12.1 Evangelios III: en el monte de los olivos: La destrucción del Templo
Cuando Jesús salió del templo y se
iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.
Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará
aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. (Mt. 24:1-2).
Este edificio deslumbrante construido a mampostería de piedras de decenas
e incluso cientos de toneladas —junto con la fortificación que la protegía—
parecía indestructible. Sin embargo, Jesús les profetizó que aún esas enormes
piedras serían sacadas se su lugar.
Josefo relata que de todo esto, los romanos después de tomada la ciudad solo
dejaron algunas de las fortificaciones y una sección del muro occidental para
resguardar a parte de la guarnición romana de la X Legión llamada ‘Fretensis’
que estaba asentada en Judea, y para que en el futuro vieran los demás lo
grande de la cuidad que destruyeron los romanos.[3] Para el resto de la
ciudad, el destino fue este:
Derribaron todo el otro cerco de la
ciudad, y de tal manera la allanaron, que parecía a cuantos a ella se acercaban
apenas creerían que había sido en algún tiempo habitada.[4]
Tito se volvió sobre la torre
Antonia, determinado a combatir el Templo con todo su ejército y poder por la
mañana. Al día siguiente de madrugada, rodeando el Templo que por juicio de
Dios ya había sido condenado a fuego hace mucho tiempo (…) en aquel mismo día
fue también quemado por el rey de Babilonia (…) La llama produjo fuego [en el
Segundo Templo]; los judíos levantaron un llanto y clamores dignos ciertamente
de tal destrucción y ruina.[5]
Hay muchos otros paralelos entre la destrucción del Primer y Segundo
Templo. Jeremías profetizó la destrucción del Templo de Salomón “en el año
trece del reinado de Josías hijo de Amón, rey de Judá” (Jer. 1:2 NVI), es
decir, en el 626 a.C.,[8] precisamente 40
años antes de la destrucción del Templo de Salomón. Miqueas recibió su
revelación unos 200 años antes de la destrucción del Templo de Salomón, así
como Malaquías profetizó sobre el Segundo Templo unos 400 años antes del
cumplimiento de su profecía.[9] Los cargos que
formuló Jeremías sobre Judá eran los mismos que pronunciarían Jesús y Malaquías
sobre el pueblo: infidelidad marital (Jer. 2:1-6, 20-25),[10] idolatría (Jer.
2:10-13, 26-30) y desprecio a su Dios (Jer. 2:31-37). Por estos males, Judá en
el siglo VI a.C. sufrió una gran calamidad conmemorada hasta hoy; también por
pecados aún mayores los judíos del primer siglo sufrieron penas aún mayores.[11]
Por otro lado, Jesús estaba haciendo una clara referencia al Segundo
Templo, no a uno futuro que se habría de construir una vez destruido el
segundo,[12]
Carl Friedrich Keil argumenta en sus estudios que: “El Nuevo Testamento no dice
nada concerniente a alguna eventual reconstrucción del Templo o la restauración
del sacerdocio levítico”.[13] La pregunta “¿Veis
todo esto?” es una inequívoca referencia al mismo Templo que los discípulos
alrededor del año 30 estaban mirando y enseñándole al Señor.
[1]
Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 270, Guerras 5.5.6.
[2]
Ibíd. pág. 268-270, Guerras 5.5.3-6.
[3]
Ibíd. pág. 335, Guerras 7.1.1.
[4]
Ibíd.
[5]
Ibíd. pág. 319, Guerras 6.4.5.
[6]
Ver capítulo siete: El día de Jehová, sección sobre Los días de Jehová.
[7]
France, Matthew (TNTC), pág. 340.
[8]
Profesores de Salamanca, Biblia Comentada, Tomo III Libros Proféticos,
pág. 410.
[9]
Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre Reiteración.
[10]
Esta infidelidad se entiende como una falta del pueblo al pacto con Dios
(asumiendo el pacto como si fuera un matrimonio), en el mismo sentido en que
Jesús y Juan el Bautista acusaron a los judíos del primer siglo de ‘generación
adúltera’.
[11]
Ver capítulo diez: Evangelios I: antecedentes clave, sección sobre Tishá be’Av.
[12] Este tema se expande en Gary DeMar,
The Myth that the Temple Needs to be Rebuilt (Powder Springs: The
American Vision Press, 2010).
[13] C. F. Keil, Biblical Commentary
on the Prophecies of Ezekiel, traducción al inglés de James Martin, 2 vols.
(Grand Rapids: Eerdmans Publishing Co., 1970) 2:122.