14.6 La escatología de Pablo: Resurrección espiritual de los muertos
Continuando con los asuntos clave sobre la resurrección, pero ahora respecto
a la naturaleza de esta, tenemos varios pasajes que van aportando
características sobre las cuales se puede construir la forma en que Pablo
esperaba que sucediera la resurrección. Esto, según lo visto, tenía que ocurrir
impostergablemente en aquella generación.
En Rom. 2:7, Pablo expresa que la esperanza del cristiano es la vida
eterna: un estado que inicia en el presente del creyente, pero que se completa
—aparentemente— en el momento de la resurrección: “vida eterna a los que,
perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad”. Esta idea se
refuerza en Rom. 6:22: “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y
hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin,
la vida eterna”, donde se agrega que la muerte física no tiene poder sobre la
vida eterna (Rom. 6:23). La esperanza de la vida eterna no correspondía con
algo visible o imaginable a los ojos; la vida eterna entonces no tenía una
naturaleza común ni carnal, sino que espiritual:
Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para
los que le aman. (1 Co. 2:9).
La vida eterna es el aspecto adquirible de la salvación soteriológica, la
cual es presente al creyente, y se puede decir que es equivalente a la
resurrección, la cual es una esperanza futura (Fil. 3:11-12), pero en muchas
oportunidades expresada en términos presentes como una expectativa cierta y
gozable (Rom. 6:11, Co. 2:12-13, 3:1, Ef. 2:4-6). Lo contrario de esta vida
eterna es la corrupción y la muerte, esto se ilustra en pasajes como Gál. 6:8: “Porque
el que siembra para su carne,[2] de la carne segará
corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna” o en 2 Co. 1:10: “[Dios] el cual nos libró, y nos libra, y en quien
esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”. En 2 Co. 2:15-17, se
ilustra también esta dualidad de una expectativa de vida eterna para los creyentes
y salvos en contra de la expectativa de muerte para los incrédulos; los que se
pierden. Otro pasaje que desarrolla este tema con mayor extensión es el
siguiente:
Porque sabemos que si nuestra
morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio,
una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos,
deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así
seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en
este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados,
sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos
hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que
vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,
estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero
confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque
es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para
que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea
bueno o sea malo. (2 Co. 5:1-10).
Es notorio que Pablo en Fil. 1:23-24 presiente que está próximo a morir. De
forma semejante al pasaje anterior, bajo estas circunstancias dice:
Porque de ambas cosas estoy puesto
en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo
mejor; pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros.
Pablo en la Carta a los Filipenses hace el siguiente desarrollo: “a fin
de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus
padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, si en alguna manera
llegase a la resurrección de entre los muertos. No que lo haya alcanzado ya, ni
que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo
cual fui también asido por Cristo Jesús… Mas nuestra ciudadanía está en los
cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual
transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que SEA SEMEJANTE AL
CUERPO DE LA GLORIA SUYA, por el poder con el cual puede también sujetar a sí
mismo todas las cosas” (Fil. 3:10-12, 20-21).[6] Según se analizó en
el capítulo anterior, sección sobre La ascensión, Jesús esperaba ser
glorificado en su gloria celestial: “Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado
tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Jn. 17:5).
Ahora Pablo se refiere a una semejanza al cuerpo de Cristo en el sentido de que
el cuerpo de humillación, el cuerpo carnal, pase a ser un cuerpo celestial,
pero, aunque Jesús tenga un cuerpo celestial en el cielo, ya que es Dios y Dios
es espíritu, no esperaba tener la misma categoría inmensurable, todopoderosa e
infinita de Dios, sino solamente compartir aquella naturaleza espiritual con Él
en la resurrección.
En 1 Co. 5:1, Pablo habla del caso de un miembro de la iglesia que tiene
una relación muy deshonrosa —incluso para aquellos fuera de la iglesia— al
estar emparejado con la mujer de su padre (posiblemente una madrastra). A este,
Pablo ordena que se le expulse de la congregación a fin que “el tal sea
entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea
salvo en el día del Señor Jesús” (1 Co. 5:5). En esto es claro extraer que el
espíritu (en contraste con la carne, del gr. σάρξ “sárx” G4561) es lo
que se salvaría en el ‘día del Señor’; que lo vivificado y transformado en algo
glorificado en ese día sería el espíritu del hombre y no la carne corruptible,
en sintonía con los dos pasajes anteriormente analizados. Las uniones carnales
deshonrosas manchan el cuerpo, lo cual a su vez mancha a la iglesia, ya que el
creyente está unido espiritualmente con el Señor; a pesar de haber cierta
separación conceptual entre la carne y el espíritu, mientras se esté en el
mundo terrenal, lo uno contamina e influye sobre lo otro (1 Co. 6:16-20).
Sin dudas el pasaje donde Pablo desarrolla más extensamente el tema de la
naturaleza de la resurrección de los muertos es 1 Co. 15:35-58:
Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán
los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica,
si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el
grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; pero Dios le da el cuerpo como
él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda carne es la misma carne,
sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la
de los peces, y otra la de las aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos
terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los
terrenales. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la
gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así
también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará
en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en
debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo
espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. Así también está
escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán,
espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo
espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que
es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal, tales también los terrenales; y
cual el celestial, tales también los celestiales. Y así como hemos traído la
imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo,
hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos
dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y
cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los
muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto
mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de
incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde
está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el
aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias
sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo
en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en
vano.
El pasaje inicia con la pregunta: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué
cuerpo vendrán? (v. 35) y la respuesta es clave el desarrollo siguiente: “lo
que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (v. 36). De acá se desprende
el primer axioma de la resurrección: la persona antes debe morir antes de ser
resucitada, y no es posible resucitar a una persona viva. Luego Pablo continúa
mediante la metáfora de una semilla sembrada diciendo que “lo que siembras no
es el cuerpo que ha de salir” (v. 37), con lo que se entiende que lo resultante
de la resurrección no es lo mismo que lo que le da origen, el cuerpo resucitado
es diferente al cuerpo que murió. Pablo ocupa esta comparación debido a que es
bastante intuitivo relacionar el cuerpo muerto enterrado en una tumba del cual emerge
un cuerpo resucitado a una semilla que se entierra en el suelo, de la cual
brota alguna planta. Pablo prosigue introduciendo a que hay dos clases de
cuerpos: cuerpos terrenales y cuerpos celestiales los cuales son distintos (v.
40-41); “Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (v. 44b), y luego conecta
esta enseñanza con la resurrección: “ASÍ TAMBIÉN es la resurrección de los
muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción” (v. 42). El
pasaje continúa con una serie de paralelismos para seguir insistiendo en la
diferencia establecida en el v. 40 atribuida a la naturaleza de la resurrección:
Versículo |
Cuerpo sembrado |
Cuerpo resucitado |
40 |
Terrenal |
Celestial |
42 |
Corrupción |
Incorrupción |
43 |
Deshonra |
Gloria |
43 |
Debilidad |
Poder |
44 |
Animal[7] |
Espiritual[8] |
46 |
Animal |
Espiritual |
47 |
Hombre de la
tierra |
Hombre del
cielo |
48 |
Terrenal |
Celestial |
49 |
Terrenal |
Celestial |
Los vv. 45-47 comunican mediante una asociación dentro de este
paralelismo que lo primero es lo carnal (el cuerpo terrenal) y luego lo
espiritual (el cuerpo resucitado), así como primero fue Adán (hombre terrenal)
y luego vino Cristo (hombre del cielo). En este sentido, se observa una
progresión en la existencia humana se forma semejante a la progresión pactual
de Dios con el hombre (cf. vv. 21-22).
El motivo de porqué la resurrección tenía que ser espiritual se introduce
en lo que podría catalogarse hasta cierto punto como la décima parte de este
paralelismo, el v. 50:
PERO ESTO DIGO,
HERMANOS: QUE LA CARNE Y LA SANGRE NO PUEDEN HEREDAR EL REINO DE DIOS, NI LA
CORRUPCIÓN HEREDA LA INCORRUPCIÓN.
El siguiente versículo indica el momento de la transformación de estos
que duermen, la resurrección: “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a
la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (v. 52). Esto
reafirma que el tema de estos pasajes es la resurrección. Ahora este pasaje da
la impresión que aquella transformación (resurrección) les sucedería también a
los santos vivos en la segunda venida, ya que dice “Y nosotros…”, sin embargo,
debemos recordar que la resurrección solo aplica a quienes antes murieron, y
por otro lado tenemos que la partícula griega para “y” es καί “kái”
(G2532), partícula copulativa que no solo significa ‘y’, sino que es traducida
como ‘también’ (Rom. 1:23, 5:3, 6:5, 8:23, 9:10, 1 Co. 1:16, 15:22, 2 Co. 8:10,
8:19, 8:21, 9:12, etc.), ‘porque también’ (Mt. 8:9), ‘y aún’ (Jn. 14:12), ‘si’
condicional (Mt. 7:10), entre otras. Dentro de las cartas a los corintios, en
pasajes como 1 Co. 1:13, 14:15, 15:15, 2 Co. 4:3, 6:9, etc., la partícula kái
es traducida por la RVR1960 como ‘pero’, y en este caso sería una
traducción que se ajusta mejor al contexto ya que según lo analizado según la
teología de la resurrección y considerando que este versículo está en
subordinación al versículo anterior, corresponde a una conjunción adversativa
(pero) dentro de un paralelismo, de la misma forma que el primer miembro, por
lo tanto, kái no correspondería a una conjunción aditiva (y):[11]
Vers. |
Respecto a los ya muertos |
Conjunción |
Respecto a los otros |
51 |
No todos
dormiremos |
pero |
todos
seremos transformados |
52 |
en un
momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará
la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles |
kái, pero |
nosotros
seremos transformados |
El pasaje que desarrolla paralelamente la enseñanza de la resurrección de
los que duermen (aunque en menor extensión) en el corpus paulino es 1 Tes. 4:13-18:
Tampoco queremos, hermanos, que
ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros
que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así
también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos
esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta
la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
Ahora en los vv. 16-17, Pablo establece la secuencia en la cual se daría
la resurrección: primero los muertos en Cristo en su venida, luego, los vivos
al morir, se encontrarían con el Señor en el aire y en las nubes, siendo
arrebatados al reino del cielo de Dios para estar juntamente con los
anteriormente resucitados y estar para siempre con el Señor.[12]
Acá hay varios asuntos por desarrollar. Primero, Pablo al decir: “los
muertos en Cristo resucitarán primero” exige que haya algo que suceda después,
y ese algo que sucedería después debe tener relación a la resurrección. En el
v. 15 se establece que los vivos no precederían a los que ya duermen; lo que
viene después de aquel evento se relata en el v. 17 y es debido a esta sucesión
que es un error entender que la resurrección de los que duermen (en la segunda
venida) del v. 16 sucede simultáneamente con el ‘arrebatamiento’ del v. 17.
En segundo lugar, el v. 17 parte diciendo “LUEGO nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado” (lit. sobrevivido), completando la sucesión
que exigen los vv. 15-16. Este v. dice que serían arrebatados, en contraste con
la resurrección en la que tendrían parte los que duermen. A partir de lo
analizado sobre 1 Co. 15:36, donde dice: “Necio, lo que tú siembras no se
vivifica, si no muere antes”,[13] y a partir de lo
razonado sobre 1 Co. 15:51-52, donde se concluye que los que duermen serían
resucitados en la venida de Cristo luego de haber pasado por el ‘estado
intermedio’,[14]
mientras que los mueren después serían directamente resucitados al morir, se
puede establecer que el ‘arrebatamiento’ no es más que otra manera de expresar
lo mismo, el ser ‘transformado’, ser directamente resucitado luego de morir sin
aguardar en un ‘estado intermedio’ aguardando el momento de la resurrección.
El tercer punto es lo relativo a la expresión: “seremos arrebatados” del
v. 17, la cual en griego es ἁρπαγησόμεθα “jarpagesómetha”, forma verbal
que proviene del verbo ἁρπάζω “jarpázo” (G726), arrebatar, apoderarse, y
Pablo solamente lo usa acá y en 2 Co. 12:2 y 12:4 para referirse a sí mismo
como trasladado al “tercer cielo” y al “paraíso”,[15] probablemente de
manera espiritual hasta ese lugar (2 Co. 12:2-3). Considerando que el v. 17
dice que estos “arrebatados” serían trasladados a las nubes del Señor en el
aire para estar siempre con Él y los muertos predecesores,[16] es claro que se
está refiriendo al lugar celestial al cual llegarían los resucitados luego de
muertos, al reino celestial bajo el mismo acto instantáneo por el cual Pablo
mismo también fue trasladado a la dimensión del Señor, en contraste con el
largo reposo del ‘estado intermedio’ de quienes habrían ya resucitado primero
en la segunda venida. Esto implícitamente transmite la idea de una resurrección
espiritual, ya que tanto los que partieron antes de la segunda venida como los
que partirían después, estarían para siempre con el Señor en las nubes y en el
aire, lo cual es otra manera de referirse al reino celestial del Señor, donde
la carne y la sangre no pueden entrar (1 Co. 15:50).[17]
El cuarto punto es referente al descenso de Jesús desde el cielo.
Respecto a esto se ha argumentado en el capítulo doce:[18] que no es literal
y físico, y acá también parece estar indicando que descendería del cielo al
lugar de los muertos —el cual para los griegos también era percibido como bajo
tierra (el Hades)— ya que era necesario resucitarles desde el lugar en donde
estaban. Nótese que todo esto ocurre en el plano espiritual: tanto el descenso
de Jesús desde lo celestial como la liberación de los muertos de su lugar de
reposo al reino celestial. En este acto Jesús se mueve del reino de la Luz al
lugar de los muertos para traerlos a Él, a su reino.
En este análisis se hace ya bastante evidente un paralelo entre 1 Tes.
4:13ss y 1 Co. 15:35ss; en ambos casos el tema es la resurrección de los que
duermen (koimáo), también de la resurrección de los que mueren después
de la segunda venida y de las exhortaciones a perseverar en consideración de
esta esperanza.[19]
Esto se puede resumir en la siguiente tabla:
Enseñanza |
1 Tes. 4 |
1 Co. 15 |
Los que
duermen resucitarán |
13-14 |
12-18 |
Resurrección
de Cristo como garantía de la resurrección del hombre |
14 |
13, 15-16 |
Resurrección
de los que duermen en la segunda venida |
15 |
52 |
Al sonido de
trompeta |
16 |
52 |
Los mismos
contemporáneos (nosotros) |
15-17 |
51-52 |
Arrebatamiento/transformación
de los que mueren después de la segunda venida en un acto inmediato,
contrastando con el largo sueño de los que han muerto (o duermen) |
15-17 |
51-52 |
Resurrección
espiritual |
17 |
40-49 |
Resucitados
con el Señor en su reino celestial |
17 |
50 (53) |
Exhortación
a permanecer firmes y a fiarse de esa esperanza |
18 |
54-58 |
Yendo a otros textos del corpus paulino, encontramos también en las
cartas a Timoteo ciertos pasajes que también dejan entrever que la esperanza
final del seguidor del Señor es una resurrección espiritual y no en un cuerpo
material:
• 1 Ti. 4:8: porque el
ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha,
pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.
• 1 Ti. 6:7: porque nada
hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
• 2 Ti. 4:6,8: Porque yo ya
estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano… Por lo
demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su
venida.
• 2 Ti. 4:18: Y el Señor me
librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial.
Frente al planteamiento de una resurrección espiritual de los muertos en
el discurso de Pablo —de la misma forma que respecto a la resurrección en esa
generación— se plantean objeciones. Primeramente, se asocia la naturaleza de la
resurrección de Jesús al modo a la naturaleza de la resurrección de sus
seguidores en pasajes como el siguiente:
Porque somos sepultados juntamente
con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección; sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea
destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. (Rom 6:4-6).
En este tipo de pasajes se puede responder que no se trata de una
comparación en la naturaleza de la resurrección, sino en certeza de la
esperanza de ello (cf. 2 Ti. 2:11-13). Jesús resucitó físicamente, sin embargo,
acá no se compara en ese sentido. Samuel Pérez Millos comenta:
No se trata, pues, de una
referencia escatológica a la resurrección futura, sino de la resurrección de
entre los muertos espirituales que se produce por la identificación en Cristo,
base no solo de esperanza para la resurrección futura, sino seguridad cierta de
ella, en razón a haber recibido ya la vida nueva que es eterna y por tanto
desvinculada absolutamente del poder de la muerte.[20]
En segundo lugar, respecto al análisis de 1 Co. 15 por parte de la
postura tradicional, la cual espera que en la resurrección —la cual es para
ellos futura junto con la segunda venida de Jesús— se levanten de las tumbas
los cuerpos físicos pero glorificados, la estrategia que adoptan para evitar
llegar a concluir que este pasaje habla contundentemente a favor de una
resurrección de naturaleza espiritual es dividir —ya sea sutil o abiertamente—
1 Co. 15:35ss en varias secciones. N. T. Wright plantea que: “El principal
propósito de Pablo en este texto [1 Co. 15:39-41] es establecer que existen
diferentes clases de realidad física, cada una de las cuales tiene sus
características propias”,[22] argumentando que
tanto los cuerpos de peces y aves son diferentes, así como la diferencia de
gloria entre los distintos astros, evitando tratar con el v. 40 que afirma “Y
hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales” y asumiendo que Pablo entendía
que los astros estaban compuestos de materia, lo cual es un supuesto muy
aventurado considerando la cosmovisión hebrea que interpretaba los astros como
cercanos e incluso iguales al reino celestial, tal como se ve en escritos
contemporáneos a Pablo.[23] Hendriksen, en un
tono más sutil, luego de reconocer el paralelismo de los vv. 42-44 afirma que:
“La expresión “lo mismo” convierte la oración en una comparación, pero
esta comparación no debería exagerarse…”,[24] buscando diluir en
parte la acumulación de atributos que componen la resurrección de los muertos.
Respecto al asunto de la naturaleza de la resurrección, al significado
del “cuerpo espiritual” (v. 44), los comentaristas en general reconocen que hay
una transformación del cuerpo común a uno de una categoría más elevada, el cual
ya no puede morir, pero no inmaterial. Este cuerpo espiritual por algunos es
entendido como si fueran imbuidos del Espíritu de Dios:
… así el espíritu del hombre habría
penetrado al alma y por ella el cuerpo, al ser entero. Así, el espíritu habría
dominado sobre todas las facultades del hombre.[25]
Nosotros también tendremos nuestros
cuerpos cuando venga la resurrección. Pablo identifica el cuerpo resucitado
como espiritual, lo que no quiere decir que sea inmaterial, sino que ha asumido
una dimensión diferente.
Pablo afirma que nuestro cuerpo
resucitado será espiritual. Pero ¿qué quiere decir con la palabra espiritual?
Insinúa que nuestra alma gobierna nuestros cuerpos, y describe nuestros cuerpos
resucitados como si estuviesen completamente gobernados y llenos del Espíritu.
Aunque nuestros cuerpos físicos nos sirven bien en esta vida, para el mundo
venidero necesitan características espirituales. Nuestro cuerpo resucitado será
lleno completamente del Espíritu de gloria. El cuerpo glorificado no es
inmaterial, sino que tiene aspectos espirituales que lo colocan a un nivel
sobrenatural.[26]
Volviendo al asunto del entendimiento de la resurrección espiritual por
parte de quienes proponen una resurrección no inmaterial, N. T. Wright propone
lo siguiente sobre el “cuerpo espiritual” de 1 Co. 15:44:
… De hecho, éste es el primer punto
de todo el capítulo donde se ha mencionado el pneuma [espíritu], porque éste es
por fin el punto donde Pablo da su respuesta a “¿qué tipo de cuerpo será?” y
también a “¿cómo lo hará Dios?”. Si existe un soma psychikon [cuerpo físico],
declara Pablo —a lo cual la respuesta es, por supuesto, que sí existe: que es
el tipo normal de soma humano común, un cuerpo animado por el aliento ordinario
de vida—, también existe un soma pneumatikon, un cuerpo animado por el Espíritu
del Dios vivo, aun cuando hasta el momento haya aparecido solo un ejemplo de
tal cuerpo.[29]
En conclusión al pensamiento de Pablo acerca de naturaleza de la
resurrección de los muertos, señalar que hasta antes de la venida en gloria de
Jesús en el año 70, los muertos en Cristo —junto con los ‘justos’ antes que Él—
estarían con Él en el estado intermedio, “durmiendo en Cristo”, espiritualmente
en el Sheól, pero un lugar de reposo (cf. Lc. 13:22, 23:43, Jn. 8:56),
esperando su entrada el reino celestial de Dios para juzgar la tierra y reinar
en aquel reino perfecto con el Señor. Luego del año 70, quienes mueren en
Cristo ya no pasarían por aquel estado intermedio, sino que serían resucitados
al instante para reinar con Él en el cielo junto con sus hermanos que partieron
antes. Entiéndase que el reino de Dios sucede simultáneamente en el mundo
físico, representado acá por la iglesia.
[1]
Texto disponible en la sección sobre La resurrección en la literatura extra
bíblica judía.
[2]
Donde el sembrar para la carne es (por el contexto de la circuncisión)
someterse a las leyes para obtener justificación.
[3]
Gr. σκῆνος “skénos” (G4636), choza o residencia temporal, i.e.
(figurativamente) el cuerpo humano (como morada del espíritu): tabernáculo.
Strong, Nueva concordancia Strong Exhaustiva, Diccionario de palabras
griegas, pág. 78.
[4]
Cf. Is. 25:8 donde su texto hebreo dice: “Tragará la muerte para siempre…”
[5]
Esto, según se verá más adelante en el análisis de 1 Co. 15:51-52, no
corresponde exactamente a la resurrección, sino al estado intermedio, punto
desde el cual se aguarda a la resurrección final en la venida gloriosa de
Cristo (cf. 2 Ti. 4:6, 8, 18).
[6]
Para el asunto sobre la naturaleza
de la transformación del cuerpo, ver Apéndice 4: ¿Trasnsformación o cambio de
cuerpo?
[7]
Del gr. ψυχικός “psyjikós” (G5591): sensitivo, animado, animal, natural.
[8]
Del gr. πνευματικός “pneumatikós” (G4152): no carnal, etéreo, espíritu,
sobrenatural.
[9]
Del gr. ἀποθνήσκω “apothnésko” G599, morir; distinto de koimáo,
dormir.
[10]
En esto cobra mucho sentido el mensaje de Ap. 14:13, en el contexto del preciso
momento de la parusía y la caída de Jerusalén: “…Bienaventurados de aquí
en adelante los muertos que mueren en el Señor…”, ya que no tendrían que pasar
por el estado intermedio hasta la llegada del reino, sino que directamente
serían transformados —resucitados— en el momento de morir.
[11]
Aunque también se puede traducir como ‘y’ si se entiende adversativamente; es
como decir: «yo soy de Chile Y [pero] tú de Argentina» (adversativo) en contra
de «yo soy de Chile, Y tú también» (copulativo). Sin embargo, la traducción
‘pero’ deja más en claro el sentido adversativo.
[12] Para una perspectiva corporativa
del tema dentro del preterismo total, ver Don K. Preston, We Shall Meet Him
in the Air, the Wedding of the King of Kings (Ardmore: JaDon Management
Inc., 2010), pág. 141, también Max R. King, The Cross and the Parousia of Christ:
The Two Dimensions of One Age-changing Eschaton (Warren: Parkman Road
Church of Christ, 1987), pág. 641.
Estos autores entienden que se trata de una metáfora
sobre la llegada del reino de los cielos en la segunda venida de Jesús,
expresado de la misma forma en que se recibía a una persona honorífica en esos
tiempos cuando visitaba sus dominios.
[13]
Nótese a partir de la sección sobre La resurrección en la literatura extra
bíblica judía que en el judaísmo extra bíblico no existía la idea de aplicar la
resurrección a los vivos, la resurrección para ellos era obviamente solo para
los muertos, ya que los vivos no tienen motivos para ser ‘vivificados’ o
‘resucitados’.
[14]
El verbo el verbo griego koimáo (dormir) es empleado por Pablo tanto en:
1 Co. 15:6, 15:18, 15:20 y 15:51 como en 1 Tes. 4:13, 4:14 y 4:15, mientras que
solo 2 veces en todo el corpus paulino fuera de estos pasajes (1 Co. 7:39 y
11:30), habiendo una fuerte conexión entre 1 Co. 15 y 1 Tes. 4:13ss en el tema
que tratan, la resurrección de los que duermen.
[15]
Las otras 11 ocurrencias de este verbo en el Nuevo Testamento también denotan
un apropiamiento rápido y casi siempre aplicado a personas (ver por ejemplo Jn.
10:12, 28-29, Hch. 8:39).
[16]
Compárese con Jn. 13:36 o 14:2,
donde Jesús les dice a sus discípulos que ellos estarían en el mismo lugar que
él; en el lugar de la gloria del Padre donde Cristo sería glorificado. En Mt.
19:28 y Lc. 22:30, Jesús también les dice que ellos se sentarían en tronos y
que juzgarían, lo cual es una escena celestial, y en el momento de su segunda
venida.
[17]
Nótese que ni el Apocalipsis de Juan ni en el discurso del monte de los olivos
de Jesús (que son textos escatológicos mucho más extensos) hay algo como una
transformación de los vivos en seres glorificados o que asciendan vivos al
cielo. Un acontecimiento tan vistoso como ese, obviamente sería allí
documentado.
[18]
Ver capítulo doce: Evangelios III: en el monte de los olivos, sección sobre La
pregunta de los discípulos. El acontecimiento portentoso de Jesús
manifestándose divinamente en la nube de gloria (como en la teofanía de Ex.
19:16) ES su venida.
[19]
Como se señala en la sección sobre Juicio a judíos y gentiles en este capítulo,
nótese la ausencia en estos discursos de un anuncio de destrucción de lo
material como en Mt. 24-25, ya que, a diferencia del discurso de Jesús donde
sus oyentes son judíos, en estas cartas los receptores del mensaje son
gentiles, sobre quienes no se derramaría ese tipo de juicio.
[20]
Pérez Millos argumenta que: “¿Se está refiriendo a la resurrección escatológica
a la que llegaremos los creyentes por estar en Cristo? (1 Co. 15:20). Si se
aplica este sentido se extingue la relación entre la frase condicional y la
principal, imposible si se tiene en cuenta la fuerte transición entre una y
otra establecida mediante el uso de la conjunción adversativa, pero, entonces,
sin embargo, unida al adverbio de modo también. Por tanto, es necesario
entender aquí como implícita la expresión, “coplantados a la semejanza”, o como
traduce RV60, “plantados juntamente… en la semejanza”. La ausencia de este
complemento establece, lingüísticamente, en el griego el paralelismo que existe
en la muerte y la resurrección de Cristo, de cuyos dos aspectos viene
relacionando el apóstol en la identificación con Cristo”.
Samuel Pérez Millos, Comentario Exegético al Texto
Griego del Nuevo Testamento, Romanos (Barcelona: Editorial CLIE, 2011),
págs. 462-463.
[21]
William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento, Romanos (Grand
Rapids: Libros Desafío, 2006), pág. 219.
[22]
N. T. Wright, La resurrección del Hijo de Dios, págs. 429-430.
[23]
En 2 Bar. 51:8 (siglo I d.C.) dice: “[los resucitados] Vivirán en las alturas
de ese mundo y serán como los ángeles e iguales a las estrellas”, donde además
de afirmar una resurrección espiritual, se entendía que los astros compartían
su naturaleza con los ángeles. En Job 38:7 se narra que los hijos de Dios
(ángeles) junto con las estrellas de la mañana se regocijaban cuando Dios creó
al mundo, asumiendo que tanto los ángeles como las estrellas eran habitantes
del reino celestial. Considérese que el nombre que llevan los planetas del
sistema solar (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Neptuno, etc.) provienen de la
asociación de estos cuerpos celestes con las deidades grecorromanas.
[24]
William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento, Primera epístola a los
Corintios (Grand Rapids: Libros Desafío, 1998), pág. 624.
[25]
L. Bonnet y A. Schroeder, Comentario del Nuevo Testamento, vol. III,
Epístolas de Pablo (Barcelona: Casa Bautista de Publicaciones, 1970), pág.
317.
[26]
Hendriksen, op. cit., pág. 626.
[27]
Ibíd. pág. 625.
[28]
Ver capítulo trece: Hechos, sección sobre La ascensión.
[29]
Wright, op. cit., pág. 441.