusalén. Como se dijo, se trata de un evento muy importante
como para que haya sido pasado por alto en algún escrito posterior. Muchos de
los padres de la iglesia, y personajes notables de los primeros siglos del
cristianismo, como: Tertuliano, Cipriano, Melitón de Sardes, Eusebio de
Cesarea, Agustín de Hipona, Juan Crisóstomo, entre muchos otros, no dejan de
referirse a los judíos como malditos o abandonados por Dios luego que su Templo
y su santa ciudad fuera violentamente asolada, y más aún, estos autores no
fueron perseguidos por los judíos como sí lo fue Juan y sus compañeros, ni
oyeron de la misma boca de Jesús la condena hacia Jerusalén y su Templo, por lo
que no tenían una motivación tan fuerte para escribir sobre la retribución de
Dios en contra de los judíos como sí la tuvo Juan. En este sentido, si Juan,
que vivió en el Tiempo mismo de aquel evento, que fue testigo de la muerte de
Jesús a manos de aquellos judíos impíos, que oyó la profecía de boca de Jesús
referente a que el Templo sería destruido (Mt. 24:2) y escribió algo después de
esto, se esperaría que hubiera alguna referencia a aquella catástrofe
profetizada por su Maestro, y no un silencio ensordecedor en sus escritos
respecto a ello; siendo que en más de 40 veces en su evangelio se refiere a los
judíos en forma negativa y en Apocalipsis hay referencias directas a ellos como
sujetos de condena (2:9, 3:9, 11:8, etc.).
Finalmente, si bien hay cierto consenso relativo a que el corpus joanino
fue compuesto en la última década del siglo I (incluyendo Apocalipsis), esto se
construye sobre la suposición de la fecha tardía de Apocalipsis y sobre otros
argumentos que, al final de cuentas, nunca logran ser concluyentes del todo, ya
que no hay evidencia irrefutable ni definitiva que pueda indicar la fecha de
los escritos de Juan, tanto para una fecha tardía como para una temprana. En
este sentido, Leon Morris comenta:
Muy poco es lo que tenemos para
ponerle una fecha a la carta [1 Jn.]. No es definitiva su relación con el
Evangelio, pues algunos sostienen que la escribió antes y otros que después, y
de cualquier manera también es incierta la fecha en que escribió el Evangelio.
Muchos fechan 1 Jn. hacia el final del primer siglo, pero J. A. T. Robinson
defiende una fecha de 60–65 (Redating the New Testament [SCM, 1976]). Esto
puede ser correcto, pero no estamos seguros.[2]