14.2 La escatología de Pablo: Prontitud del juicio
El anuncio del evangelio que proclamó Pablo a sus destinatarios gentiles tenía
asociado un evento de juicio que debía suceder pronto, al menos dentro de la
vida de los receptores de su mensaje. Este juicio de Dios sobre los gentiles y
sobre lo habitado corresponde a la segunda venida gloriosa de Jesús (Rom. 2:5,
2:8, 2:16, 5:9, Col. 3:6, 1 Tes. 1:10). También comunicó (conforme a su
pensamiento judío) que estaban en los últimos días del aión o era mala,
la cual pasaría a la era perfecta (Rom. 12:2, 1 Co. 2:8, 2 Co. 4:4, Gál. 1:4,
Ef. 6:12). Es natural concluir que en Pablo también estaba presente la idea que
la segunda venida de Cristo, y el juicio de Dios eran un mismo evento, el cual
sucedería en breve. Esta clara tónica acerca de la cercanía del día del Señor es
reiterada en los casi todos los escritos paulinos, tal como se puede ver a
continuación:
Pasaje |
Texto |
Rom. 13:11 |
Y esto,
conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora
está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos |
1 Co. 1:7-8 |
de tal
manera que nada os [corintios del siglo I] falta en ningún don, esperando
[ellos] la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; el cual también os
confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro
Señor Jesucristo |
1 Co. 10:11 |
Y estas
cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a
nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos |
1 Co. 16:22 |
El Señor
viene |
Ef. 4:30 |
Y no
contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados [efesios
del siglo I] para el día de la redención |
Fil. 1:6, 10 |
estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo… para que aprobéis lo mejor, a fin
de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo |
Fil. 4:4-5 |
Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!... El Señor está cerca |
1 Tes. 2:19 |
Porque ¿cuál
es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois
vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? |
2 Tes. 2:2 |
que no os
dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por
espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido
de que el día del Señor está cerca |
1 Ti. 6:14 |
[Te mando
Timoteo, siglo I] que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta
la aparición de nuestro Señor Jesucristo |
2 Ti. 3:1,5 |
También
debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos… que
tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita
[Timoteo, siglo I] |
Ti. 2:12-13 |
…vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo |
Pablo también exhortaba a la iglesia a ser irreprensible en el momento de
la venida del Señor, siendo un mensaje que no puede ser aplicable a otros más
que los receptores de sus cartas en las iglesias del Mediterráneo, a mediados del
siglo I d.C.:
Pasaje |
Texto |
1 Co. 1:8 |
el cual
también OS confirmará hasta el fin, para que SEÁIS irreprensibles en el día
de nuestro Señor Jesucristo |
Fil. 1: 10 |
para que
aprobéis lo mejor, a fin de que SEÁIS sinceros e irreprensibles para el día
de Cristo |
1 Tes. 3: 13 |
para que
sean afirmados VUESTROS corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios
nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos |
1 Tes. 5:23 |
Y el mismo
Dios de paz os santifique por completo; y todo VUESTRO ser, espíritu, alma y
cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo |
Es legítimo afirmar que Pablo mediante revelación divina debió recibir de
Cristo que su venida en gloria estaba cerca, en aquella generación, lo cual
también documentó su compañero de viajes Lucas en su registro evangélico (Lc.
21:32, etc.) y por eso ensañaba a los gentiles que la venida en gloria de
Cristo estaba próxima.
Jesús muchas veces declaró a sus oyentes directos —de la misma forma que
Pablo a sus destinatarios— que habría señales y eventos que ellos mismos
vivirían antes de la manifestación en gloria del Hijo del Hombre y Jesús
también dijo en varias oportunidades que todas esas cosas (junto con su venida
en gloria) ocurrirían en esa misma generación,[1] lo cual según el
análisis del capítulo doce, efectivamente sucedió en la historia. Si Pablo
manifiesta la misma expectativa temporal sobre el mismo evento que predijo
Jesús y este evento ocurrió dentro de la expectativa temporal predicha, se debe
concluir que las predicciones de Pablo debieron también tener cumplimiento en
ese mismo marco temporal; es imposible pensar en que Jesús y Pablo tuvieran la
misma expectativa, pero lo anunciado por Jesús sí se haya cumplido, pero lo
anunciado por Pablo no. Junto con esto, es impropio concluir que Pablo tenía
una perspectiva errada sobre el momento en el cual ocurriría la segunda venida:
que pensara que sería un evento cercano que él mismo y sus discípulos podrían presenciar,
pero que sin embargo tardaría milenios en suceder, aquello sería un grave
atentado en contra del axioma de la infalibilidad de las Escrituras y de la
inspiración divina del autor al enseñar un error tan rotundo en prácticamente
todos sus escritos.
Por otra parte, en el judaísmo del tiempo de Pablo se especulaba acerca
de ‘los días del Mesías’, identificándolo como el tiempo entre la aparición del
Mesías y la llegada definitiva del nuevo eón (y la plenitud del cumplimiento de
las promesas veterotestamentarias), el que según varias fuentes talmúdicas,
rabínicas y también esenias,[2] tendría una
duración de 40 años. Según H. J. Schoeps —y como puede ser natural pensarlo—
Pablo y su círculo estaban al tanto de estas fuentes contemporáneas sobre la
manifestación plena del reino (aunque desde una perspectiva puramente judía) y por
estas fuentes también podrían entender que el advenimiento final del Mesías
estaba bastante cercano; en cuestión de unos años.[3]
Finalmente, este evento de juicio anunciado a los gentiles es un único
momento que engloba todos sus aspectos, en este sentido, Pablo no manifiesta
una perspectiva de varios acontecimientos que se irían desarrollando en el
tiempo o en etapas, sino de un momento culminante y decisivo que daría paso
para siempre al siglo venidero en su plenitud.[4]
[1]
Ver capítulo doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, Apéndice 2:
Referencias paralelas al sermón del monte de los olivos.
[2]
R. Aquiba: Midr. Teh. de Sal. 90:15, R. Elizer ben Hircano: Bar. In Sahn. 99a,
Tanj. Eqeb 7b, Res. Rabb. 4a, los dos últimos son registros talmúdicos
entendidos mesiánicamente a partir de Sal. 95:7-10 y Dt. 8:2. En el Documento
de Damasco (9:29) se entendía que un periodo de 40 años pasaría entre la venida
del ‘maestro irrepetible’ hasta la aparición del ‘Mesías de Aarón e Israel’.
También 40 años pasarían desde el ‘respiro final’ hasta la ‘destrucción de todo
mal’, según un fragmento de Qumrán sobre el tema de Sal. 37:10. Cabe señalar
también que algunos maestros judíos concluían sobre la base de otros textos que
este periodo tendría una duración de 400 años e incluso 1.000; si bien el
periodo de 40 años era la opinión mayoritaria, no había unanimidad en este aspecto.
Hans-Joachim
Schoeps, Paul: The Theology of the Apostle in the Light of Jewish Religious
History (Cambridge: James Clarke Co., 2002), págs. 100-101.
[3]
Ibíd. pág. 101.
[4]
Ver capítulo nueve: La transición, sección sobre Una única segunda venida.