12.3 Evangelios III: en el monte de los olivos: Falsos cristos I
Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad
que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo;
y a muchos engañarán. (Mt. 24:4-5).
Jesús revela las señales que iban a
preceder la destrucción de Jerusalén y el fin del judaísmo. “Mirad que nadie os
engañe”. Esta primera frase de Jesús revela el propósito de todo lo que Él dice
en este capítulo entero: Él quería proteger a sus discípulos. Quería que éstos
estuvieran bien preparados y prevenidos para los eventos terribles que iban a
suceder dentro de unos cuarenta años. Cualquier interpretación de Mateo 24 que
no toma muy en serio el ver. 4 no puede ser explicación correcta del capítulo.
Esto nos recuerda de las muchas teorías acerca de la interpretación de
Apocalipsis, porque la mayoría de éstas no toman en cuenta la situación
peligrosa de los discípulos que vivieron en esos mismos días, a fines del
primer siglo. Por ejemplo, muchos “interpretan” Apocalipsis hablando de
dictadores como Hitler y Mussolini, o de la amenaza de los rusos, etc., pero
¿qué consuelo les hubiera dado tales profecías a los hermanos del primer siglo
en medio de persecución severa?[2]
Entendiendo que claramente no se profetiza sobre un tiempo distinto al de
sus oyentes, sino que son advertencias claras y directas para los discípulos, ya
en Hch. 5:36-37 se describe a dos falsos enviados de Dios: uno por su parte engañó
a 400 y el otro “llevó en pos de sí a mucho pueblo” (Hch. 5:37). Otro falso
cristo descrito en Hechos es Simón quien reclamaba llamarse “El gran poder de
Dios” (Hch. 8:9-11; esto es un título mesiánico, como se ve en 1 Co. 1:24). En
Hch. 13:6 se encuentra también el siguiente episodio: “Y habiendo atravesado
toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto mago, falso profeta, judío, llamado
Barjesús”. Pablo también advierte en muchas ocasiones, principalmente en las
cartas a Timoteo,[3]
sobre de falsos profetas en aquellos días. Eusebio describe la actividad de “Un
tal Simón, samaritano, originario de la aldea llamada Gitón” quien “realizó
mágicos prodigios” y “fue tenido por dios” llevando a muchos al engaño,[4] esto luego de la
ascensión de Jesús.[5]
Josefo también describe a muchos falsos profetas en este tiempo:
Porque aquellos hombres,
engañadores del pueblo, pretendiendo con sombra y nombre de religión hacer
muchas novedades, hicieron que enloqueciese todo el vulgo y gente popular,
porque se salían a los desiertos y soledades, prometiéndoles y haciéndoles
creer que Dios les mostraba allí señales de la libertad que habían de tener.[6]
Pero mayor daño causó a todos los
judíos un hombre egipcio, falso profeta: porque, viniendo a la provincia de
ellos, siendo mago, queríase poner nombre de profeta, y juntó con él casi
treinta mil hombres, engañándolos con vanidades, y trayéndolos consigo de la
soledad adonde estaban, al monte que se llama de las Olivas, trabajaba por
venir de allí a Jerusalén, y echar la guarnición de los romanos, y hacerse
señor de todo el pueblo.[7]
Sucedió que unos murieron queriendo
echarse hacia abajo [durante la defensa del Templo, atacado por Tito] y otros
murieron quemados en el mismo pórtico, de manera que de un número tan grande de
gente nadie quedó con vida. La causa de muerte de éstos había sido un falso
profeta, el cual había predicado en ese mismo día en la ciudad, que Dios los
mandaba a subir al Templo para darles señales de su salvación. Muchos falsos
profetas, habían sido sobornados por tiranos, les decían que al pueblo que
esperasen las esperanzas, evitando la deserción de la ciudad… El miserable
pueblo, creía a los que les engañaban en nombre de Dios. Las señales que se
mostraban, manifiestamente anunciaban la inminente destrucción, pero ni las
advertían ni aun las querían creer, estaban atónitos y sin sentido, como
hombres ciegos y sin almas, disimulaban todo cuanto Dios les descubría.[9]
Con esos hechos perpetrados por los
ladrones, la ciudad estaba repleta de crímenes horrendos. Los impostores y los
hombres falaces persuadían a la multitud que los siguieran al desierto. Decían
que allí les mostrarían signos y señales que solo pueden producirse por obra y
providencia de Dios. Muchos que los creyeron, sufrieron los castigos que
merecían por su locura, pues Félix los hizo ejecutar cuando le fueron
entregados.[10]
Porque se levantarán falsos
Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera
que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos… Así que, si os dijeren:
Mirad, está en el desierto, no salgáis.
(Mt. 24:24, 26).
Estos falsos cristos efectivamente engañaron a muchos que no tenían sus
esperanzas puestas fielmente en el Señor Jesús, tal como lo predijo, por esto
que la advertencia contra estos falsos profetas que llevarían a muchos a su
destrucción fue la primera de todas hacia sus discípulos y la reiteró varias
veces en este discurso (Mt. 24:11, 23-26) y por eso la importancia de velar y
orar, en parte para no caer en los engaños de ellos. En el paralelo de Lc. 21:8,
Jesús reafirma lo anterior diciendo: “Mas no vayáis en pos de ellos”.
[1]
Ver capítulo seis: El lenguaje en la profecía, sección sobre Audiencia y
tiempo.
[2]
Wayne Partain, Comentario de San Mateo. http://www.waynepartain.com
[3]
1 Ti. 1:3, 4, 6, 7, 19, 4:1-3, 6:20, 21, 2 Ti. 2:16-18, 3:1-6, 8, 13, 4:3-4.
[4]
Eusebio, Historia Eclesiástica, pág. 84, Historia Ecl. 2.13.1.
[5]
Ibíd. Historia Ecl. 2.13.3.
[6]
Josefo, Las Guerras de los Judíos, pág. 128, Guerras 2.13.4.
[7]
Ibíd. Guerras 2.13.5, cf. Antigüedades 20.8.6.
[8]
Alfred Edersheim, Comentario Bíblico Histórico (Barcelona: Editorial
CLIE, 2009), pág. 1165.
[9]
Ibíd. pág. 322, Guerras 6.5.2-3. Ver capítulo once: Evangelios II:
parábolas y anuncios, sección sobre La entrada en el reino de Dios donde se
desarrolla este tema.
[10]
Josefo, Antigüedades 20.8.6.
[11]
Green et al. ed., Diccionario del Jesús y los Evangelios, págs. 785-797,
entrada sobre Movimientos revolucionarios, donde se describen las distintas
aristas de la cuestión judía antes del 70 d.C.; se describe una amalgama de factores
relacionados: celo religioso, pillaje, nacionalismo, ansias independentistas,
entre otros.
Véase también Bruce, New Testament History,
pág. 338.
[12]
Josefo, op. cit., pág. 109, Guerras 2.4.1. Josefo no usa la palabra
‘mesías’ sino ‘profetas’, sin embargo, en este contexto histórico se entiende
que se refería a caudillos mesiánicos.