18.3 Apocalipsis II: iglesias, sellos, trompetas y copas: El día del Señor
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una
gran voz como de trompeta. (Ap. 1:10).
Un dato importante a destacar, es que
hay una clara influencia judía en la gramática griega de Apocalipsis, donde se
aprecia el uso de construcciones verbales típicamente hebreas y referencias a
nombres en hebreo (9:11, 16:16); además del simbolismo e imaginería propiamente
judía. Juan usa la partícula griega καὶ “kái” —‘y’ en la RVR1960— en
prácticamente todos los versículos de Apocalipsis. Esto es porque en la
narrativa del hebreo y del arameo se requiere anteponer la conjunción ‘y’ antes
de un verbo, el cual está en estado imperfecto (acción incompleta;
presente-futuro) para convertirlo en un verbo en estado perfecto (acción
completa, en pasado).[1]
Esto es evidente en la narrativa veterotestamentaria donde abundan expresiones verbales
como “y fue…”, “y vio…”, “y dijo…”, entre otros. En consideración de esto, G.
B. Caird señala sobre el estilo gramatical de Apocalipsis que: “es la gramática
de un hombre que estaba pensando en hebreo mientras escribía en griego”.[2] Debido
a la fuerte influencia hebraica de la gramática de Apocalipsis, es improbable
que Juan estuviera usando un amanuense griego, haciendo muy posible que Juan
mismo hubiera escrito el libro; además, esto resulta natural en vista de
pasajes como Ap. 1:11, 1:19, 2:1, 10:4 y otros, donde se le ordena directamente
a Juan escribir lo que ve y oye.
Luego de introducir el tema del
libro, Juan comienza a narrar sobre su visión. En el v. 1:10, Juan narra que “estaba
en el Espíritu en el día del Señor”, cuando oyó y vio toda la revelación de su
libro. Nótese que Ap. 1:10 tiene un desarrollo en el 4:1-2, donde se aclara que
el “estar en el Espíritu” se refiere a un traslado al cielo, y el día del Señor
es algo que se le mostraría a Juan estando allí:
Ap. 1:10 |
Ap. 4:1-2 |
Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás
de mí una gran voz como de trompeta. |
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el
cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo:
Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. Y al
instante yo estaba en el Espíritu… |
Es muy dudoso que se refiera al día
domingo, ya que como se ha revisado en la primera parte del libro, para la
mentalidad judía el ‘día de Jehová’ (o como aparece en griego en la LXX, el
‘día del Señor’) es una referencia a un día de juicio y retribución sobre un
pueblo penitente, lo cual es precisamente el tema de Apocalipsis (1:7). Considerar
también que en el v. 6:17 dice: “porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y
quién podrá sostenerse en pie?” y en el 16:14 hace referencia a: “…la batalla
de aquel gran día del Dios Todopoderoso”. Jesús también habló de ‘días’
directamente sobre Jerusalén en los cuales Dios castigaría su pecado:
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con
vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a
tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por
cuanto no conociste el tiempo de tu visitación… Pero cuando viereis a Jerusalén
rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado… Porque
estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están
escritas. (Lc. 19:43-44, 21:20, 22).
Según este enfoque, el ‘día del
Señor’ tiene más sentido si se entiende como el día del juicio que como el día
domingo.
La idea del domingo como el ‘día del
Señor’ —en latín “dies Dominicus”— tiene su fundamento más en la
tradición que en la exégesis. El trasladar el día de reposo del sábado al
domingo obedece a una búsqueda del cristianismo temprano para desmarcarse del
judaísmo y sus prácticas consideradas corruptas y anatema, según también se ha
expuesto en capítulos anteriores.[3] La
prohibición de reunirse en sábado se formaliza en el Sínodo de Laodicea, entre
los años 363 y 364. Bajo esta base, hay traducciones que directamente traducen ‘día
del Señor’ como ‘domingo’: “Caí en éxtasis un domingo y oí…” (Biblia de
Navarra), y otras que si bien, no lo ponen por explícito, sí inducen
fuertemente esta idea: “Y estando en espíritu en el día consagrado al Señor oí…”
(BTX4).
[1] A esto en gramática hebrea se le llama vav consecutiva imperfecta.
[2] G. B. Caird, The Revelation of St. John The
Divine, pág. 5.
A esta misma conclusión llegan otros
autores. Ver Carson et al., Una introducción al Nuevo Testamento, pág.
627.
[3] Los judíos eran acusados de matar a Jesús, sufriendo persecución y
rechazo por la iglesia cristiana durante siglos. Sobre esto ver capítulo diez:
Evangelios I: antecedentes clave, sección sobre El pecado capital y capítulo
doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, sección sobre La segunda
venida en aquella generación.